"La prostitución es violencia sexual. Ser penetradas de manera continuada y repetitiva es una tortura. El cuerpo de una mujer no está hecho para ser penetrado durante doce horas, los siete días de la semana. Sin embargo, muchos puteros no se reconocen como agresores sexuales, porque se ven a sí mismos como 'puteros majos', que están haciendo un favor a la humanidad 'ayudando' a mujeres que están en situación de pobreza, y que las tratan bien porque no les pegan. Los puteros pagan por penetrar a mujeres que no les desean. Esta idea de ser mujer y tener sexo sin querer sexo, fuera del sistema prostitucional, se consideraría una violación. Sin embargo, en la prostitución la violencia sexual queda justificada por el intercambio de dinero".
Con afirmaciones tan rotundas como esta, la activista abolicionista y exvíctima de trata Amelia Tiganus realiza en su libro "La revuelta de las putas" un profundo análisis sobre el funcionamiento del sistema prostitucional. En la actualidad, España se sitúa como el país líder a nivel europeo en cuanto a demanda de prostitución y como el tercero a nivel internacional, tan solo superado por Tailandia y Puerto Rico. Amelia Tiganus visitó ayer A Guarda para presentar su nuevo libro, en el que además de relatar sus propias vivencias como exvíctima de trata, aporta sólidos argumentos para luchar por un mundo más justo, igualitario y sin prostitución para mujeres, niñas y niños.
-Hace siete meses que se publicó su libro “La revuelta de las putas. De víctima a activista”, ¿está satisfecha con el recorrido que está teniendo?
-La verdad es que estoy muy contenta, porque sí pensaba que iba a tener cierta trayectoria, pero lo que no me esperaba es que en muy poquitos meses vaya de camino ya de la sexta edición con más de 12.000 ejemplares vendidos. El feedback que estoy recibiendo por parte de las lectoras, y de algunos lectores también, que cada vez hay más hombres que se suman a esta causa, está siendo muy buena y lo que me suelen comentar es que en algún momento de la lectura del libro se sienten absolutamente identificadas aunque sus vidas no se hayan dado en el marco de la prostitución. Esto creo que demuestra el vínculo que tenemos las mujeres, esa herida colectiva que en uno u otro momento nos identificamos como iguales, al margen de la dicotomía patriarcal entre las unas y las otras, las buenas y las malas, las putas y las santas.
-En los últimos años la explotación sexual de las mujeres ha saltado a la palestra y usted ha desempeñado un papel fundamental con su activismo a nivel nacional, ¿cree que por fin se está creando conciencia social al respecto?
-Desde un punto de vista social, creo que la sociedad civil sí está mostrando un mayor interés al respecto y esto responde a nuestro ímpetu, de las activistas; gracias por el reconocimiento, pero creo que este es un trabajo colectivo mediante el cual estamos avanzando gracias a las reivindicaciones que ya iniciaron otras mujeres hace cuatro décadas, aunque ahora tengamos más proyección. Lo que más me preocupa, a pesar de estar contenta por este cambio que estamos experimentando a nivel social, es el desinterés por parte de las instituciones públicas y de los poderes políticos, que se dedican a decirnos que van a apostar por garantizar los derechos humanos de las mujeres, por la igualdad, porque somos feministas, apropiándose de todo lo bueno que hemos ido generando, pero a la hora de la verdad no vemos medidas claras de cómo prevenir, proteger y reparar a las víctimas, principalmente porque hay un interés en negar el daño que nos producen a las mujeres, a las mujeres en prostitución, la existencia de los puteros, esos hombres que pagan por penetrar a una mujer que no les desea sexualmente con absoluta impunidad y que además se regodean de ello.
-Respecto a lo que comenta, es cierto que muchas administraciones no dudan en declararse abolicionistas de la prostitución, pero al final ese pronunciamiento tan solo se queda en una declaración institucional.
