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María Oruña Escritora

“Me parece raro que nadie hubiera hecho una copia de las memorias de Byron”

“La literatura perdida dice mucho de lo que somos”

María Oruña, en su casa de Vigo. Ricardo Grobas

El camino del fuego (Destino) es un viaje metaliterario en el que se dan la mano un misterio vinculado a las memorias de Lord Byron, que ardieron tras la muerte del poeta; un amor prohibido en la Escocia del siglo XIX, y un crimen actual. En esta quinta entrega de la serie “Los libros de Puerto Escondido”, la teniente de la Guardia Civil Valentina Redondo y su compañero Oliver se encuentran de vacaciones en Escocia, por lo que la agente tendrá que dejar que otros investiguen el caso del cadáver hallado en el castillo de Huntly, en las Highlands, propiedad de su suegro. Sin embargo, otro misterio acaparará su atención: la búsqueda de las memorias de poeta inglés. María Oruña (Vigo, 1976) juega con la posibilidad de este texto sobreviviese al fuego en un domestic noir en el que la escritora viguesa rinde tributo a las grandes figuras del romanticismo inglés: Walter Scott, Jane Austen, las hermanas Brönte, Mary Shelley, Percy Shelley y, por supuesto, a Lord Byron, un hombre que supo vivir en corso. Y una buena noticia: habrá sexta entrega.

–En esta entrega, la teniente Valentina Redondo se enfrenta a un nuevo crimen, aunque en esta ocasión, lejos de Cantabria.

–Me parecía interesante ver cómo se desenvolvían los personajes fuera de sus roles habituales. Aquí, Oliver no es ese profesor que se va a España escapando de todo ni Valentina es una guardia civil, sino una mujer que está de vacaciones con la familia de su pareja en Escocia, por lo que tiene que dejar que sean otros los que investiguen. Si la anterior entrega era un misterio de habitación cerrada, aquí estamos ante un domestic noir.

–Pero enseguida se centra en la búsqueda de las memorias de Lord Byron. En la novela juega con la posibilidad de que no fueran destruidas y permanezcan en manos de algún coleccionista privado. ¿Cree que es posible?

–Byron iba mandando sus memorias en remesas a su amigo Thomas Moore y es conocido que pasaban de mano en mano en Londres. Me parecería raro que no hubiese hecho una copia teniendo en cuenta que después de que fuesen quemadas oficialmente, escribió la biografía de Byron. Yo no creo que las escribiese solo de memoria. Pero no puedo aseverar que esto sea así. No he contactado con sus descendientes porque entiendo que si las tuviesen no me lo dirían. Pero, como digo al final del libro, es bonito imaginar que alguien una vez escondió un tesoro.

–¿Puede haber otras obras literarias perdidas en similares circunstancias?

–Para crear el personaje de John Becker [El bosque de los cuatro vientos] investigué a fondo el mundo de los coleccionistas privados, que es una élite tremenda y absolutamente desconocida porque así lo desean, y es alucinante los tesoros que tienen guardados y que exponen en sus fiestas privadísimas. Por eso, no me extrañaría que este fetichismo existiese también en el mundo literario. ¡Claro que hay coleccionistas en este sentido! Pero tengo claro que incluso hay libros perdidos ocultos en tapas de otros libros, en antiguos archivos, bibliotecas viejas, en habitáculos secretos como el que describo en la novela...

–El título alude al fuego como medio de destruir los libros. ¿Algunos nos dan miedo?

–Esto es algo que a mí me llamaba mucho la atención. En En el nombre de la rosa, de Umberto Eco, el leitmotiv del crimen es un libro que cuestiona a los poderosos a través del humor. Los libros que más han sido quemados y escondidos son los de humor, porque siempre cuestionan y se meten con el poder; las biografías, porque suelen ser mordaces y revelan los trapos sucios de alguien, y los eróticos, que son los menos dañinos aunque eso depende también de la moda moral de la época. Ese camino del fuego también va a mostrar qué somos. Me apetecía reivindicar el valor de la literatura perdida porque aquello que hemos perdido habla mucho de nosotros. ¿Por qué se perdieron? ¿Por qué censurar los libros si no son manuales de conducta, sino espejos?

  • El camino del fuego

    María Oruña, Destino, 2022, 400 págs.

–El libro está plagado de referencias a los escritores románticos ingleses. ¿Es su forma de homenajearlos?

