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Anthony J. Leonardi Inmunólogo, Universidad Johns Hopkins (EE. UU.)

“Las infecciones repetidas provocarán un envejecimiento prematuro de las células T”

El científico estadounidense lleva tiempo alertando del potencial del coronavirus para confundir y debilitar el sistema inmunitario

Anthony Leonardi, inmunólogo de la Universidad Johns Hopkins en Maryland (EE UU) FdV

Para defendernos del coronavirus, además de la respuesta por anticuerpos (humoral), nuestro organismo dispone de la respuesta por linfocitos (celular). Anthony Leonardi, inmunólogo formado en la Universidad Johns Hopkins en Maryland (EE UU), lleva tiempo advirtiendo que la infección por SARS-CoV-2 distorsiona la función, el número y la muerte de las células T, y crea una respuesta inmunitaria disfuncional.

Así lo indicó en un artículo publicado en diciembre de 2020 en la revista “Frontiers in Immunology”. El doctor estadounidense, que habla con FARO desde Reino Unido, es especialista en células T y ha estudiado las implicaciones del COVID persistente, es muy seguido en Twitter, donde desde su perfil @fitterhappierAJ ha venido alertando sobre el riesgo de considerar “leve” la variante ómicron y restar importancia al aumento exponencial de contagios.

“En Reino Unido ómicron está llevando a más niños al hospital”

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–Se ha mostrado preocupado por la posibilidad de que el SARS-CoV-2 se vuelva más patogénico. ¿Le preocupa la evolución de la proteína espicula (“spike”)?   

–Es difícil discernir la diferencia entre la existencia de inmunidad previa o si ómicron es menos grave. Los adultos tienen más anticuerpos y más vacunación. En Reino Unido está llevando a más niños al hospital.

“Hay posibilidad de recombinación entre ómicron y otra variante, como delta”

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–¿Por qué razón?   

–Probablemente porque está infectando a más personas, en primer lugar. Y segundo, los niños tienen menos anticuerpos que los adultos y se infectan. Tienen, probablemente, menor inmunidad. Por estas dos razones ómicron puede parecer menos severa, pero ser todavía bastante dañina. Hay otro aspecto sobre ómicron: no se está deshaciendo de delta.

–¿Está seguro de ello?   

–No estoy cien por cien seguro, pero delta todavía está ahí, en Estados Unidos y otros lugares. No se ha ido del todo. Creo que no se va a extinguir. Parece que lo que tenemos ahora es otro tipo de SARS-CoV-2, y nuestra inmunidad seleccionará el tipo de SARS-CoV-2 que provoque una nueva ola. La próxima onda podría ser de ómicron, de uno de sus descendientes, pero podría ser de otra variante que escape la inmunidad. Ómicron es tan infecciosa que va a entrar en las personas que tienen infección crónica y que dejan que evolucione mucho el virus.

–Entiendo.   

–Quisiera comentar algo sobre el RBD [dominio de unión al receptor, por sus siglas en inglés] y la evolución de la proteína de espícula que mencionaba antes. Resulta afortunado que actualmente la proteína espícula vaya sobre la superficie de las células y que los anticuerpos sean capaces de unirse a la proteína de espícula del virus. Y eso es porque hay una histatina en una proteína que permite a la espícula ir a la superficie de las células. Si esa histatina muta, causará menos expresión de la proteína espícula en la superficie de las células. Eso solía ser una ventaja del virus antes de ómicron, permitía que la espícula fuera fusogénica, que hubiese fusión célula a célula. Pero hay poca fusión célula a célula en ómicron. Hay una posibilidad de que ómicron pudiera evolucionar para perder la espícula en la superficie de las células infectadas. Eso podría cambiar.

–-¿Qué otras posibilidades hay?

–Hay posibilidad de recombinación entre ómicron y otra variante, como delta. No sabemos si la detectada en Chipre [llamada “deltacron”] es real o no.

“En lugar de decir que esta es la última ola deberíamos preguntarnos cómo prepararnos para la siguiente”

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–Algunos expertos creen que “deltacron” es en realidad un artefacto de laboratorio, pero ¿la posibilidad de recombinación está aún sobre la mesa?

–Sí, es posible, podría ocurrir en cualquier lugar. O dentro de otro animal, como las ratas en Nueva York. No descartaría la zoonosis inversa [la transmisión del virus ya adaptado al humano por parte de un animal]. Así es como dicen que ocurrió la primera transmisión de este virus a la población humana, de un animal, ¿no? En lugar de decir que esta va a ser la última ola deberíamos preguntarnos cómo prepararnos para la siguiente.

–En España se está planeando ya el futuro después de esta ola. Se dice que el virus, gracias a ómicron, va a ser endémico esta primavera y no se prevén más grandes olas.   

