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La deportación de un anarquista gallego al campo de Mauthausen

Su pueblo natal, Castronuño, le rindió homenaje ayer

El alcalde de Castronuño y la historiadora María Torres.

La vida de Matías Rodríguez Barajas (Castronuño, 1903) es una historia singular dentro del horror nazi ocultado en España con la complicidad del Franquismo. Deportado al campo de concentración de Mauthausen-Gusen, este coruñés de adopción jugó un papel clave en el sindicalismo anarquista en Galicia, algo que marcaría su vida durante la Guerra Civil, el exilio y su asesinato en un campo de exterminio controlado por el III Reich. Su historia ha sido reconstruida gracias a la infatigable labor de la investigadora María Torres, una referencia académica e historiográfica en todo lo que tiene que ver con gallegos y gallegas deportados durante la Segunda Guerra Mundial.

Matías nació en un pequeño pueblo de Valladolid en una época de escasez y miseria. Con apenas ocho años perdió a su padre y, al poco tiempo, su madre decidió emigrar a México en busca de una vida mejor. Él se quedó en el pueblo bajo el cuidado de sus abuelos, pero sus condiciones materiales de vida lo llevarían a emigrar a Galicia siendo un adolescente para tratar de buscar un nuevo rumbo. El destino fue A Coruña, una ciudad donde aprendió el oficio de tipógrafo y en la que en 1932, recién instaurada la Segunda República, comenzó sus vinculaciones con el sindicalismo anarquista. Conocido en tierras gallegas como “O Baraja”, el historiador Dionisio Pereira ha contrastado el “papel clave” de Matías en la huelga de Telefónica de 1931. Aquellas movilizaciones, simultáneas en buena parte de las urbes del Estado español, acabaron con 30 muertos y más de 200 heridos.

A la izquierda, el parte de fallecimiento del campo de Mauthausen Gusen. A la derecha, la inscripción del Stolpersteine.

En 1933 es uno de los fundadores del Ateneo Libertario coruñés Nueva Era y miembro del grupo faísta –de la Federación Anarquista Ibérica– Amanecer Anárquico. “Según la documentación de la época, este ateneo tenía una de las bibliotecas más importantes de la ciudad y que por desgracia fue quemada por los fascistas durante la Guerra Civil”, apunta la historiadora María Torres. Este colectivo se declaraba disidente con los postulados de José Villaverde Velo, secretario general de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) hasta 1933. Durante los años más sólidos de la Segunda República española, Matías fue considerado uno de los principales enlaces de Francisco Urales, fundador de la CNT, en Galicia.

En los registros documentales de la Guerra Civil, se pierde la pista de la vida de Matías Rodríguez. Aunque se desconoce la fecha exacta, no es hasta el final de la guerra cuando se le ubica a él, a su mujer y a su hijo cruzando la frontera francesa buscando asilo político. Los tres acabarían en el campo de concentración de Le Bacarés. Allí, decenas de miles de refugiados españoles vivieron en condiciones degradantes y fueron forzosamente alistados en las compañías de trabajo como mano de obra esclava.

Con la complicidad del ministro y ‘cuñadísimo’ de Franco, Serrano Suñer, como tantos otros republicanos, Matías fue detenido y deportado al campo de concetración Mauthausen-Gusen, donde murió asesinado el 11 de noviembre de 1941.

Gracias a la reconstrucción historiográfica de María Torres, la corporación local del pueblo natal (IU) de Matías rindió ayer, 14 de abril y Día de la República, un homenaje a su memoria con la instalación de un Stolpersteine en la calle en la que nació y que ahora está en frente de la Casa Consistorial. “Creemos que es fundamental que no se repitan los errores y los horrores del pasado. El mejor homenaje que le podemos hacer es recordarlo”, explica el alcalde de Castronuño, Enrique Seoane.

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