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Día de la madre

El estigma social de las “no madres”: “¿Para cuándo el guaje?, se te va a pasar el arroz”

“De pequeña solo tuve un muñeco bebé, y no quería ser su mamá: nunca me visualicé cuidando a una criatura humana mía”, sentencia la avilesina Lola, de 47 años, que coincide con maría, de 24 años: “la maternidad no es una condición”

El estigma social de las “no madres”: “¿Para cuándo el guaje?, se te va a pasar el arroz” LNE

Hay mujeres madres y no madres. Mientras las primeras celebran hoy, domingo, una fiesta de carácter principalmente comercial y popular, las segundas aún sufren el estigma social de una decisión. “Eres una egoísta”, “Estás equivocada, ya se te pasará”, “Buen disgusto le darás a tu suegra: quiere ser abuela”...

Lola y María, ambas prefieren mantenerse en el anonimato, son dos mujeres de la comarca avilesina que no quieren tener descendencia. Forman parte del movimiento NoMo (abreviatura del inglés “No Mother”, “No Madre”) que engloba también a las mujeres que no pueden reproducirse. Defienden que no tener hijos es una opción tan válida como la de ser madre: “No es una condición”, subrayan. Lola tiene 47 años; María, 24. Las dos están hartas de que una gran mayoría se atreva a opinar sobre su vida y lo que hacen con su cavidad uterina.

Cada día, en cada cena de Nochebuena o en reuniones de amigos, las avilesinas deben escuchar la misma cantinela que viene de atrás, porque hasta hace no demasiado estaba el casi mandato de que ser madre forma parte del ser de la mujer. Son con frecuencia tildadas de egoístas, de incompletas... Aún son consideradas “bichos raros” pese a que las mujeres NoMo no son ninguna rareza. En España el número de nacimientos descendió hasta los 338.532 en 2021, un 0,6% menos que en 2020 (2.103 menos), alcanzando un nuevo mínimo histórico, según la estimación mensual de nacimientos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En Asturias, en concreto, la natalidad ha tocado fondo.

“Me llaman egoísta quienes me preguntan que si no tengo hijos quién me va a cuidar cuando envejezca: ¿no es más egoísta, en este caso, tener un hijo pensando en que te ofrezca cuidados de mayor?”, cuestiona Lola. Ser mujer, reiteran, no es sinónimo de ser madre.

Lola siempre tuvo claro que no quería ser madre, desde muy niña. “Nunca me visualicé cuidando a una criatura humana mía”, dice, y continúa: “Solo tuve un muñeco bebé, sin carricoche ni nada de eso, y no quería ser su mamá”. Lola se entretenía más y mejor soñando con viajes que, luego, de adulta, llevó a la realidad. “En un momento dado crie durante un tiempo al hijo de mi pareja, pero él siempre respetó que yo no quería ser madre”, precisa.

¿Y por qué esta decisión? “En mi caso no ha habido campana o llamada de la maternidad en ningún momento, como decía. Me parece, además, una responsabilidad muy grande decidir tener criaturas o no, su educación, cambiar hábitos y costumbres”. Lola trabaja y, cuando puede, hace la maleta hacia destinos lejanos donde ha escrito parte de su proyecto de vida.

María considera que, por su juventud, infravaloran su decisión: “Parece que tengo que satisfacer las necesidades de otras personas. Por ser mujer parece que el proyecto de vida tiene que pasar por la maternidad, pero yo no lo veo así”, señala esta joven que considera que el feminismo facilita herramientas muy válidas para elegir si se quiere o no ser madre. “No seremos madres, pero aquí estamos y contamos”. Así se definen las miembros de la red británica “Gateway Women”, la primera en alzarse en defensa absoluta, y sin tapujos, de las mujeres que no tienen hijos, sea el motivo que sea, tanto de las que no han podido por motivos biológicos, como su creadora, Jody Day, o de las que han decidido no tenerlos por creer que su vida así es mejor. Cada día suman más las mujeres no madres. Como sonido de fondo, las palabras de Simone de Beauvoir: “La mujer no nace, sino que se hace”.

Pero la maternidad es todavía, según los expertos, una de las facetas femeninas en las que más presión ejercen sobre la mujer las expectativas sociales. Lola califica de “innumerables” las veces que le preguntaron por su no maternidad: “¿Para cuándo el guaje?”.

“Nadie está en el derecho de preguntar por estas cosas. En mi caso no tengo hijos o hija porque no quiero, pero si fuera por una enfermedad u otra razón y no pudiera tenerlos aunque quisiera, ¿alguien de los que preguntan es consciente del daño que está haciendo?”.

María va más allá: “A los hombres no les cuestionan como a nosotras. Si deciden que no quieren tener hijos nadie los tacha de egoístas, nadie les pregunta, nadie les dice que se les va a pasar el arroz”.

Lola y María reconocen que les gustan los niños: “Yo me lo paso genial con mis sobrinos”, dice la primera, que además de entrar en el movimiento “NoMo” también sigue el fenómeno “pank”, otro anglicismo que se podría traducir por el de “tiona” que cuida a los hijos de sus hermanos con agrado. María no cierra las puertas a acoger a algún niño en un futuro que ahora ve muy lejano. Pero tiene claro que no va a parir. Sus proyectos de vida son otros.

La psicóloga también avilesina Marisol Delgado considera que se debería asumir de forma general que ser madre y no serlo “son opciones igual de válidas, igual de legítimas e igual de respetables”. “Afortunadamente han pasado aquellos tiempos en los que se pensaba que una mujer no se realizaba plenamente hasta que no era madre...”, subraya.

En cuanto a la decisión de no ser madre, no hay una única variable, un único motivo que lo explique, a su modo de ver. “Las razones son diversas, como diversas somos las mujeres”, dice.

Estarían, señala, las que, directamente, no contemplan la maternidad como parte de su proyecto vital, las que tienen un desempeño profesional prácticamente incompatible con ser madres, las que están inmersas en unas circunstancias personales, sociales o económicas complicadas, las que no quieren asumir las responsabilidades inherentes a la crianza, las que no quieren perder su independencia, las que arrastran situaciones de trauma por haber sufrido inadecuados vínculos de apego y temen no poder desarrollar otros vínculos más sanos, las que consideran que sería egoísta traer hijos e hijas a este mundo viendo la deriva de la sociedad en que vivimos...

“Están también las que no encuentran una pareja que les parezca adecuada y no se plantean tampoco formar un hogar monoparental, las que esperan a tener cumplidos unos objetivos de vida y, al final, deciden no cambiar sus rutinas... En fin, razones hay muchas”, aclara la experta avilesina.

Agrega: “También habría otro grupo de mujeres, en aumento, por cierto, que van dejando pasar el tiempo a ver si sienten ese sentimiento llamado instinto maternal del que tanto se habla que, en ocasiones, se debaten en verdaderos mares de dudas respecto a quedarse embarazadas bien por la presión del entorno bien por la idea de que más adelante la biología no se lo permitirá y les surge el miedo a arrepentirse con el paso del tiempo”.

En estos casos, señala Delgado, pueden darse situaciones de “intenso estrés y desgaste emocional”: “Por eso es tan importante no juzgar nunca este tipo de decisiones”, dice la psicóloga, que deja claro que ese instinto maternal no se refiere tanto al deseo de ser madres como a las conductas de proporcionar cuidados y protección cuando se tienen hijos. “Y, por supuesto, no es algo que surja de forma automática solo por el hecho de ser mujeres”, concluye.

Hoy las no madres como María y Lola celebrarán su decisión: la libertad de decidir no ser madres.

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