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Palabras para liberarse del estigma

Iñaqui Gil Rosendo, fotógrafo y editor de cine vigués con esquizofrenia, desnuda la enfermedad mental y la idea de suicidio en "Oh, la liberté"

Iñaqui Gil. MARTA G. BREA

En 2018 cogió algo de dinero y no mucho más de ropa, una cámara digital y una analógica de medio formato, cargadores de batería y un trípode, y salió de casa. Temprano. Aún amanecía en Vigo. Su destino: París. Su objetivo: ver a Carla. El motivo: el amor. El desenlace: un centro de salud mental en la capital parisina.

Decidió el viaje tres días antes y se marchó sin avisar, por lo que su partida causó un gran revuelo. Su familia denunció su desaparición al ver que no regresaba y se desplegó un dispositivo policial para localizarlo en las inmediaciones de la nave del Grupo Álvarez, en Vigo, donde había dicho que iría a tomar unas imágenes. “No avisé a nadie porque en esos momentos me sentía abandonado en todos los sentidos. No tenía medio de transporte; donde vivía encajaban todas mis cosas, pero no mi forma de entender el espacio de trabajo... Me sentía extraño”, recuerda Iñaqui Gil Rosendo (Vigo, 1979).

Ahora, este fotógrafo y editor de cine plasma este periplo en “Oh la liberté”, autoeditado en el sello Universo de Letras de Planeta, en el que habla de su enfermedad mental y demuestra que más allá del COVID, que parece coparlo todo, hay otros problemas de salud.

Durante este viaje, fue tomando notas de lo que sentía, de lo que pensaba, y que después dieron lugar a este libro, que aborda sin tapujos dos de los grandes tabúes de este siglo: la enfermedad mental y la idea del suicidio como liberación del dolor emocional. En “Oh la liberté” se recogen las ideas, lanzadas como fogonazos de realidad, de una persona con esquizofrenia –está diagnosticado desde 2007– ante el sufrimiento, la indiferencia social y la incomprensión. Quería, dice, soltar lastre, poner distancia.

Gil comparte en este texto las sensaciones vividas con el mundo, sin reparos. “Creo que es mejor ir de cara con los problemas que esconderlos. El problema de la sociedad es que cuando da algo por no resuelto lo da por perdido. Los prejuicios hacen que la gente no sepa cómo tratar al enfermo y este siente que lo están tratando no como a un único ser, sino como a un conjunto de seres con todos los errores que arrastra”, sostiene.

"Creo que es mejor ir de cara con los problemas que esconderlos. El problema de la sociedad es que cuando da algo por no resuelto lo da por perdido"

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Durante un tiempo, el texto estuvo guardado en un cajón, hasta que consideró que había llegado el momento de sacarlo a la luz como un renacer del ave fénix después de varias crisis. “Me sentí con la fuerza de sacar un proyecto adelante y me decidí por este porque tenía claro que no iba a modificarlo”, comenta.

En esta narración autobiográfica, disponible bajo demanda en las plataformas digitales, narra el viaje hasta Francia y su estancia, tras ser interceptado por la Interpol, primero en un psiquiátrico policial, donde está retenido una noche que se le hizo eterna, y después en otro del sistema galo de salud, donde permanece ingresado de viernes a lunes, y refleja las circunstancias e inquietudes de varias personas, pacientes como él, frente a la enfermedad y el encierro. Lo hace mediante “flashes” y pensamientos.

“Hay muchos tipos de centros psiquiátricos y los hay que parecen cárceles. Las casas de retiro románticas que había antes ya no existen. Hoy todo es hormigón. Y las necesidades también han cambiado. Hoy se diagnostican enfermedades que antes pasaban inadvertidas y mucha gente se medica”, afirma.

Vinculado como está al mundo de la imagen –estudió Dirección de Fotografía en el Centro de Estudios Cinematográficos de Cataluña; Adaptación de Guion en la Escuela de Cine y Audiovisual de la Comunidad de Madrid, y Dirección y Guion Cinematográfico en la Escuela Superior de Artes Cinematográficas de Galicia (EGAC), en Vigo– las fotografías no podían faltar en un libro que recoge su experiencia vital como la que le llevó a atravesar los Pirineos en autobús y en tren por “amor a Carla”, como dice en la contraportada del libro, y cuyo encuentro no llegó a producirse. Son una guía de su paso por las calles parisinas y lo que captó su atención.

Gil trabajó como director de fotografía en Barcelona y tiene una galería virtual, saatchiart.com, donde pueden verse algunos de sus trabajos. En 2019, exhibió en la cafetería del Hospital Álvaro Cunqueiro en Vigo y en el CHUO de Ourense “Metanoiem”, una serie de fotografías en las que juega con la inversión de la imagen.

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