-Exacto. Para abolir la prostitución necesitamos una herramienta jurídica, porque si entendemos que abolir es deslegitimar este sistema que prostituye a las mujeres, no a todas, pero una gran parte somos prostituibles, necesitamos una herramienta jurídica. Tal y como tenemos la ley integral contra la violencia de género, que ya lleva unos años, no por ello se ha conseguido erradicar la violencia machista y esto es lo que tenemos que entender, que una ley no cambia el mundo de un día para otro, pero sí sirve para poder exigir que se dote de presupuesto a la lucha contra ese problema. Lo que nos encontramos ahora mismo es que están dando bandazos con respecto a lo que estamos exigiendo, que es una ley abolicionista del sistema prostitucional, y lo van reduciendo a una ley contra la trata, quedando la sensación de que nos están vendiendo. Porque por un lado intentamos garantizar los derechos de las mujeres, nosotras por derechos entendemos acceso a una vivienda, educación, terapia, trabajo… pero si por otro lado dejamos el grifo abierto para que los puteros y proxenetas sigan destruyendo a mujeres cada vez más jóvenes, cada vez más niñas, no avanzamos, sobre todo teniendo en cuenta que este tipo de explotación sexual se está trasladando a las redes sociales y llega a las niñas autóctonas, que es lo que más se está demandando ahora mismo: producto autóctono, kilómetro 0.
La prostitución se está trasladando a las redes sociales y llega a niñas autóctonas, que ahora mismo son lo más demandado por los puteros
-En la actualidad estamos atravesando un contexto socioeconómico muy cambiante, arrastramos las consecuencias de dos años de pandemia, sumado al estallido de una guerra en Occidente, ¿cómo repercute este tipo de situaciones en las mujeres que están siendo explotadas sexualmente?
-Repercute de una forma atroz porque nos encontramos con situaciones todavía más violentas, de un mayor abandono institucional, y también con un incremento de las mujeres que acaban siendo esclavizadas sexualmente. Cuando se dan este tipo de giros en la historia de la humanidad, las mujeres somos las primeras perjudicadas, porque somos las que acabamos arrojadas en esos lugares que tradicionalmente se nos ha reservado dentro del patriarcado: a criar y a cuidar o a satisfacer sexualmente los deseos de los hombres como si fuera cuestión de vida o muerte. Como la situación de las mujeres siempre es algo secundario, en general, en el caso de las mujeres que están siendo prostituidas ellas pasan a un cuarto o quinto lugar en cuanto a derechos humanos, y sí, estamos en un momento crítico una vez más, pero creo que está habiendo también un giro importante porque las mujeres empezamos a reconocernos como iguales. Las mujeres jóvenes hoy sufren directamente la violencia sexual y no existe esa barrera que imponía la moral judeocristiana entre la buena y la mala mujer, cuando a todas nos tratan como a putas y objetos de consumo, algo que especialmente sufren las jóvenes que mantienen relaciones con chicos también jóvenes, que son educados en la pornografía, que consumen a partir de los 8 años, pues dentro de lo malo nos estamos encontrando con que las mujeres ya no estamos dispuestas a aceptar que nos traten ni que traten a ninguna mujer como no queremos que se nos traten a nosotras mismas.
Ahora, a través de aplicaciones, un hombre puede elegir por catálogo la mujer que quiere consumir y que se presente en su casa u hotel
-Están llegando noticias también sobre la captación de mujeres en las fronteras que huyen de la guerra; una vez más podemos comprobar como ante una situación dramática y de necesidad, hay quien se aprovecha de la vulnerabilidad de las mujeres para sacar partido.
-Es que esta es la historia que se repite una y otra vez. Conociendo la historia de la humanidad, sabiendo cómo funciona la guerra y como a lo largo de todas las guerras, porque aunque ahora la de Ucrania está más próxima, siempre hay conflictos bélicos en activo, las mujeres hemos sufrido las graves consecuencias de algo creado por los hombres. Y quien destruye a las mujeres y a las niñas de una comunidad, de un pueblo o de un país, destruye a la propia comunidad. Este tipo de situaciones no son absolutamente de extrañar. Lo más curioso de todo esto es cómo los hombres participan activamente en esa guerra contra las mujeres, porque ahora mismo tenemos Internet y redes sociales, y sabemos que la búsqueda en las páginas de pornografía está relacionada con las situaciones de vulnerabilidad de las mujeres. Pasó en su día con las mujeres venezolanas, cuando empezaron a llegar al territorio europeo, a los países ricos de Europa, debido a la situación política, económica y social; después ya las búsquedas se centraron en mujeres refugiadas sirias y ahora mismo lo que más se busca son mujeres ucranianas. Esto nos demuestra que la situación de pobreza y vulnerabilidad de las mujeres excita a los hombres, no es algo que lo digamos siempre, sino que ya lo advirtieron antes las grandes teóricas feministas. Y con Internet, esto se produce a una escala todavía mayor, en foros y plataformas en donde los hombres se encuentran y refuerzan esa masculinidad patriarcal.
