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La pandereta disfruta de su edad de oro

Artesanos que las crean tienen lista de espera de hasta ocho meses | El I+D se afianza en el instrumento abanderado por las Tanxugueiras, que hasta se ha hecho vegano

José Manuel Salvado, el responsable de las panderetas utilizadas por las Tanxugueiras en el Benidorm Fest. XOÁN ÁLVAREZ

El terremoto Tanxugueiras prosigue con su peculiar escala Ritcher marcando más de tres millones de visitas en siete días en YouTube a su directo histórico de “Terra” en la final del Benidorm Fest. En la semana anterior, dicho vídeo y el clip de “Averno” con Rayden han estado en el top 5 y 6 de tendencias musicales en dicha red social.

Para calibrar la sacudida, tres puntos de comparación: el tráiler de “La fama” de Rosalía y The Weeknd suma 2,1 millones de reproducciones en dos meses; y la aparición más baile al son de SNAP de Nathy Peluso en el vídeo “Love, always” de la firma viguesa Bimba y Lola acumula 1,4 millones de visionados en dos meses.

El fenómeno Tanxugueiras pone en valor al colectivo de pandereteiras

El fenómeno Tanxugueiras pone en valor al colectivo de pandereteiras Pablo Hernández

Las réplicas a este temblor tanxugueiro las marca el sonido de la pandeireta, un instrumento que ya experimenta un bum que amplifica el auge que ha venido registrando en los últimos años.

“Creo que vendo más pandeiretas ahora que hace 20 años”, suelta José Manuel Salvado, del taller Sanín, de Compostela. Él recibió el encargo en diciembre de Aida, Sabela y Olaia para crear las tres pandeiretas que llevaron a Benidorm.

Xoán Álvarez

“Venimos de una Navidad excepcional, la venta on-line nos superó”

José Manuel Salvado

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“Eran panderetas tradicionales pintadas de negro, con el parche de cuero de cabra, madera de pino exactamente igual a las que se hacían hace 150 años, ferreñas (metal redondeado) tradicionales. Es como si fueran las panderetas de mitad del siglo XIX”, recalca.

Salvado opina que “es extraordinario que suceda el fenómeno de las Tanxugueiras porque al final le están diciendo a la gente mediante un lenguaje más moderno que la música tradicional es actual. No es un ejercicio de historia sino de contemporaneidad. Están diciendo: ‘Mira cómo molamos’”.

Sanín comenzó a realizar este instrumento en los años 90. “Fue una manera de encontrar un espacio para dedicarme profesionalmente a algo relacionado con la música y el baile tradicional gallego, un mundo que me atrapó, que me conquistó”, señala.

Pandereta de Miguel Rivas.

Pandereta de Miguel Rivas. Laura Carrera

Este graduado en Magisterio, que renunció a dar clases, detalla que “los de mi edad somos los primeros artesanos netamente de este instrumento. Antes, la pandereta la hacía el peneireiro, que realizaba las peneiras (instrumento de madera y malla para separar harina o arena) así como las nasas para el marisco. Nosotros no. Yo llevo 32 años haciendo instrumentos”, explica.

Confiesa que están “desbordados. Nos cogió totalmente fuera de juego. No lo imaginaba. Ya venimos de una Navidad excepcional en la que la venta on-line nos superó”.

Para interpretar la tendencia, apunta que hay que tener en cuenta el momento pandemia: “Las tiendas de música están desabastecidas porque no se sabía si se podía ensayar o no; no ha habido fiestas ni actuaciones. De repente, la gente comenzó a comprar por internet a través de los distribuidores”. 

En diciembre, acudió a Culturgal donde destacaban sus pandeiretas de colores o con la planta en flor del tojo impresa sobre el parche.

Otro artesano que se ha caracterizado en los últimos años por aplicar el I+D a la pandeireta es Carlos do Viso. Cofundador de O Afiadeiro, en Vigo, ha dedicado parte de su vida a recuperar por las aldeas toques de un instrumento en manos de las mujeres y su transmisión oral.

Carlos Do Viso, en su taller en O Viso, Redondela. FDV

“Cuando hicimos casi las primeras panderetas en color fuimos muy criticados”

Carlos do Viso

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“Hace 25 años, había una calidad muy baja en el instrumento porque estaba un poco olvidado. Nosotros recuperamos un poco los seráns en la zona sur. Entonces, empecé a construir panderetas. Fui junto a Xosé Manuel Brañas quien me inició en esta labor. Entonces falleció Mon, un artesano que había en Vigo, y empezó mucha gente a hacerme encargos. Llegamos a entregar panderetas con espera de tres años. Ahora, la lista de espera también es grande. Estamos tardando entre seis y ocho meses”, detalla.

“Todas las panderetas que hacemos tienen un cliente ya; no construimos para tener en exposición o stock”, detalla Carlos do Viso. “Nosotros –agrega– hemos evolucionado muchísimo en peso, estética, en la cantidad de ferriñas, en la calidad de los parches, la sonoridad”.

Pero, ¿qué marca la calidad de una pandereta? “Depende del tipo de madera que uses. Esto le dará más o menos duración en el tiempo, también incide en el timbre”, detalla el artesano que también pone el acento en cómo elaborar el agarre: “Si es más o menos profundo dará más velocidad o equilibrio”.

El taller de las panderetas negras de Tanxugueiras

Sanín es el taller, situado a pocos kilómetros del Aeropuerto de Lavacolla, de donde salieron las tres panderetas negras con las que tocaron las Tanxugueiras en el Benidorm Fest. Años atrás, Muxicas ya había apostado por este color debido al luto. Se las había realizado Carlos Do Viso.

