Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La maestra que abrió camino a Antía Cal

Ernestina Otero fue el símbolo de emancipación femenina y feminista de la primera mitad de siglo XX en la enseñanza gallega

Claustro de profesores de las Escolas Normais de Pontevedra (1915-1916). Ernestina Otero en el centro con traje claro. Cedida

Galicia sufrió ayer la pérdida de la renovadora de la pedagogía gallega y precursora de la escuela del siglo XXI. Antía Cal, “Tita”, falleció a punto de cumplir 99 años y con su muerte se queda huérfana la lucha por mejorar la educación desde la igualdad, el laicismo, la libertad y la apertura a los idiomas. La educadora viguesa fue una pionera, puesto que en los años 60 revolucionó la docencia con la fundación del colegio Rosalía en la ciudad olívica, el primer centro educativo que introdujo la enseñanza en gallego, además de contar con aulas mixtas. Al igual que otras docentes como Paulina Sánchez, Antía Cal bebió de la filosofía de otra gran pionera, la gran maestra de maestros en la primera mitad del siglo XX: Ernestina Otero. Así era la profesora que marcó a Antía Cal.

Hija de un humilde boticario de Redondela, Ernestina Otero Sestelo llegaba al mundo a finales del mes de octubre de 1890. Entre sus amigas, siendo poco más que una adolescente, era conocida como “Señorita a,e,i,o,u” porque disfrutaba de las lecciones de sus maestras y maestros, animaba a sus compañeras de clase a que aprendieran, a que se esforzaran y a que continuaran sus estudios.

Ernestina quería saber más, siempre un poco más, y en una sociedad conservadora y ultracatólica, aquel afán cultural “no propio de señoritas” no era bien visto por sus coetáneas, que no dudaban a en ridiculizarla con aquel mote al que tan a menudo recurrían.

Ernestina Otero de pequeña. Cedida

A la pequeña Ernestina siempre le gustó ir a la escuela, ya cuando asistía a las lecciones impartidas por doña Avelina en Redondela, disfrutaba la que más. Por eso, cuando finalizó sus estudios en la Escola Normal y el Instituto de Pontevedra, sus padres Pedro Otero y Lucila Sestelo no dudaron en apoyarla en lo que era su sueño en el año 1909: opositar para entrar en la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio, recientemente creada y cuyo centro de estudios superiores era el único a nivel nacional al que la mujer podía tener acceso por aquel entonces.

Hay que preparar al niño para la vida, pero antes es preciso que se permita al niño vivir su propia vida

Ernestina Otero - Maestra

decoration

En la capital absorbe nuevos conceptos que traspasan las fronteras españolas y cuando regresa a Pontevedra es alguien totalmente distinta, con una apertura de pensamiento enorme con respecto a sus compañeros de profesión. Es en el año 1915 cuando accede por concurso de méritos a la plaza de profesora de Pedagogía de la Normal de Pontevedra, en el mismo edificio en el que antaño ella había cursados sus estudios. Es ahí cuando da comienzo su verdadero legado.

Una mujer adelantada a su tiempo, Ernestina rompía todos los estereotipos posibles de la época luciendo su cabello corto y vestidos de colores a diario, en contraste con el pelo largo de sus compañeras recogido en un sobrio moño, así como sus vestimentas de riguroso y estricto color negro.

Su estética transgresora no sería la única línea que cruzaría aquella indómita mujer del saber, pues inmediatamente después de su incorporación a la Normal de la ciudad de Pontevedra empieza a impartir conferencias en la ciudad, a dar cursos pedagógicos, crea actividades paralelas a las propias del centro educativo y promueve visitas culturales con su alumnado a las fábricas de la zona, a lugares históricos e incluso al campo de trabajo de la Misión Biológica de Pontevedra.

Era el símbolo de la emancipación femenina y feminista de la primera mitad del siglo XX en Galicia

Herminio Barreiro - Profesor y exalumno de Ernestina

decoration

Tanto es su afán por lograr una alfabetización plena y despertar el amor por el saber entre sus jóvenes estudiantes, que organizaba pequeñas salidas con ellos a los cines de Pontevedra para después establecer foros de debate y comentar la película visionada. En estas sesiones siempre la acompañaba su marido, Luis Pereira, su más fiel compañero.

La maestra redondelana logra hacerse un nombre en el hervidero cultural que era la Boa Vila en los años 20 y se constituye como “el símbolo de la emancipación femenina y feminista de la primera mitad del siglo XX en Galicia”, tal y como la define Herminio Barreiro, uno de sus mayores discípulos.

Ernestina creía en una escuela nueva y en los pocos escritos que se conservan de su puño y letra así queda recogido : “Si (los maestros) estudiamos mucho y enseñamos pocas y grandes nociones, si ponemos muchísimo amor en la tarea, si conseguimos que cada día haya en el alma del alumno una resonancia de nuestra vibración de gozo ante lo bello y lo justo y de profunda indignación ante la grosería, la injusticia y la mentira, conseguiremos tener una escuela nueva con ideales eternos”.

Ernestina Otero, con su marido y sus hijas. Cedida

Represión franquista

Tras el golpe de Estado militar de Franco y el estallido de la Guerra Civil, el nombre de Ernestina Otero es uno de los primeros que figura en las listas de depuración franquista en la enseñanza, junto a Castelao, Tafall y Antonio Fraguas, entre otros.

