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La “gripalización” empieza por las estadísticas

Comesaña apoya “poner el acento en los más vulnerables” y “convivir” normalmente con el virus

Dos sanitarias atienden a un paciente en una unidad COVID de un hospital. | // G. SÁNCHEZ

Dinamarca eliminó el 1 de febrero las restricciones mientras sus hospitales estaban en máximos de COVID. Al igual que en Reino Unido, las autoridades danesas han esgrimido el alto porcentaje de “incidentales”: pacienes ingresados “con” coronavirus y no “por” coronavirus, es decir, que acuden al hospital no por la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2 –una fractura, por ejemplo– y que, una vez allí, se contagian o descubren, por el test que se les hace al ingresar, que son portadores del virus. Los gobiernos de Galicia y de España han señalado que trabajan para establecer esta distinción que abriría la puerta al fin de todas las restricciones. Esta y otras consideraciones estadísticas no están exentas de polémica.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, señaló el 27 de enero que su departamento trabajaba para distinguir en los datos epidemiológicos los hospitalizados y los enfermos que fallecen “por COVID” de los que lo hacen “con COVID”, ya que actualmente “computan todos”. Esa misma semana, el conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, comentó esta cuestión en el Consejo Interterritorial de Salud, donde destacó que debe ser un punto más a valorar, dada la evolución de la pandemia con ómicron. “Sanidade monitoriza los casos para conocer el impacto real del COVID en los hospitales”, señalaron a FARO fuentes de este departamento.

Por su parte, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica apuntó esta semana la estimación de que “hasta un 10% de los pacientes sin síntomas de COVID-19 que ingresan en los hospitales por otros motivos o que se realizan cribados para pruebas diagnósticas o cirugías programadas tienen una prueba PCR positiva para SARS-CoV-2”. Según los infectólogos y microbiólogos, “este valor es más de 5 veces superior al observado en los picos de las olas producidas por otras variantes del virus. Además, otros muchos pacientes se diagnostican durante su estancia en el mismo”.

Para algunos epidemiólogos, como Salvador Peyró, la información es incompleta desde el principio de la pandemia. Ahora, con ómicron, los datos de contagios y hospitalizaciones “no dicen lo mismo”, y harían falta datos sobre ingresos de no vacunados para adelantarse al futuro y eliminar más restricciones, “incluso al estilo de los daneses”, señala Peyró.

Los datos de incidencia son ahora muy confusos. Pocos expertos creen que Madrid, por ejemplo, tenga una incidencia real a 14 días de 960, la mitad que la de Galicia. Y es que la gallega es una de las comunidades que sí contabiliza los positivos de autotest en farmacias. Muchas otras, como Madrid, no lo hacen.

Contribuyó a romper la serie histórica en Galicia al aplicarse, el 13 de enero, un protocolo por el cual el paciente “negativiza” oficialmente a los 7 días si no tiene síntomas. De esta forma se eliminaron ese día 16.825 casos activos.

La Xunta ha optado por restringir los datos que facilita a la prensa sobre positivos en colegios y residencias de mayores: pasaron a emitirlos semanalmente cuando la incidencia cayó tras la 5ª ola, pero con la explosión de contagios de la 6ª no recuperaron los partes diarios. Tampoco ofrecen cifras por centros, sino por áreas sanitarias, lo mismo que los fallecidos: no se especifica en qué hospital murieron.

Este menoscabo en la información contribuye a que pasen más inadvertidas las cifras de fallecidos, que en lo que llevamos de sexta ola son casi un 50% más que las de la quinta: más de 9.100 decesos en España con la supuesta variante “leve”, ómicron, por alrededor de 6.500 en la anterior onda con delta. Por comparación, según el virólogo Raúl Ortiz de Lejarazu, director emérito del Centro Nacional de Gripe, en un año normal mueren por gripe 4.000 personas.

En las notificaciones de Sanidade, en las que no se especifica el estatus vacunal, sí figura la advertencia de que “las personas fallecidas padecían patologías previas”. Se trata, según traslada el Sergas a FARO, de “enfermedades respiratorias y cardiovasculares crónicas, enfermedades oncológicas, patologías inmunosupresoras y factores de riesgo cardiovascular”. Sin embargo, el Sergas no aclara si entre estos “factores de riesgo cardiovascular” figuran condiciones tan comunes entre la población como la obesidad, la hipertensión y la diabetes.

