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San Valentín pierde poder de conquista

Una pareja de enamorados besándose, con la ría de Vigo al fondo Marta G. Brea

Bombones, flores, regalos, cenas a la luz de las velas, planes sorpresa, viajes, cuando se podía viajar sin cortapisas, son algunas de las muestras con las que muchos enamorados recordaban su amor cada 14 de febrero. Sin embargo, parece que el Día de San Valentín está perdiendo su poder de conquista entre los jóvenes con pareja, que prefieren celebrar otras fechas señalas de la relación, como el aniversario o el primer beso, especialmente si la pareja ha pasado ya esa primera fase del enamoramiento. Al menos esto es lo que revela el sondeo que la aplicación de citas ‘Adoptauntio.es’ ha realizado entre 2.000 de sus usuarios en España –el 86% de sus inscritos tienen entre 18 y 35 años–. Tras dos años de días de San Valentín marcados por confinamientos y restricciones, esta encuesta revela que el 60% no lo celebrará y que solo el 17% espera recibir un detalle de su pareja.

No se trata, ni mucho menos, de un estudio que tenga validez científica, pero sí sirve para tomarle el pulso a la sociedad española ante el Día de los Enamorados. Y es que no se trata de que los jóvenes no crean en el amor romántico, sino que consideran que esta festividad está pasada de moda y que no hay que esperar a una fecha marcada en el calendario para tener un detalle u organizar planes con su pareja.

¿O no es así? La psicóloga y sexóloga viguesa Emma Placer no cree que se trate de una celebración en desuso, ya que continúa cada año llenando los escaparates de flores, bombones y corazones, y sigue centrando debates y ocupando espacio en los medios de comunicación y acaparando la atención en las redes sociales.

“Parece que está un poco demonizado en los últimos años, hay como una especie de relación amor-odio. Solemos decir que no lo celebramos, que es un evento comercial, pero, curiosamente, se sigue hablando mucho del tema”, asegura.

Emma Placer

"Es una celebración que está un poco demonizada en los últimos años; hay como una especie de relación amor-odio"

Emma Placer - Sexóloga

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Frente a quienes prefieren aprovechar esta fecha para reivindicar que el amor a uno mismo es lo más importante y quienes insisten en que San Valentín debería ser todos los días del año, quienes no han renegado nunca a celebrar el amor el 14 de febrero han tenido que echar mano de la imaginación para mantener esta costumbre debido a las restricciones impuestas por la crisis sanitaria. “La pandemia ha influido en nuestros comportamientos afectivo-emocionales y quienes sí celebran San Valentín se han ocupado de reinventar la forma de celebrar, incluso con nuevos formatos tremendamente originales y alejados de los bombones y la cena romántica”, explica la directora de Salud&Placer.

Según la encuesta de la aplicación de citas, no solo se deja de preparar planes para San Valentín. Otra prueba de que esta festividad parece estar perdiendo seguidores es que el 83% de los enamorados no esperan recibir ningún regalo de sus parejas ese día. Además, la idea de regalo romántico también ha cambiado: el 80% prefiere el sexo a cualquier otro detalle.

Tópicos

Lo que parece que no cambian, sin embargo, son los tópicos alrededor del amor romántico, que se empeñan en mantenerse, dañando gravemente la salud de las relaciones de pareja. El más dañino y extendido es el de “el amor lo puede todo”. “El amor es una emoción, como el miedo, la alegría, la ira o la vergüenza. Las emociones vienen y van, son muy útiles y nos ayudan a sobrevivir y a adaptarnos, pero no se mantienen constantes. El amor no puede nada; tus conductas y tus decisiones sí”, afirma Emma Placer.

Otro mito asociado al amor es que este puede transformar aquellas cosas que no nos gustan de la otra persona o que puede hacerle cambiar, algo que nunca sucede. El amor tampoco da poderes adivinatorios, por lo que antes de presuponer que la otra persona conoce nuestros pensamientos, hay que apostar por la comunicación. Amar tampoco es renunciar ni sacrificarse ni coincidir necesariamente en todo lo que tiene que ver con la visión que tenemos de la pareja. Ni existe eso de la “media naranja”.

“Parafraseando a Erich Fromm [psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista alemán], ‘el amor es la unión que permite conservar la integridad y la individualidad propia’”, sostiene Placer. Y por ello, apela por practicar la calidez, el cariño y el respeto hacia la pareja.

Otro aspecto que está cambiando, según la encuesta de la aplicación, es la visión de la soltería. No tener pareja ya no es un motivo de presión para el 65% de los españoles y un 59% ya no considera un fracaso estar soltero. Placer aplaude que este mito ya no esté tan presente en la sociedad. Denota un cambio de mentalidad importante.

“Creo que estaba muy asociado al machismo en general. Recuerdo perfectamente a mi madre y a mi abuela decirme: “A ver si te echas novio, que te vas a quedar para vestir santos”. Sin embargo a mi tío, que tenía dos años más que yo, no se le hacían estos comentarios, y lejos del foco social negativo, a los hombres solteros se les consideraba ‘solteros de oro’, como algo valioso. Hoy, la soltería es elegida: elijo esta opción porque quiero y, al revés, tengo pareja porque quiero, no porque te necesito”, explica la psicóloga y sexóloga viguesa.

Cinco consejos para mantener la chispa

La pasión es algo habitual y espontáneo en los inicios de una relación. “La emoción ‘amor’ provoca una transformación en el cerebro a base de un cóctel súper poderoso que mezcla sustancias como feniletilamina, oxitocina y dopamina, entre otras, con lo que la pasión está garantizada químicamente. Cuando esas sustancias dejan de producirse de forma espontánea y el impulso fisiológico se reduce y volvemos a un estado más equilibrado, hay que reiniciar la pasión”, explica Emma Placer. Aquí, sus cinco consejos para mantener viva la chipa:

Intimidad. Comunicarse de forma cálida, hablar de sexo, hablar de nuestras emociones, de lo que nos gusta y nos disgusta.

Reforzar las cosas que me gustan de mi pareja (y obviar las que no me gustan tanto), mediante premios como sonrisas, cariño, atención, etcétera.

Proximidad. Dedicarnos un tiempo de intimidad semanal (¡sin Netflix, por favor!), pueden ser entre una y tres horas sin otras personas y sin estímulos que nos distraigan de quien tenemos delante. Hay que planificarlo, no va a surgir espontáneamente. “Recuerda que ya no no vas hasta arriba de feniletilamina y dopamina”, advierte.

Novedad. Introducir alguna novedad a nuestra vida de pareja. “Si siempre empiezo besándote el cuello, hoy lo haré desde los pies hacia la cabeza”, pone como ejemplo.

Vida personal. Tener una buena vida personal e individual, aficiones, un entorno social diferente a la pareja, etcétera va a favorecer que no estemos todo el día juntos y no nos aburramos y caigamos en la rutina y en no saber qué contarnos. “A hacer todo juntos yo lo llamo el efecto ping-pong”, afirma.

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