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Martín Puñal | Arquitecto gallego, vive en China desde hace 6 años

“En China hay pánico con el SARS de 2003, lo recuerdan como nosotros el 11-S”

“Mi suegra quería que cancelaran el año nuevo chino porque hubo un caso allí, que es como si alguien quisiera cancelar la Navidad en Galicia por un caso en toda la comunidad”

Martín Punñal en el Templo Lingyin de Hangzhou cerca de Shanghai

Hace seis años, cuando tenía 25 y acababa de terminar la carrera de Arquitectura, Martín Puñal, natural de Buño, una parroquia de Malpica de Bergantiños, se fue a vivir a China en busca de oportunidades laborales. Vive en Shanghái, la ciudad más poblada del gigante asíatico, una megalópolis de 26 millones de habitantes. Allí ha sido testigo de la pandemia y de cómo ha lidiado con ella el régimen chino.

Puñal, cuya novia es china, conoce bien la idiosincrasia del pujante país oriental, que ha descrito desde su perfil de Twitter (@_Punhal_) y se caracteriza, entre otras cosas, por el respeto reverencial a los mayores, la meritocracia y las estructuras de poder verticales, no solo en el ámbito político, sino en toda la sociedad. “El Partido Comunista Chino ha triunfado porque se ha adaptado a China, y no al revés”, apunta en uno de sus hilos en la Twitter, donde le siguen más de 10.000 perfiles.

–¿Cómo vivió la llegada del virus hace dos años? ¿Cuándo supo que no se quedaría en Wuhan y que provocaría una crisis mundial?.

–Me pilló haciendo un proyecto en Wuhan. Era un concurso y yo tenía que hacer la parte de los apartamentos. Estuve en Wuhan tres meses antes, es una ciudad del tamaño de Nueva York. A finales de diciembre recibí unas notificaciones en el móvil: “Se ha descubierto una neumonía rara en Wuhan”. Teníamos una reunión el 8 o el 9 de enero allí y ya no fui. Había leído noticias de que habían cerrado un mercado de Wuhan y le dije al director del proyecto que no acudiría. Me dijo que ya sabía por qué se lo decía y que no me preocupara. Me volví a España por el año nuevo chino, el 23 de enero. Mi novia iba a irse a su provincia y tenía que pasar por Wuhan. Se fue el 20 de enero y ya estaba todo en modo pandemia: todo el mundo con mascarillas. Estuve encerrado en casa hasta que me fui el 23 de enero, que fue cuando cerraron Wuhan. Ese día fueron los últimos vuelos de Wuhan al resto de China. Cuando volví, al cabo de tres semanas, fue una experiencia terrorífica: Shanghái era una ciudad fantasma. Sabía que era una pandemia, algo que nunca había vivido antes.

–Existía la duda de si China podía resistir la propagación de la variante ómicron, el virus de transmisión más rápida de la historia. Parece que la situación está contenida.

–Sí, está controlado. No he notado mucha diferencia con ómicron. Se dio el caso de Xi’an, donde hubo confinamientos, pero yo he estado en Shanghái y desde abril de 2020 no ha habido nada especial. No conozco a nadie que haya tenido el virus. La gente se ha vacunado, pero si no te vacunas tampoco pasa nada. Se detectan casos en gente que viene del extranjero, pero por lo demás hay vida normal desde hace casi dos años.

–¿Qué cree que ha llevado a China a seguir esta política tan estricta de prevención? Algunos se preguntan si China sabe algo del coronavirus que en occidente se desconoce.

–Aquí hay una cosa de la que no me di cuenta hasta que ocurrió: hay mucho pánico con el SARS. La gente recordaba el SARS de 2003 como nosotros el 11-S. Estaban verdaderamente asustados. Aquí siguen lo que dice Zhong Nanshan [jefe de la Comisión Nacional de Salud de China], que es como el Fernando Simón chino. Ha dicho hace poco que vamos a convivir con el virus cuando se den dos condiciones: que tengamos el 80 y pico o 90% de vacunados, que casi estaba, y que la letalidad del virus bajara al nivel de la gripe, algo que no se había cumplido. Creo que la de la gripe estaba en 0,1% y la del SARS-CoV-2 era mayor de 1. Mientras eso no ocurriese no iban a levantar el pie del acelerador, porque eso implicaría que se muriesen 4 millones de personas, y la sociedad china no lo aceptaría. De hecho, cuando ocurrió el brote de Shanghái, con un caso en una ciudad de 26 millones de habitantes, los comentarios mejor valorados en redes sociales fueron “poned un mes de cuarentena, 3 semanas no son suficientes”. Hay una tolerancia muy baja de la sociedad china. La gente no lo acepta. El Gobierno chino lo tomó desde el principio como una guerra. En la oficina, los compañeros chinos se lo toman de una forma diferente. Al final es la idea colectivista china. La aproximación de “estado de guerra” la llevaron a los confinamientos y a los rastreos.

–Por curiosidad, ¿cuántos test se ha hecho en toda la pandemia?

–Dos. Cuando fui a Xi’an, porque habían tenido confinamiento. Y también cuando me fui de vacaciones a ver a mi suegra. Ella quería que cancelaran el año nuevo chino porque hubo un caso allí, que es como si alguien quisiera cancelar la Navidad en Galicia porque ha habido en caso en toda la comunidad. Al final la convencí y fui, con la condición de hacerme un test.

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