Además, hay que tener en cuenta que los pacientes que ingresan en UCI por COVID salen de las estadísticas en cuanto dan negativo y son trasladados a la UCI no COVID, siguiendo las directrices del Ministerio de Sanidad. Por tanto, es muy probable que miles de fallecimientos a consecuencia del COVID no se hayan notificado como tales.

Tampoco existe un registro público de pacientes con COVID persistente, de reinfecciones o complicaciones atribuibles a una infección anterior, cuando cada vez más estudios –como uno de esta misma semana en “Nature Medicine”– constatan que el riesgo de enfermedad cardiaca se dispara tras una infección de coronavirus, incluso leve. Son estos otros datos los que no invitan precisamente a “gripalizar” el COVID.

Cinco fallecidos más y 37 ingresados menos

Sanidade informó ayer de cinco fallecimientos más de COVID, tres del 10 de febrero y dos del 11. Se trata de tres hombres y dos mujeres de edades comprendidas entre los 76 y los 96 años, que fallecieron en las áreas sanitarias de Ferrol (2), Vigo, Ourense y Santiago. Con estos decesos la cifra total asciende a 3.032. Galicia contabilizó ayer 2.879 contagios (800 menos que el día anterior) y 46.036 casos activos (2.799 menos). La presión hospitalaria también sigue a la baja, con 37 hospitalizados menos. En concreto, en los hospitales de Galicia hay 632 ingresados con coronavirus, 37 menos que en la jornada anterior. De ellos, 47 se encuentran en uci y 585 permanecen en otras unidades de hospitalización. Vigo es el área que más contagios contabilizó, 659; seguida de la de A Coruña, con 533. Santiago registró 523 contagios más; Ourense, 350; Pontevedra, 336; Lugo, 299; y Ferrol, 147.

Galicia abre la puerta por primera vez a eliminar la cuarentena de los positivos

La Xunta de Galicia, que pidió reducir de 7 a 5 días el aislamiento de los positivos de COVID-19, abre la puerta a eliminar esta medida en el futuro. El conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, dijo ayer en A Coruña que esta posibilidad no se ha planteado todavía oficialmente, pero no que no se puede descartar. “Hay países que están planteando cosas que nosotros no tenemos encima de la mesa, pero que no son descartables, como que los positivos no hagan aislamiento”, señaló, en probable referencia a Reino Unido y Dinamarca. Comesaña explicó que la propuesta de reducción del tiempo de aislamiento de los positivos de 7 a 5 días con prueba diagnóstica negativa, así como dejar de confinar a los contactos estrechos –algo que la Ponencia de Alertas del Ministerio de Sanidad ya estudia para los contactos estrechos de un positivo de COVID-19 en las escuelas–, son pasos para “convivir con la pandemia de un modo más ordinario”. “Creemos que tenemos que poner el acento en los vulnerables, porque tienen un riesgo mayor”, añadió el conselleiro, en la línea del planteamiento de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). Como informó FARO esta semana, los infectólogos y microbiólogos proponen focalizar la atención en los más vulnerables, al asumir que con ómicron existe una alta probabilidad de infectarse, pero que en general los síntomas son leves en vacunados y la mortalidad se limita a pacientes con múltiples comorbilidades. La SEIMC sostiene que hay que pasar “del cero COVID en la población general al cero COVID en las personas especialmente vulnerables”. Preguntado por la eliminación de las restricciones horarias en la hostelería, García Comesaña señaló que es “un paso lógico avanzar en esa recuperación”, y que aunque hay casos nuevos todos los días se está normalizando la convivencia con el virus. Respecto a la vacunación de los niños, cuyas segundas dosis comenzaron a administrarse el pasado miércoles, explicó que el Sergas maneja una estimación en torno al 86 por ciento de adherencia. “Un número importante de niños fueron contagiados y tienen que esperar ocho semanas”, matizó.

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