“Aquella parte de la sociedad que se negaba a aceptar la existencia de la violencia de género ahora también niega la existencia de la violencia vicaria”, indica la coordinadora del programa autonómico para la atención psicológica a víctimas de violencia de género. Este servicio, que depende de la Xunta a través de la Consellería de Emprego e Igualdade pero está coordinado por el Colexio de Psicólogos, indica que el 26% de esta atención se brindó en el año pasado a los propios hijos e hijas de las víctimas. Según María Luz Losada, “es violencia vicaria claramente y está vinculada a la violencia de género, los niños son víctimas directas del maltrato”.

De las 1.169 víctimas que recibieron ese servicio psicológico en 2021, 799 eran mujeres, 306 menores y 64 dependientes. La cifra total de víctimas atendidas subió en un 28%. En el caso de los menores, el incremento se debe a que ahora la ley permite que reciban esa atención aunque el padre se oponga –antes si el progenitor lo rechazaba, solo podía darse el servicio al niño si había orden de alejamiento o sentencia firme–.

Insiste la coordinadora en que “se trata de un uso instrumental de la violencia, los padres causan ese daño a los hijos para así dañar a las mujeres”. El protocolo se inicia a partir del primer contacto con la mujer, “a la que se le pregunta si tiene hijos y si han presenciado la violencia, así se confirma en la mayoría de los casos”. Y recalca María Luz Losada que “es más grave el daño emocional que el físico, es más destructivo, te lo dicen las propias usuarias”. En algunos casos, “la paliza es lo que les hace denunciar”. Pero el daño psicológico “hace efecto a más largo plazo, porque dura más tiempo y destruye más a la persona”.