En pleno esplendor de su carrera, la maestra ve cortadas sus alas y truncada su trayectoria profesional, pues el siguiente paso de la represión franquista para con ella es la retirada de la cátedra. Es desterrada a Ourense y su familia señalada, insultada y repudiada por ‘rojos’. Las desgracias familiares se suceden, pero ella se mantiene fuerte en sus principios prestando ayuda a los presos del campo de concentración de San Simón y de otras cárceles del territorio español. Incluso llega a albergar en su casa de Redondela a la viuda de Ricardo Puente Bahamonde, un primo de Franco al que el propio dictador manda fusilar.

En 1951 regresa a su querida Escuela Normal de Pontevedra y, desde el estrado, asomándose por la puerta para comprobar que no haya policías ni espías fascistas, habla a sus alumnos entre susurros de aquella escuela nueva, de autores eliminados de los libros, de la libertad de pensamiento y de los valores democráticos y de igualdad a los que se mantuvo fieles y defendió hasta el fin de sus días.

O neto de Ernestina Otero, Manuel Puga. C. S.

“Foi a gran formadora de mestres; a través deles chegou a milleiros de rapaces”

Manuel Puga - Neto de Ernestina Otero

decoration

Apenas garda recordos dela, pois cando fina, el nada máis que ten cinco aniños e unha feble lembranza da época. Porén, Manuel Puga Pereira si lembra o día do pasamento da súa avoa, Ernestina Otero, pois na casa espertaron a todos os pequenos os choros da familia e un ambiente de loito e nostalxia.

–Como chega a coñecer figura da súa avoa?

–Pouco a pouco, por lembranzas familiares. Nas familias sempre soe falarse dos maiores; vivos ou mortos, eles sempre están presentes. Mesmo a figura do meu avó, o seu home, que morre no ano 37, sempre estivo presente nas conversas da casa. A medida que fun medrando, coñecina a través de relacións de amizade, no ámbito social había persoas que me contaban que eran discípulos seus. Así foi que me fun interesando cada vez un pouco máis pola figura da miña avoa.

–No ano 1992 publica a súa biografía, foi doado o proceso de recompilación de información? Achou algunha traba?

–Escribina a petición de diversos profesionais da facultade da Educación, quen contactaron comigo e pedíronme información sobre ela. Recompilei o material que tiñamos na casa e solicitáronme que fose eu quen recuperara a súa memoria. A súa vida é no fondo tremendamente sinxela, porén deixou pegadas en cantidade de persoas e institucións. Dos arquivos oficiais non tiven todas as facilidades que debera, tirei do arquivo persoal, dos escritos seus que gardou a miña nai, que son moi poucos, pero os hai, e coido que hai moitos aspectos da súa vida que continúan abertos á investigación e confío en que algún día alguén afondará no tema.

–Cales diría que foron as súas principais contribucións ao mundo do ensino?

–Ela foi a gran formadora de mestres e, a través deles, as súas ensinanzas chegaron a milleiros de rapaces. Foi indudablemente un cambio substancial na formación do profesorado, no ensino. Antigamente, todos eles se formaban nas Escolas Normais; daquela, só había unha en Pontevedra, que é na que Ernestina estuda, e que estaba chea de profesores cunha cultura educativa moi endogámica e moi localista. Cando ela chega a Madrid, alí tópase cun altísimo nivel, pois existen persoas que están formadas a nivel internacional. Ela recibe ese pouso, de tal xeito que cando volve a Pontevedra é unha persoa totalmente diferente.

–É un auténtico fito, para época e para unha muller daquela.

–Absolutamente. Pensa que a Escola de Estudos Superiores de Maxisterio é o único centro no que se podía estudar Pedagoxía. E non esquezamos que, cando ela marcha á capital, a muller tiña prohibido o acceso á Universidade. O único centro superior no que se podían formar as mulleres era este. Para ela foi pasar da escola do século XIX, herdeira do medievo, a unha educación totalmente innovadora e moderna. Vicente Risco, Ben-Cho-Shei, María de Maeztu,… eles tamén foron alumnos deste centro. A elite de España da innovación do cambio pedagóxico saíu de alí.

–Foi tamén unha grande impulsora da Escola Rural Galega.

–Era unha das súas grandes preocupacións: como chegar ás crianzas do rural, como estimulalos, como motivar aos pais para que deixaran ir á escola ás rapazas, especialmente, porque daquela as familias eran numerosas e as maiores ían quedando na casa ao cargo dos irmáns máis pequenos sen teren a posibilidade de acceder á ensinanza. Ela crea as cantinas escolares e os roupeiros porque é una xeito de atraer aos rapaces á escola.

–A súa modernidade, os aires de innovación e liberdade… Ernestina é represaliada no franquismo, que consecuencias trae na familia?

–A familia foi toda represaliada, perseguida e condenada. Unha traxedia que impactou a todos. A ela o gobernador civil de Pontevedra masácraa constantemente, facéndoa ir a declarar sen avogado algún, sen defensa posible. E para meu avó e frustrante vela marchar indefensa. Aínda así ela foi forte e mantívose firme nos seus principios. Persoalmente, estou honrado incluso do pacedemento daqueles anos horroros; foron un exemplo de dignidade e dano non lle fixeron a ninguén. En todo caso, sacrificaron o seu confort por favorecer aos desfavorecidos. Aquel sacrificio, creo que compensou.

–Diría que a súa avoa é coñecida e está recoñecida na sociedade actual?

–Honestamente, creo que si. Está recoñecida nos libros de texto e é o que máis satisfacción nos dá á familia. En Redondela ten unha rúa por mediación do Ateneo e Xanela, o colectivo de mulleres da súa vila natal; ten unha árbore no bosque das mulleres da Coruña; hai premios en Vigo e en Pontevedra. A súa figura superou as barreiras locais absolutamente.

Compartir el artículo

stats