-Históricamente, Galicia ha sido puerta de entrada de narcotráfico y, a menudo, narcotráfico y prostitución caminan de la mano, ¿qué análisis realiza al respecto?
-Sin duda alguna, quienes venden drogas o venden armas, también venden mujeres, porque es mucho más fácil vender mujeres, que ni siquiera hay que fabricarlas y estas redes están vinculadas entre ellas. Sobre todo, lo que tenemos que cambiar es la percepción de que los malos son los de fuera, los grandes proxenetas no son rumanos, ni nigerianos, ni colombianos… Los grandes proxenetas son autóctonos porque son ellos los que crearon este sistema de destrucción masiva, primero a través de las drogas, que fue lo primero que entró y una cosa lleva a la otra, y por supuesto que terminan creando un mecanismo para destruir a las mujeres. Y ojo, que en este círculo también se destruye a los niños varones cuando se les enseña a la fuerza bruta de que para ser hombre hay que violentar a las mujeres. Nuestros niños varones también tienen derecho a crecer en un mundo en donde se le transmitan valores como que las mujeres son unas compañeras en este viaje llamado vida y que no son meros objetos a través de los cuales eyacular o reforzar su masculinidad. Es una problemática social. Aquello que nos parecía que no tenía nada que ver con nosotros porque en un puticlub están las putas y que qué nos importan las putas, pero lo cierto es que sí nos importa que 4 de cada 10 hombres de este país conviven con nosotras y pagan por penetrar a una mujer que no les desea sexualmente. Tenemos que dejar de cerrar los ojos: los grandes narcos compran al pueblo, van de Robin Hood por la vida, financiando clubs deportivos, obras, etc, y como sociedad ya nos toca decidir si queremos asentarnos sobre la aniquilación de las mujeres que más nos necesitan, porque si vivimos en una sociedad democrática que aspira a ser feminista, su bienestar no se puede sostener en base a eso, tenemos que ser honestos.
Estamos en un momento crítico, porque ante una guerra o una crisis, las mujeres somos relegadas o a criar y cuidar o a satisfacer sexualmente los deseos de los hombres
-En nuestra comunidad no existen esos grandes prostíbulos del Mediterráneo, poco a poco también se han ido reduciendo a pie de carretera, pero nos encontramos con que ahora se explota sexualmente a las mujeres en pisos particulares, ¿se debe este cambio a que puteros y proxenetas están cada vez más en el punto de mira de la sociedad o existe otra explicación?
- Esto se debe a un cúmulo de cosas. En primer lugar, debido a la digitalización, porque el mundo está cambiando y esto es la crónica de una muerte anunciada, porque lo de los prostíbulos se ha quedado desfasado, por muchos motivos pero principalmente porque ahora los puteros lo que buscan es intimidad. Buscan intimidad porque por primera vez en la historia están señalados, están en el foco y la denuncia está sobre ellos, por lo que ya no van tan tranquilos y por eso buscan los pisos. Pero también sucede que por el medio vivimos una pandemia, y si bien algún medio de comunicación anunció a bombo y platillo que retiraban los anuncios de contactos de sus páginas, realmente es una farsa porque simplemente vieron que iban a dejar de existir esos espacios, porque ¿quién compra el periódico hoy en día teniendo el móvil en el bolsillo? Y con esto quiero decir, que los propios proxenetas van un paso por delante para que no se pierda el negocio y han creado una red de pisos, que llaman agencias, y que utilizan para continuar explotando a las mujeres. En muchas ocasiones no necesitan ni siquiera usar esas agencias, porque hoy en día, a través de buscadores, cualquier putero puede bajarse del avión en Vigo y decir que le apetece una mujer rubia de 1,70 metros y a través de aplicaciones le saltan las más cercanas y elige en el catálogo, que se presentan en su hotel como un bien de consumo más. Así se han reiventado los proxenetas, adaptándose a un nuevo mercado y a una nueva realidad.