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Ricardo Fandiño | Psicólogo clínico y experto en salud emocional en jóvenes

Cuatro violaciones grupales en 15 días: ¿por qué ocurren?

Ricardo Fandiño.

En un período de 15 días se han denunciado violaciones en grupo a cinco mujeres (todos los casos están siendo investigados) en Málaga, Burjassot (Valencia), Almería y Villarreal (Badajoz). Las edades de las agredidas están entre los 12 y los 30 años. Cinco chicos adolescentes de entre 15 y 17 años agredieron sexualmente a dos chicas de 12 y 13 años en Burjassot (Valencia). Ocurrió el 19 de mayo. Una mujer de 30 años sufrió una agresión en Málaga (tres individuos implicados, fue en la Playa de la Malagueta). Otra joven, de 18 años, denunció una agresión en Villarreal (siete menores implicados, ocurrió el 23 de mayo) y otra mujer, de 30 años, en Almería: una presunta violación grupal sufrida por esta turista el pasado sábado por la noche según informaron fuentes de la Comandancia de Almería. En este caso las autoridades siguen tras la pista de los sospechosos, tres jóvenes extranjeros de entre 18 y 21 años.

Todos ellos son casos denunciados en las últimas semanas, agresiones similares, en grupo, a mujeres; las conocidas como “manadas”. Tantos episodios con el mismo patrón en poco tiempo alertan a expertos y opinión pública: ¿por qué ocurre? Es complicado entender algo así y buscar motivos. La opinión de especialistas como Ricardo Fandiño, psicólogo clínico y coordinador xeral de la Asociación para a Saúde Emocional na Infancia e a Adolescencia (ASEIA), nos ayuda a reflexionar.

¿Por qué?

“La violencia sexual nos resulta particularmente aberrante ya que implica una grave ruptura del orden moral cultural explícito. Normalmente atribuimos esta expresión violenta al pervertido, al enajenado, al psicópata, a otro que no somos nosotros. Pero cuando la violencia sexual es cometida por un grupo hay algo de nuestra realidad social representado en ella. Por eso nos interpela de una forma directa ¿Qué hay en el imaginario del grupo que lo lleva a la violación y qué tiene que ver con la sociedad en la que vivimos?”, se pregunta Fandiño. Y explica: “En la violación grupal la víctima es un objeto y la sexualidad un pretexto para que un hombre represente ante otros hombres una escena de dominación y humillación. Esto nos habla de personas que necesitan manifestar su masculinidad como un ejercicio de poder absoluto, y que desean además que quede un testimonio de ello, ya que se realiza ante otros actores-espectadores”.

Son personas que necesitan manifestar su masculinidad como un ejercicio de poder absoluto

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Para este experto: “Mientras en nuestra cultura sigan existiendo elementos de un ideal de la masculinidad ligado a la dominación y el poder, podemos encontrarnos con expresiones extremas de violencia sexual perpetradas precisamente por aquellos que no soportan su fragilidad ni que esta pueda ser percibida por los demás”.

¿Existe un efecto llamada?

“El aumento de las violaciones grupales se enmarca en un contexto más general que es el de la violencia sexual. Los datos de la Fiscalía General del Estado sobre procedimientos judiciales abiertos a menores de edad por delitos contra la libertad sexual (agresiones y abusos) nos indican que estos se han doblado en un lustro (de 1081 en 2015 a 1984 en 2019). Los datos de 2020 son menos significativos ya que fue el año del confinamiento por la pandemia, pero aun así fueron muy altos (1661)”, describe Ricardo.

Todo esto señala una tendencia; la violencia sexual denunciada aumenta en la población más joven. Esto puede responder a una mayor sensibilización, menor tolerancia y por lo tanto más denuncias. Según sus palabras, “debemos tener en cuenta que las estadísticas de delitos siempre representan la punta del iceberg de una realidad subyacente”.

Hablamos de cifras preocupantes

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“No todas las violaciones se denuncian. Estamos hablando de cifras muy preocupantes. Por otra parte, nos encontramos con una población adolescente más sensibilizada que nunca por el feminismo y la diversidad sexual y particularmente reivindicativa en este ámbito. Han realizado grandes avances que están por consolidar. Es importante señalar esto para entender cuál es la tensión interna que se da en estos momentos entre los más jóvenes respecto a su sexualidad”, asegura.

¿Hay suficiente educación sexual?

“Educación sexual siempre hay. Las sociedades educan sexualmente a los más jóvenes, les transmiten unos conocimientos y valores por diferentes medios, se traslada un imaginario colectivo acerca de qué es la sexualidad, qué implicaciones tiene en nuestra vida y cómo nos relacionamos con ella. Las sociedades educan no solo en las familias, o en la escuela, lo hacen también a través de los medios de comunicación, de cualquier vía de acceso a información, también de la publicidad. A veces a través de mensajes, otras de imágenes, otras de silencios. Por todo ello es fundamental que nos replanteemos qué estamos haciendo socialmente en este ámbito, cómo estamos haciendo educación sexual en nuestro entorno”, cuenta Ricardo.

“El posicionamiento en favor de la educación sexual en las escuelas en todos los grupos de edad, amparada en el rigor de la sexología científica, tiene que ver con todo esto. No es una cuestión que se pueda dejar únicamente en manos de las familias, ya que estas representan una realidad social muy variada, sino que tenemos que hacernos cargo desde la escuela que debe ser nuestra herramienta más importante de socialización colectiva”, añade el experto.

La educación sexual no puede recaer solo en las familias

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“A nivel de prevención comunitaria debemos hacer incidencia también en el desarrollo moral y emocional. Ponemos una mirada sobre los niños y adolescentes muy centrada en la producción de buenos resultados académicos y buenas conductas, pero dejamos de lado aspectos como el desarrollo de la empatía, la integración del diferente, o la capacidad de aceptar las propias limitaciones, dudas y miedos”, concluye.

“Atribuir las violaciones al consumo de pornografía sería un reduccionismo"

"Es cierto que la pornografía aparece como una referencia en el imaginario colectivo sobre la sexualidad, pero es tan solo un elemento más de banalización de la sexualidad que observamos cotidianamente en la publicidad o en los medios de comunicación”, explica el piscólogo y coordinador xeral de ASEIA, especialista en salud emocional en la Infancia y la Adolescencia. “En todo caso, para que se dé la violencia sexual hacen falta otros elementos que van más allá de este imaginario sexual influido por la pornografía, como son la ausencia de empatía, la inmadurez psicosocial, la pobreza moral... Son muchos los aspectos en los que se debe incidir”, añade Fandiño.

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