Regreso a la aldea

Otro detalle es el material de las ferreñas (sonajas), sus calibres, diámetro y estriado (la forma). En el taller de Carlos do Viso se preparan hasta 35 modelos diferentes que varían en timbre. “Al principio, nos encontrábamos en las aldeas panderetas con cinco pares de ferriñas, con muy pocas, para acompañar la voz; sin embargo empezamos a hacerlas con nueve pares. Desde siempre, defendí rebajar el número. Poco a poco los alumnos venían pidiendo menos. El mercado fue reduciendo hasta cinco. La tendencia es hacer ferriñas que suenen menos. Hasta que llegó Xavier Díaz al panorama musical no se hizo evidente esa necesidad”.

Por supuesto, no se olvida del parche. Cuanto más grueso, mejor y más caro, pero al mismo tiempo precisa de una buena estructura de madera. “La pandereta, concluye, parece una cosa sencilla pero es un instrumento complejo”.

En su caso, inventaron diferentes sistemas para tensar el parche así como para montar y desmontar las ferriñas con rapidez, pasando por unos discos para bloquear las sonajas. Se trata de un proceso de fabricación que mima el detalle desde el primer momento, incluido el corte de la madera. “Nosotros cortamos los árboles, hacemos los tablones, serramos las tablillas que hacemos girar en moldes de hierro con calor para perforar después, barnizar y coser”, detalla.

Do Viso agrega que “hicimos prácticamente las primeras panderetas de color que se realizaron en Galicia. Fue muy criticado. Las hicimos para un colegio de niños con capacidades diferentes de Caldelas de Tui. A partir de ahí, hicimos muchas de colores. Es una evolución estética”. En su memoria, guarda las panderetas negras para el grupo Muxicas “que se pusieron de luto y decidieron que le tintáramos los instrumentos de negro”.

Aunque la apuesta generalizada es por las panderetas con parche de cuero natural, poco a poco ha ido entrando la corriente del parche sintético. Sí, la moda vegana también ha llegado a este instrumento gracias a Tomás Axeitos.

Este técnico de sonido en directo –oriundo de Ribeira pero que vive en Ames– trabaja para Xabier Díaz y Adufeiras do Salitre. “Estamos viajando con ellos bastante por Europa. Por los cambios de humedad, nos encontramos con un montón de problemas en los instrumentos de piel, que no permanecen estables ni en timbre ni afinación. Empecé a investigar con materiales para solucionar el problema. Hará cuatro años”, rememora.

Probando, pasó cerca de dos para finalmente patentar el descubrimiento bajo la marca Landra. Sus parches sintéticos son adquiridos por artesanos que venden instrumentos a Japón o Sudamérica.

En el taller del vigués Miguel Rivas, muy cerca de la Avenida del Aeropuerto, se puede comprobar la diferencia entre una pandeireta con parche sintético de Landra y otra con uno de piel. La primera, mucho más liviana, permite riscar sin dificultad.

El artesano Miguel Rivas, en Vigo, en su taller. M. M.

“Hay artesanos que no dan abasto a raíz de lo de Tanxugueiras”

Miguel Rivas

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“El parche sintético –de plástico aunque parece piel– permite una estabilidad por lo que el instrumento va a sonar siempre igual haga 30 grados o haga menos dos, no se tensa con el calor ni se afloja con la humedad”, detalla. El único problema: es mucho más caro. Una pandereta de gama alta con parche de piel puede costar 80 euros; en el mismo artesano pero con parche sintético sube a 150 euros.

Rivas es uno de los muchos discípulos (Carlos do Viso, también) de una profesora legendaria: Leni Pérez. “Empecé –explica Miguel Rivas– con seis años y a partir de ahí me metí en la percusión con mi profesor Iván Blanco. Ya de pequeños empecé a fuchicar en la madera y acabé haciendo un ciclo formativo de carpintería. Tuve la suerte de tener un profesor al que le gustaba este mundillo y, al acabar las clases, me quedaba haciendo horas con él para investigar sobre cómo doblar la madera. A base de ir rompiendo y probando, de hablar con otros artesanos e ir a la EMAO (Escola Municipal de Artes e Oficios), me adentré en este mundo”.

Al ser percusionista, Rivas busca unos “acabados determinados”, experimentando con diferentes ferriñas (sonajas ) y distintos tipos de pieles. “Suelo hacer lo que me pide la gente con el mítico acabado natural pero también me las piden de otros colores”, detalla.

Un instrumento de percusión que hace 25 años vivía un momento delicado

Para elegir el color, presenta muestrarios que recuerdan a los ofertados para encargar un mueble. A mayores, ha diseñado un barniz que cambia de color según la luz: en una zona se ven colores de madera, mientras en otra se tiende a una especie de verde irisado.

A lo largo de los diez años que lleva como artesano, reconoce que el interés por este instrumento “va por rachas. A veces, no das abasto, en otras ocasiones entran pocos pedidos. Con el confinamiento, pensé que iba ir en declive. Pero fue al revés, mucha gente comenzó a tocar la pandereta en los pisos”.

Para él, Tanxugueiras llevaron la pandereta a un “extremo total. Pensar que la pandereta podría representar a Galicia en Eurovisión era muy guay. Tengo amigos artesanos que no dan abasto a raíz de lo de Tanxugueiras”.

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