Dos años después del estallido de la crisis del coronavirus, cuando España ya comenzaba a tomar impulso gracias a las vacunas, una nueva ola, en plena Navidad, con un número de contagios nunca visto por la variante ómicron, con medio país aislado por el virus, ha vuelto a sumir a la población en un estado de agitación que nadie esperaba. Así lo constatan los psicólogos que, en sus consultas, reviven los fantasmas de la bautizada como fatiga pandémica. Más que miedo, detallan, ahora ven “frustración y enfado”. Esta vez nivel sexta ola. “Necesitamos esperanza y pensar que esto lo vamos a gestionar mejor como país”, señala Javier Prado Abril, vocal de la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR).

Que la crisis del COVID-19 nos ha pasado una enorme factura emocional ya es una obviedad. Fue la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) la que, a finales de 2020, etiquetó ese sentimiento: la llamada fatiga pandémica. Un estado de ánimo marcado por la desmotivación, el estrés, la apatía....España surfeaba entonces la cuarta ola del coronavirus y una mujer, Araceli Hidalgo, de 96 años, estaba a punto de ser la primera española en recibir la vacuna frente al virus.

Un año después, nuestro país ha logrado llegar a casi el 90% de su población de más de 12 años vacunada con pauta completa y hace semanas se inició la campaña de vacunación pediátrica: el 25,8 % de los niños y niñas de entre 5 y 11 años ya han recibido sus dosis. Sin embargo, una nueva oleada pandémica ha desbordado cualquier previsión y hace que nuestra salud mental, lejos de haber mejorado, vuelva a tocar fondo y, nuevamente, detrás tantos casos de ansiedad o depresión como los especialistas ven día a día, la incertidumbre sobre el futuro, la precariedad económica, las rupturas afectivas, la soledad....

“No nos lo esperábamos, la verdad es que no. Está sucediendo de nuevo en directo, una situación que, especialmente desde hace dos semanas, se está disparando. No diría tanto que la fatiga pandémica esté reactivándose -ese concepto de hastío, pereza o desazón que hace que las personas se vuelvan un poco laxas-, pero sí van a empezar a aparecer esos sentimientos en los próximos días. Ahora predomina la alarma y la incertidumbre por el descontrol y el desgobierno que han caracterizado las fases de los últimos dos años”, señala Javier Prado Abril.

El psicólogo añade que estas Navidades recuerdan mucho a las de hace un año. “Esa improvisación acaba generando desazón, desafecto, se mezclan las buenas recomendaciones con las absurdas. Prevalece la sorpresa, la frustración, enfado e indignación de ver cómo otra vez vamos por detrás del virus, que no está no bajo control”, indica.

“La comunicación oficial está fallando de manera muy flagrante estos días”, asegura Prado Abril. “Reina el caos general y el desaliento como si fuera de nuevo marzo de 2020. Quizás la diferencia es que el miedo no es tan intenso como entonces, al ser la amenaza un virus que todos ya conocemos mucho tras dos años de convivencia con el. No obstante, la percepción de improvisación y cortoplacismo constante quiebra la esperanza en que algún día podremos salir de esta pandemia terrible”, añade.

Los datos que se han ido conociendo en los últimos meses, tras esos dos años de pandemia, dan idea de cómo nos está afectando la crisis sanitaria. Por ejemplo, una reciente macroencuesta de la compañía farmacéutica Merck en la que han participado 6.000 personas de entre 18 y 65 años procedentes de diez países europeos, entre ellos España, con conclusiones sobre la percepción de la salud de los europeos revela que los problemas emocionales son una de las principales consecuencias de la crisis sanitaria: el 19% de los jóvenes españoles de entre 18 y 29 años (el 23% de los europeos) ha necesitado ayuda farmacológica para la ansiedad o la depresión por el impacto de la crisis.

Otro estudio, esta vez firmado por Save the Children, alertaba que la pandemia ha triplicado el número de trastornos mentales que padecen los niños, niñas y adolescentes de entre 4 y 14 años en España. Según el informe de la ONG -titulado ‘Crecer Saludable(mente) Un análisis sobre la salud mental y el suicidio en la infancia y la adolescencia’-, los trastornos mentales como ansiedad o depresión han aumentado del 1,1% al 4% en niños, niñas y adolescentes de entre 4 y 14 años y del 2,5% al 7% en el caso de los trastornos de conducta como déficit de atención o hiperactividad, en comparación con los últimos datos oficiales disponibles de la Encuesta Nacional de Salud (ENS) de 2017.

Y cómo olvidar el impacto entre los sanitarios. Viven la crisis en primera persona y ahora -mucho más cansados- vuelven a verse desbordados. Incertidumbre, miedo al contagio, protocolos que cambian, dilemas éticos, muertes, agotamiento físico y psíquico... son algunas de las causas que han afectado a su salud mental durante la pandemia. Hoy, en la sexta ola, unos y otros repiten que están agotados. Que ya no pueden más.

En dos años, el Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME), ha atendido 1.201 nuevos casos, casi un 37% más que en los dos años anteriores.