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Jeffrey V. Lazarus | Investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal)

“Las autoridades deben ofrecer a la población vulnerable otra dosis de refuerzo”

“Deberían vigilar mejor el COVID persistente, va a ser un problema durante años tal vez”

Jeffrey Lazarus, investigador del ISGlobal de Barcelona. ISGlobal

El epidemiólogo estadounidense Jeffrey Lazarus, investigador del ISGlobal de Barcelona, es un científico de referencia en la pandemia de COVID-19 y uno de los mayores expertos internacionales en patología del hígado. Cree que los casos de hepatitis pediátrica de origen desconocido que se han detectado podrían ser la punta del iceberg y vuelve a reclamar a las autoridades –como ha hecho al acabar cada ola y vislumbrarse otra– que tengan un plan ante lo que vendrá en el otoño-invierno.

“Al disminuir la protección de la dosis de refuerzo de la vacuna veremos más gente enferma –advierte–. Sabiendo que están subiendo los casos, las autoridades tienen que pensar si se administra la cuarta dosis a los mayores, deben estar vigilantes”.

–Se presenta el dilema de si administrar la cuarta dosis de las vacunas a los mayores de 80, como recomienda el ECDC, o esperar a que estén adaptadas a ómicron, en septiembre, o incluso al otoño-invierno, para coger la probable ola invernal con altos niveles de anticuerpos...

–Es difícil para las autoridades. Deben tener una guía clara. Si han pasado ciertos meses de la dosis de refuerzo, o después de la infección, deben ofrecer a esos sectores de población vulnerable otra dosis de refuerzo. También deben vigilar el número de casos en hospitales y ucis. Como ha bajado tanto, entiendo que las autoridades no lo ven tan grave, y como se ha abandonado la obligatoriedad de las mascarillas, salvo en el transporte público, deberían vigilar mejor el COVID persistente.

Hay miles de personas con COVID persistente. Gente que tiene problemas de olfato, fatiga... Un amigo estrecho tiene trombosis, y la única sospecha es que es por COVID. Sería buen momento para prepararse para el otoño y planear qué vamos a hacer si entra una nueva variante, pensar si vacunar a la población e investigar mucho mejor el COVID persistente, que va a seguir siendo un problema durante años tal vez.

–¿El caso de Reino Unido y el de Dinamarca, que conoce tan bien, y que han ido por delante en la eliminación de medidas, son buenos ejemplos para España?

–Yo no pondría a Dinamarca como ejemplo. Anuncian con orgullo que van a cerrar el programa de vacunación. Lo recuperarán, si lo necesitan, en el otoño, pero lo dicen con tanto orgullo que envían un mensaje confuso a los demás países que no han tenido el éxito de Dinamarca en parar el virus. Reino Unido no ha superado el 80% de vacunados y casi nunca ha sido un buen ejemplo. Dinamarca fue un país ejemplar hasta el año pasado, cuando decidieron que querían volver a cierta normalidad.

–Se insiste, sobre todo desde la sexta ola, en que hay que distinguir entre pacientes hospitalizados “con” y “por” COVID. En algunas comunidades, como Galicia, las autoridades han dicho que hay más de la mitad de ingresados “con” COVID. ¿Hasta qué punto tiene sentido esta distinción?

–Tiene cierta coherencia, pero es difícil medirlo. En Dinamarca dan los datos separados por pacientes en hospitales psiquiátricos. Una vez que están allí se infectan, pero no están en ese hospital por el COVID, y tampoco se cree que el COVID vaya a empeorar sus patologías mentales. También hay gente que se cae en la calle, se rompe la muñeca y al ingresar en el hospital le hacen un test y da positivo siendo asintomáticos. En ese sentido tiene coherencia.

–Claro.

–Pero no tiene coherencia cuando tienes una enfermedad que puede empeorar por el COVID. Cuando estás en el hospital por un problema respiratorio, te hacen un test y tienes COVID a la vez, y a lo mejor el COVID puede empeorar ese problema respiratorio con el que llevas diez años. En ciertos casos es muy difícil distinguir entre el “por” y el “con”, pero hasta cierto porcentaje tiene sentido. Si no, tendríamos hospitales psiquiátricos y urgencias llenas con COVID, y no es el caso. Están encontrando muchos positivos asintomáticos a los que hacen test porque es parte del protocolo al ingresar en el hospital.

–Ha publicado hace poco un trabajo en el “British Medical Journal” (“BMJ”) sobre el derroche de vacunas, que está en un 30% entre los países estudiados. ¿España es un país derrochador de vacunas?