–Quería reflejar que al igual que nuestra cultura bebe de los clásicos, todo lo que construimos en la literatura hoy está fundamentado en los clásicos. En Una habitación propia, Virginia Woolf afirmaba que ninguna obra maestra de la literatura es una obra maestra por sí sola, sino que acumula el intelecto de todos los autores previos de los que vas absorbiendo. Creo que es un poco zafio por nuestra parte decir: “Fijaos, he escrito una novela tremenda, que bueno soy” porque ese nuevo giro narrativo, esa nueva trama no es tan original; otros la han inventado antes, aunque tú la vayas a mostrar desde otra idiosincrasia cultural y social. Por eso creo que es justo hacer un guiño y un homenaje a todos los clásicos y, sobre todo, a esas personalidades que, sin saber cómo ni por qué, perduraron a través de los siglos. ¿Por qué Lord Byron fue un fenómeno en su época y perduró después?

–¿Por hacer del carpe diem su forma de vida?

–Lord Byron tenía algo muy positivo, que era cuestionarse a sí mismo y los hábitos y las modas a los que estaba sujeto. Creo que esto es algo que nos cuestionamos poco. Damos por hecho que es normal el horario laboral que tenemos, la forma que tenemos que comer... y todo es absolutamente inventado. Sin embargo, él hace un viaje ‘en corso’, es decir, sin someterse a las normas sociales estereotipadas. De hecho, el primer título de la novela era “Viaje en corso”.

–En esta búsqueda de las memorias de Lord Byron, Valentina y Oliver descubren el amor prohibido entre Mary McLeod, una chica de la alta sociedad, y Jules Berlioz, un modesto librero, una historia inspirada en un hecho real. ¿La realidad supera la ficción?

–Me gusta inspirarme en historias reales, aunque a la gente le pueda parecer que algo así no haya podido pasar. Mary vive siguiendo las pautas y sintiendo pánico por si se sale de la norma, pero también hace su propio viaje ‘en corso’. Era inviable que se convirtiese en una Lara Croft, porque no correspondería a su tiempo, pero sí que hace cosas que para su época son extraordinarias. Y sí, todo es real, aunque sin ese viaje literario de librerías. No pongo el nombre real de los personajes que me inspiraron esta historia ni siquiera en “Curiosidades” porque muchos lectores van directamente ahí antes de empezar el libro y quería que el juego de quién es el lobo y quién el cordero se mantuviera.

"En cada novela que escribo me exprimo cerebro y corazón"

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–Tuvo que estudiar también las leyes escocesas del siglo XIX, que recogían una figura que no contempla nuestro Derecho: el tercer veredicto.

–Cuando descubrí la historia real en un libro que compré en uno de mis viajes a Escocia, me llamó mucho la atención el caso judicial y los procesos forenses de entonces, y contacté incluso con la biblioteca de Glasgow, y conseguí documentación sobre el juicio. No quería meter la pata porque nosotros damos por hecho un sistema judicial y de valores, pero en un sitio que está a tan solo unas horas de avión es todo muy diferente: la perspectiva del valor de las familias, de los clanes, y aun así, la visión prejuiciosa que tenemos. Incluso los personajes de la novela dicen que lo de los clanes es porque Walter Scott empezó con este tema.

–¿La novela negra es una percha en la que cabe cualquier temática?

–Cuando me preguntan qué tipo de novela escribo siempre digo novela de misterio-histórica. La novela negra es una etiqueta tan grande que admite muchos registros narrativos. En esta hablo del viaje que suponen los libros, de la censura, del cambio de perspectiva según cambian los siglos y en según qué cosas, del maltrato psicológico, de cómo te apañas cuando tienes que abandonar el papel al que estás acostumbrado, del valor de la literatura perdida... Además, me interesaba incluir un personaje como el de Emily Gordon, la abuela de Oliver, que tuviera cierto peso en la trama porque parece que las cosas importantes solo las hacen los jóvenes.

–¿Habrá sexta entrega?

–Sí. Si no hubiese promoción diría que antes de fin de año, pero yo necesito escribir en mi guarida. Además, necesito respirar. En cada novela me exprimo cerebro y corazón. El trabajo que hago es tan honesto que cuando lo acabo estoy tan extenuada que sé que no hay una gota más que dar.

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