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Antía Cal, la maestra que iluminó las aulas

“Tita enseñaba desde la cercanía, el respeto y sin dejar nunca de aprender”, afirma Dora Atán, docente del Rosalía de Castro

Alumnos actuales del colegio Rosalía de Castro, con una imagen de Antía Cal Ricardo Grobas

El colegio Rosalía de Castro se mantiene fiel a la línea pedagógica que implantó su fundadora, Antía Cal, a quien muchos llamaban simplemente Tita, y también a su espíritu, siempre ávido de aquellas innovaciones que puedan enriquecer la formación del alumno, en torno al cual pivota su proyecto formativo-educativo. No solo los libros de texto adquieren peso en este centro vigués, fundado en 1961, pionero en tantas cosas –en plena dictadura franquista apostó por una enseñanza pública, laica, mixta y bilingüe–, sino también los juegos y las vivencias en el recreo. Cuando ni siquiera se hablaba del concepto de inteligencia emocional, esta formaba ya parte fundamental del proyecto pedagógico de Cal. “Su modelo se basaba en la educación en valores, la educación emocional y el respeto”, afirma Dora Atán, quien tiene un fuerte vínculo con el colegio y con su fundadora, a quien llamaba “tía Tita”, ya que era hermana de uno de sus tíos.

A Atán le une toda una vida al colegio Rosalía de Castro. En él estudió, en los setenta, y en él ejerce ahora la docencia. Es profesora de Lengua Castellana y Gallego en este centro desde hace treinta años. “Si no hubiese estudiado en este colegio no solo habría sido una profesora diferente, sino también otra persona. Tengo la suerte de estar trabajando donde quiero trabajar”, sostiene.

De su época como alumna recuerda el ambiente familiar que se respiraba. Hasta tal punto que, si un alumno tenía molestias intestinales, la madre de Tita le preparaba una manzanilla. Ellos la llamaban “a avoa”.

“Tita se desvivía por los alumnos, que para ella estaban por encima de todo”, afirma. Entonces, el centro ocupaba un edificio en la calle Gran Vía. Después, en 1976, se trasladaría a sus instalaciones actuales de Bembrive.

"La confianza de los padres en la escuela era ciega y viceversa. Y esta es la única forma de llegar a buen puerto por el bien del alumno"

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La integración siempre fue un pilar importante del modelo educativo del centro. “Era una escuela en la que todos tomaban parte del proceso educativo. La confianza de los padres en la escuela era ciega y viceversa. Y esta es la única forma de llegar a buen puerto por el bien del alumno”, explica.

Asimismo, la relación entre profesores y alumnos era de igualdad. “El trato era de tú a tú, siempre desde el máximo respeto y nunca desde el miedo”, afirma.

Según Atán, el proyecto de Cal era “único, ambicioso y muy revolucionario”, aunque añade que si no hubiese sido capaz de rodearse de profesores muy capaces no habría sido posible. “Ella fue una pionera, pero también tuvo la suerte de rodearse de un equipo muy preparado y entregado. Hubo compañeras en aquella época que lo dejaron todo por volcarse en el proyecto y sacar adelante el Rosalía de Castro, un centro que todavía hoy tiene renombre”, explica.

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En cuanto a la propia Cal, Atán destaca su insaciable deseo de seguir aprendiendo. “Tita enseñaba desde la cercanía, el respeto y sin dejar nunca de aprender. Estaba siempre al día de lo último de las innovaciones en pedagogía que había en todo el mundo”, comenta.

Apostó, además, por la educación bilingüe –inglés-español– en una época en la que no se le daba importancia al aprendizaje de otras lenguas, y a otras materias, como la plástica. No todo eran letras y cálculos.

Las experiencias –positivas o negativas– que podían vivirse en el patio también servían de material para clase con la finalidad de desarrollar el pensamiento crítico. La vida se imponía entonces a los libros. “No era todo chapar como en otros colegios de aquella época. Las vivencias también eran importantes enseñanzas”, afirma.

Los exalumnos del Rosalía de Castro, además, pueden presumir de ser una gran familia, algo en lo que también tiene mucho que ver el modelo pedagógico de Cal. “Los alumnos del Rosalía tenemos todos un ADN común porque aun siendo muy diferentes, tenemos unos valores y creo que esa es la misión que tiene que tener también la escuela”, afirma esta exalumna y profesora del Rosalía de Castro.

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