–Cataluña y Madrid tuvieron que tirar 100.000... No tengo ahora los números españoles. No creo que esté en el 30%, pero me sorprendería que estuviera en el 1%. Dinamarca acaba de destruir más de un millón de dosis. Han decidido no vacunar a los mayores, y como van a caducar pronto no pueden enviarlas a otros países que lo necesitan. Hay muchos ejemplos así, aunque las autoridades intentan que no se sepa. También ocurre a la inversa, cuando no quieren ponerte una dosis para no tener que tirar el resto del vial. En un mundo donde faltan dosis y un gran porcentaje no está vacunado, es tremendo saber que millones de dosis van a la basura. Significa que la logística, después de un año y medio, no está bien coordinada. Ocurre también con los alimentos, pero que se tiren vacunas en una pandemia es demoledor.

“Lo que nos preocupa de las hepatitis infantiles de origen desconocido es que no sabemos qué está pasando”

–Usted es un reconocido experto internacional en hepatitis vírica y otras patologías del hígado. ¿Cuál es su impresión sobre la hepatitis pediátrica de origen desconocido? ¿Pordría ser el COVID un cofactor?

–Hace cinco días, cuando hablé con la BBC y el “Financial Times” y compartí impresiones con colegas de Inglaterra, comentaba que el tema se ha politizado mucho, sobre todo en Estados Unidos. El grupo que está en contra de cualquier control de la pandemia ha dicho que esto lo han causado las medidas de control. Echan la culpa a las autoridades y a quienes querían proteger a los niños del COVID. Mientras, los partidarios del “cero COVID” aseguran que claramente es el COVID. La única cosa que puedo decir con certeza es que no lo sabemos. Son solo hipótesis. La teoría más probable es que es un adenovirus. Es muy común y hay 88 tipos. El número 41 está relacionado con problemas gastrointestinales, así que tiene cierto sentido. Si ha aumentado por el COVID puede ser que no hayan visto todos los casos todavía. O puede que hayan tenido COVID antes y después de un periodo contraen el adenovirus y lo pasan peor.

–En España hay 24 casos detectados, y en el mundo alrededor de 230 [cifras del viernes].

–Cinco días atrás estábamos en 200, así que hablamos de un aumento de unos cinco casos al día. Eso decíamos también del COVID, y mire dónde estamos... Lo que nos preocupa es que no sabemos qué está pasando. Si ha visto los datos de la OMS sobre mortalidad de COVID, 80 países no enviaron datos. En estos casos de hepatitis en niños puede ocurrir como con el COVID al principio, que países como España y Bélgica no enviaban datos. Como epidemiólogo estoy seguro de que hay más que 230, es lo esperable. Lo que no sabemos es cuántos más y a cuántos va a llegar. Si no es un virus nuevo que se contagia de persona a persona y es un adenovirus de toda la vida, lo están vigilando las autoridades. Si un niño llega al médico con problemas gastrointestinales hay que hacer un test de adenovirus y de COVID para comprobar si es eso.

–Algunos virólogos han señalado que los casos de hepatitis desconocida en España no superan las cifras anuales esperadas. ¿Se producen todos los años casos de hepatitis de causa desconocida?

–Hay muchísimos casos de hepatitis de causa desconocida. Lo que ha sorprendido, por ejemplo, en Estados Unidos, es que los casos estaban concentrados, pero eso puede ser porque alguien está vigilando bien en esa zona.

–Entiendo.

–Ya sabe lo que ocurre muchas veces: lleva a su hijo al médico porque tiene diarrea y le duele muchísimo el estómago y le mandan a casa a descansar... Ahora están haciendo test y descubren que “¡vaya, tiene COVID!” o “¡vaya, tiene adenovirus 41”, “¡y es el quinto en un mes!”. Hay que estudiarlo, claro, pero creo que también vale la pena mirar cuáles son los niveles normales. Por ejemplo, los números de exceso de mortalidad se han compensado con la bajada de mortalidad de la gripe. Hay miles de personas que no han muerto de gripe en los países nórdicos en los últimos dos años. Es complicado. Al menos me alegro de que hayan sido relativamente pocos casos de hepatitis infantil, aunque algunos han sido muy graves.

–Se ha llegado a culpar a las mascarillas, cuando en España los menores de 6 años no las han llevado.

–Y no estaban vacunados. No es ni la mascarilla ni la vacuna, de eso estamos seguros. Los niños estaban en casa en la primavera de 2020 y han pasado dos años, así que han estado expuestos a adenovirus todo el año pasado. Han ido al cole... Quizá no han jugado con sus amigos tanto como antes, pero las playas estaban a tope el verano pasado. No se le puede echar toda la culpa a intentar controlar el COVID.

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