“Ha cambiado en detalles de la vida cotidiana que podemos apreciar tales como hacer la compra, llevar al parque a sus hijos/as, colaborar en tareas domésticas, hacer cursos de cocina... hechos que hace un par de décadas eran cosas de mujeres, asumidas con total normalidad, nadie se planteaba la contrario”, expresa Begoña Castro, psicóloga y orientadora. Hoy, 19 de marzo, se celebra el Día del Padre. En los últimos años han cambiado muchas cosas. Hay expertos que hablan de nuevas paternidades, nuevos modelos de ejercer este rol, más en igualdad, más emocional. Otros y otras indican que no son nuevos, que siempre han existido padres que han ejercido este rol fuera de clichés establecidos, si bien, durante muchos años, este esquema ha sido minoritario, delegando en la madre muchas de las tareas y de los cuidados de los pequeños/as en el día a día.
“Venimos de un modelo en el que el padre era un hombre que realizaba función paterna, entendida como aquella relacionada con la autoridad, que introduce la norma y los límites y facilita de este modo la inscripción del hijo o hija en el mundo social. Por otra parte la madre se correspondía con una mujer que hacía función materna, es decir, se dedicaba a proveer a los hijos e hijas del afecto y cuidados necesarios dada su condición de personas dependientes de un adulto”, cuenta Ricardo Fandiño, psicólogo clínico y coordinador xeral de ASEIA (Asociación para a Saúde Emocional na Infancia e a Adolescencia). Según sus palabras, podemos decir que este modelo, si bien pervive en nuestro imaginario colectivo, “ha dejado de ser predominante”.
“En primer lugar, porque la familia ‘normal’ está marcada por la diversidad y por ser fluctuante en el tiempo. Un/a niño/a puede tener diversas figuras que realicen función paterna y función materna a lo largo de su desarrollo y estas ya no están claramente asociadas a un hombre o a una mujer. En segundo lugar porque, afortunadamente, la idea de la igualdad entre hombres y mujeres ha ido calando socialmente”, describe Fandiño.
Es cierto que en la actualidad hay más hombres que se implican en el cuidado emocional de sus hijos e hijas. “Eso hemos de considerarlo un avance social. Por otra parte debemos preguntarnos por el déficit que frecuentemente se observa en la introducción de la autoridad y los límites adecuados en la relación con los hijos/as, ya que esa función paterna sigue siendo esencial en el desarrollo madurativo, especialmente en un contexto sociocultural donde prima el acceso a la satisfacción y la frustración adecuada es percibida como un ‘daño al hijo/a’, no como un elemento de crecimiento”, indica.
"Las leyes de igualdad y conciliación están ayudando pero hay ocasiones en las que las mentalidades evolucionan más lentamente"
Además de trabajo y labores domésticas, está la parte lúdica. “Creo que las mujeres se centran en las dos primeras, renunciando a la tercera, lo lúdico, mientras que en los hombres esta parte lúdica estaría más presente, en detrimento de las labores más domésticas o de atención a la familia. Las leyes de igualdad y conciliación están ayudando pero hay ocasiones en las que las mentalidades evolucionan más lentamente. En todo caso, los niños/as siguen necesitando de adultos que los cuiden, les den afecto, los protejan, los acepten y les enseñen a integrar las normas de convivencia y los valores cívicos, y los padres podemos y debemos realizar esta labor”, apunta Fandiño.
“Creo que el papel del padre ha sufrido una significativa transformación en cuanto a los roles hegemónicos vinculados a la figura del progenitor. De ser esencialmente el vértice de una jerarquía propia de la familia patriarcal, ahora el rol se ha descargado de responder a las tres ‘Ps’: ‘pare-proveedor-protector’, hacia un papel más igual y democrático en la familia, donde el rol afectivo y educativo cumple un papel mayor y comparte con la madre la autoridad familiar y las cuestiones económicas”, explica Águeda Gómez, socióloga y profesora en la Universidade de Vigo.
¿Podemos hablar de paternidades más modernas o nuevas paternidades?: “Sin lugar a dudas. En los parques cada vez hay más padres acompañando a su prole. Sin embargo, sigue faltando la revolución central frente al patriarcado: el fin de la brecha de cuidados y el reparto equitativo y justo de las funciones reproductivas y de cuidado”, añade Gómez. En comparación con los abuelos y los padres, “en mi generación hay cada vez más casos en los que es el padre el que reduce la jornada laboral, deja de trabajar o pide una excedencia por cuidado de hijas/os y se convierte en el cuidador principal, aunque es cierto que la carga mental de cuidados y el trabajo reproductivo sigue en manos de las madres”, expresa la experta.
Para Begoña Castro, psicóloga y orientadora, “la evolución en procura de la igualdad, aunque tímida, ya está presente en las transformaciones socioculturales”. “Cada vez se va haciendo mayor la huella del reparto de las tareas domésticas y el cuidado de las hijas/os, aunque yo no le llamaría paternidades modernas porque parece que se ciñe a una época determinada, cuando la paternidad en igualdad debería ejercerse desde todos los tiempos y desde el momento en el que se es padre de una niña o de un niño”, explica Castro.