No hay posibilidad de redención. Al menos no en el caso de Antonio Anglés, buscado desde hace treinta años por el triple crimen de las niñas de Alcácer. Así lo cree Santiago Díaz, guionista y escritor, que en “Las otras niñas” (Reservoir Books) fabula sobre cómo habría sido la vida del prófugo más famoso de la historia reciente de España en el supuesto de haber logrado llegar a las costas irlandesas tras tirarse del buque City of Playmouth, en el que viajó como polizón. Díaz está convencido de que habría seguido asesinando a niñas inocentes. De ahí el título de su nueva novela.

“No estamos hablando de alguien que haya cometido un crimen de forma fortuita o porque estuviera drogado, sino de un monstruo, de alguien que a los diez años ya lideraba bandas de delincuentes callejeros en Valencia. Hay mucha maldad en un crimen como el que cometió y por eso, tarde o temprano, el monstruo volvería a delinquir”, afirmó ayer en el Club FARO, en la conversación que mantuvo que la escritora viguesa María Oruña, autora de la saga “Los libros de puerto escondido”.

El escritor lanza otro interrogante aún más inquietante: ¿Cuál sería la reacción de medios de comunicación y sociedad si la Policía, de forma casual, lo encontrara ahora, cuando sus delitos están a punto de prescribir? Aunque en la novela no se posiciona en ningún momento y deja que sea el propio lector el que se forme sus propias opiniones, en el MARCO de Vigo sí dio la suya sobre la necesidad de revisar las leyes en cuanto a la prescripción de crímenes tan atroces como este. “Estoy seguro de que, como otras cosas, nos dividiría y creo que antes de que esto pueda pasar, con este u otro caso, habría que plantearse si no hay que cambiar las cosas. Hay crímenes que no deberían prescribir jamás”, afirmó el escritor, que reconoció que esta historia le rondaba la cabeza desde hacía 30 años aunque no se atrevió a darle forma hasta ahora.

En “Las otras niñas”, la Policía encuentra, de forma fortuita, unas huellas dactilares que corresponden a Antonio Anglés y localizan su paradero. A partir de aquí, construye, de forma ficticia, la supuesta vida del prófugo y cómo habría evolucionado como persona –y como asesino–. Este es un “thriller” que se estructura es la inversa: el lector sabe desde el primer momento quién es el asesino, por lo que el desafío está en cómo atraparlo, buscando víctimas más cercanas en el tiempo por cuyo crimen pueda ser detenido y juzgado.

En sus páginas se ve el oficio de guionista: capítulos cortos, tramas paralelas y “flashback” que enganchan al lector. “Todo lo que he aprendido ha sido en la televisión. Nuestro mayor enemigo es el mando a distancia, por lo que tenemos que convencerle para que no cambie de canal y esto lo hacemos con diversas subtramas y capítulos cortos”, explicó. Y esta misma técnica es la que Díaz aplica a sus novelas.

Aunque como novelista comenzó en 2018 con “Talión”, reconoce que cada vez se siente más cómodo como novelista. “Estoy muy orgulloso de ser guionista, pero en la novela es donde he encontrado la forma de contar las historias a mi manera, desde el principio hasta el final”, comentó el guionista, que ha trabajado, entre otras series en “El secreto de Puente Viejo”.

Paralelamente a la trama principal, que cuestiona los límites de la justicia, la novela también aborda otros temas, como la corrupción en distintos estamentos oficiales, incluidos los que trabajan para hacer cumplir la ley; la maternidad y la conciliación familiar; el amor; la lealtad y los trastornos psicológicos –su protagonista, la inspectora Indira Ramos, sufre un trastorno obsesivo compulsivo con el orden y la limpieza–. El equipo de Ramos, que ya protagonizó “El buen padre” (2021), repetirá en una tercera entrega, en la que continuará la trama secundaria protagonizada por otro de los personajes, Lucía Navarro. “Me gusta que los personajes evolucionen, que empiecen en un sitio y acaben en otro”, explicó Díaz, que reconoció que siempre está escribiendo. “Escribo todos los días de mi vida, aunque solo sean dos líneas”, dijo.

Díaz prepara, además, una novela histórica, un reto para el que echará mano del oficio. “Los guionistas servimos igual para un cosido que para un descosido”, bromeó.

Un triple crimen que conmocionó a la sociedad

“Las otras niñas” es la segunda entrega protagonizada por la inspectora Indira Ramos, en la que Santiago Díaz fabula con la posibilidad de que la Policía encontrase a Antonio Anglés, buscado por el asesino de las niñas de Alcácer. Míriam García, María Hernández y Toñi Gómez desaparecieron la noche del viernes 13 de noviembre de 1992, cuando se dirigían haciendo autoestop a una discoteca de la localidad de Picasent donde se celebraba una fiesta de su instituto. El 27 de enero de 1993, setenta y cinco días después de su desaparición, dos apicultores encontraron los cadáveres semienterrados en una fosa en el barranco de la Romana, un paraje de difícil acceso. El hallazgo de los cuerpos y el conocimiento posterior de las vejaciones a las que fueron sometidas conmocionaron profundamente a la sociedad. Las investigaciones policiales apuntaron a que el triple crimen fue cometido por dos delincuentes comunes: Antonio Anglés y Miguel Ricart, de 26 y 23 años respectivamente. “Las otras niñas” retrocede hasta 1992 para narrar el caso, aunque en ningún momento se detiene en detalles escabrosos. “No me interesaba contar el crimen, sino cómo podría haber escapado Anglés, cómo podría ser su vida y qué pasaría si, de repente, descubriésemos que está vivo”, insistió Díaz, que, por cierto, es hermano de uno de los escritores que firman con el pseudónimo de Carmen Mola.