“Nas clases de Antía, había emoción na xeografía, nunha pedra e nunha borrasca. A historia non era un pasado petrificado e inmóbil ao que xa non se lle podía pedir contas; estaba conectado co presente e o futuro”. Así arrancó ayer en palabras de Pepe Pintado el homenaje laico que familiares, amigos y alumnos brindaron a la pedagoga y profesora Antía Cal, fundadora del Colegio Rosalía de Castro en la ciudad olívica. Sus restos serán velados hasta hoy en el Tanatorio Vigo Memorial para después partir al cementerio de Meira, en Moaña, y reencontrarse con los de su marido y amor de su vida, Antón Beiras.

Pintado, alumno de Antía Cal, destacó como él y sus compañeros fueron educados en una nueva forma de enseñar, pionera en aquellos años 60 y 70. “Fomos educados para unha sociedade que está por facer”, indicó para recalcar que, ante todo, Tita, Antía Cal, los enseñó a pensar.

El alcalde y caride, con Hixinio Beiras. / ALBA VILLAR

En la sala número cuatro del Vigo Memorial, no se cabía en la tarde de ayer. Muchas personas quedaron fuera para asistir a este sentido homenaje donde palabra, música y sentimiento formaron un triunvirato en forma de pésame que tardará en olvidarse.

La segunda persona en dirigirse a los asistentes fue Beatriz Beiras, hija de Antía, quien venció el quebrantable dolor para recordar cómo todos los veranos realizaban un viaje con su progenitora. Rememoró para esta ocasión el efectuado dos años atrás a Castilla, para recalar en Ávila donde acudieron a una exposición sobre Santa Teresa de Ávila, a la que Cal admiraba mucho.

“Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa”

De hecho, Beatriz declamó el poema de la santa con los archiconocidos versos “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa” que, precisamente, Cal reservaba en el cabecero de su cama.

La tercera intervención corrió a cargo de Carme Varela. La autora de “As desterradas” –Premio Álvaro Cunqueiro de Teatro– entonó un poema de Cid Vergara Vilariño donde pedía ser enterrado en la tierra de sus antepasados.

Beatriz Beiras, hija de Cal, en su discurso. / ALBA VILLAR

Cerró las alocuciones Hixinio Beiras, hijo mayor de Antía Cal, quien, visiblemente apenado, ofreció parcas pero sentidas palabras a los asistentes para agradecerles su presencia. “Sentímonos moi arroupados e agradecémolo de corazón”, indicó.

También destacó la participación en el acto de una violonchelista. Hixinio Beiras explicó que la joven procede de Járkov, Ucrania, y pertenece al grupo de músicos que en su día estudiaron en el Conservatorio Superior de Vigo y que este centro consiguió traer de nuevo a la ciudad para que escaparan de la guerra.

La intérprete, Iryna Morozova, de la Orquestra Vigo 430, ofreció la II Suite de Bach para chelo en D menor tocando el preludio, la allemande y la zarabanda, piezas lentas que se intercalaron con las distintas intervenciones de Pepe Pintado, Beatriz Beiras, Carme Varela e Hixinio Beiras.

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Finalmente, el cierre corrió a cargo de un gaitero que interpretó el himno gallego, cantado en alto por los asistentes.

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Entre estos, se encontraban familiares muy allegados como el profesor, político y referente del nacionalismo Xosé Manuel Beiras. También acudió el director xeral de Política Lingüística, Valentín García; así como el académico Xesús Alonso Montero, entre otras personalidades de la cultura y la sociedad gallega.

Con anterioridad, el alcalde de Vigo, Abel Caballero, y la edil María Xosé Caride dieron también su pésame a la familia en el tanatorio.