El municipio de Mondariz ha sido el epicentro esta pasada madrugada del segundo mayor terremoto de la historia de la provincia de Pontevedra y el mayor de los últimos 30 años en cuanto a magnitud: 3.4 en la escala de Richter. El seísmo, de intensidad II y con origen a las 3.00 horas, se ha llegado a sentir al menos en 23 localidades pontevedresas; entre ellas, Vigo, Ponteareas, Redondela, Sanxenxo, Gondomar y Cangas. La fuerza de este fenómeno natural llegó incluso a despertar a varios vecinos.

Los puntos donde se ha percibido el temblor de tierra han sido estos, en todos, con intensidad II: Mondariz, Casco, Fontán y Merouces (Mondariz); Vigo, O Carballal y O Pugariño (Vigo); A Cañiza; A Chan de Vide y Lamela (As Neves); Ponteareas, A Viña Vella y As Cachadas (Ponteareas); Guntín, Vilaza-Santa María y Penalba (Gondomar); Val de Foxos (Salvaterra de Miño); A Serra (Crecente); Campelo (A Lama); Chapela-San Fausto (Redondela); Portonovo (Sanxenxo); Valiños (A Guarda); San Cibrán (Cangas); y San Martiño (Bueu).

Acompañado en proximidad por treinta y un movimientos terrestres más en las zonas de Covelo -principalmente-, A Cañiza y Arbo recapitulados en los últimos 10 días -además de otros dos en el propio municipio mondaricense, de magnitudes 1.7 y 1.8-, el sismo de esta noche con núcleo en Mondariz se originó a 23 kilómetros de profundidad -como la distancia , grosso modo, de Vigo a Pontevedra-, según los datos recogidos por el Instituto Geográfico Nacional (IGN).

"Pensé que había reventado la caldera de 'pellets', salí afuera para ver si pasaba algo"

Vecino de Mondariz

Varias personas han relatado en redes sociales que la sacudida llegó incluso a cortarles el sueño: "Sentí como si pasase un tren al lado de casa"; "Pensé que había reventado la caldera de 'pellets', salí afuera para ver si pasaba algo"; "Sentí como si pasase un camión".

Habría que remontarse al 25 de febrero del 1992 para datar el último terremoto con idéntico calado en la provincia, con germen en A Estrada y de intensidad II-III.

Habría que remontarse al 25 de febrero del 1992 para datar el último terremoto con semejante calado en la provincia, con epicentro en A Estrada y de intensidad II-III

La 'medalla oro' telúrica se la cuelga Reguengo. El 20 de abril del 1973, este lugar vivió un terremoto de 3.6 en la escala de Ritchter e intensidad IV, manteniéndose como el de mayor magnitud de la provincia de Pontevedra desde que hay datos; la lista histórica del IGN cataloga el primero el 4 de julio del 1849.

Epicentro (estrella roja) y diferentes puntos donde se ha replicado el terremoto. IGN

En cuanto a la comunidad gallega, el terremoto más voraz se anotó el 22 de mayo del 1997 a las 1.49 horas en Triacastela (Lugo): 5.1 en la escala de Richter y nivel IV de intensidad. Tal fue su agresividad que sus efectos se ramificaron a más de 500 kilómetros de distancia, llegando a Cáceres y Madrid, tras replicarse hasta en 150 ocasiones.

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Con todo, la realidad es que existió otro seísmo de mayor magnitud, pero su origen se constató en pleno océano Atlántico. Fue el 28 de febrero de 1969. Toda Galicia tembló entonces con un movimiento de 5.9. Vigo fue el territorio más damnificado tras sufrir una extraña realidad que se prolongó durante 10 segundos: “Centenares de personas abandonaron sus hogares y en el monte del Castro se reunieron cerca de 400 vehículos”, relataba por entonces la crónica de FARO.

Diferencia entre magnitud e intensidad

La intensidad de un seísmo hace referencia a las consecuencias que este provoca sobre personas, objetos y edificios, siendo el parámetro que más interesa a efectos vitales y materiales. Sin embargo, la magnitud describe la energía liberada tras la ruptura de la falla.

La intensidad de un seísmo hace referencia a las consecuencias que este provoca sobre personas, objetos y edificios, siendo el parámetro que más interesa a efectos vitales y materiales

A partir de una magnitud 3.5 en la escala de Richter, el terremoto podría generar una cierta alerta, como acaeció con este último de Mondariz: la sensación que ocasiona en estos casos equivaldría al estallido de una mina, sin llegar a producir desperfectos, sino únicamente un fuerte sacudimiento, como describieron varios testigos sobre la manifestación subterránea de la pasada madrugada. Por debajo de esa cifra, los síntomas percibidos serían más leves, todo lo contrario a cuando supera 6.1, coyuntura que obligaría a activar una alarma real dejando a la población en verdadero riesgo.