–Dígame cómo pueden garantizar que la próxima ola será de ómicron y no delta, beta u otra cosa. O algo que evoluciona y no estamos viendo. Ómicron puede ser más leve, pero ¿cómo podemos garantizar que la próxima ola será de ómicron? No lo veo. Y, aun así, hay gente que tiene que ir al hospital y requerir oxígeno. Lo más inteligente es mantener los suministros de buenas mascarillas, tener los mecanismos de emergencia instalados y prepararse para otra ola que no necesariamente será de ómicron.

“Como la gente tiene inmunidad a ómicron, creo más probable que la próxima ola sea de otro linaje”

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–Ómicron no procede de ninguna otra variante de preocupación, acumuló mutaciones durante mucho tiempo sin ser detectada. ¿Cree que podría repetirse algo así?   

–Sí, absolutamente. Es el precedente histórico que demuestra que esto sale de ninguna parte. Sería confiarse mucho creer que la próxima ola será de ómicron. Hay una posibilidad de mayor evasión de anticuerpos y nuevas variantes antigénicas. En mi opinión, como la gente tiene inmunidad a ómicron, significa que es más probable que no sea ómicron, sino otro linaje. Deben prepararse para otra cosa que no es ómicron.

Anthony Leonardi, inmunólogo de la Universidad Johns Hopkins en Maryland (EE UU)

Anthony Leonardi, inmunólogo de la Universidad Johns Hopkins en Maryland (EE UU) FdV

–La mayoría de los inmunólogos confían en las células T y dicen que, aunque los anticuerpos se reduzcan a los 6 meses de la infección o la vacunación, la respuesta de células T permanece intacta. Sin embargo, usted dice que el SARS-CoV-2 escapa la inmunidad que confieren las células T, y que este virus confunde al sistema inmunológico. Lo ha comparado en ese sentido con el ébola.

–Hay un nuevo preprint [estudio aún no revisado por pares] de la Universidad de Chicago que muestra realmente el efecto del SARS-CoV-2 en las células T. Señala que induce más muertes de células T que el VIH [el virus del sida]. Hallaron que el COVID-19 producía apoptosis [destrucción celular provocada por el mismo organismo]. Es muy importante, aunque sea una preimpresión. Dicen que las células T nos salvarán, pero ¿quién salva a las células T? No es bueno que las células T tengan estos problemas.

–Le preocupa la linfocitopenia [disminución de los linfocitos en sangre] producida tras infecciones de ómicron, afectando a las células CD4 y CD8. ¿Cree que el SARS-CoV-2 podría llegar suprimir la memoria inmunitaria como hace el virus del sarampión, lo que llevaría a muertes por infecciones bacterianas posteriores?

–Espero que no, pero hace que me preocupe por las infecciones por hongos que se produzcan luego. Las células T quedan dañadas. ¿Cuántas veces necesitan demostrarlo? Llevo diciendo mucho tiempo que las células T envejecen funcionalmente y mueren. Cuando vi esta infección por primera vez me di cuenta de que quedaban dañadas, porque sé qué apariencia tiene el daño en las células T. Cuando eres más mayor, tus células T son también más viejas. La gente mayor va a tener células T muy deterioradas, no funcionarán bien. Y cuando son más viejas, es frecuente que las células T sobrerreaccionen. Por eso digo que este virus confunde a las células T.

–¿Se trataría de un efecto de “bomba de tiempo”? La mayoría de la gente parece recuperarse bien del COVID-19. ¿Podríamos estar ante un proceso que solo pueda ser detectado mucho tiempo después?   

–Si hay infecciones repetidas, una y otra vez, eso llevará a un envejecimiento prematuro de las células T. La gente mayor tendrá células T más envejecidas, y esa es mi preocupación. Pero creo que seremos capaces de afrontarlo con buenos fármacos, anticuerpos y vacunas que llegarán en el futuro, para evitar que haya una “bomba de tiempo”. Diré también que no es bueno para su inmunidad que la gente se contagie con la ómicron por lo dura que es contra el sistema inmune de células T. Es bueno que no sea una infección crónica, no permanece en nuestros cuerpos. Hay quien dice que el COVID persistente podría ser crónico, pero el organismo puede enfrentarse a él para que no sea permanente.

–¿Descarta entonces que este coronavirus pueda permanecer en el organismo durante años o la vida entera, como el virus de Epstein-Barr?  

–No puedo descartarlo, pero creo que podremos manejarlo. Si hay persistencia y quedan reservorios virales creo que podremos utilizar fármacos como el Paxlovid de Pfizer o anticuerpos. Pero mi preocupación por el daño en las células T viene de las reinfecciones, no necesariamente de la persistencia.

–Un reciente artículo en “The Wall Street Journal” defendía que acelerar la propagación de ómicron puede ser más seguro, y que evitarla “puede aumentar el riesgo de una ‘deriva antigénica’ hacia una supervariante mucho más letal”. ¿Qué opina de ello?  

–Es incorrecto, y le diré por qué: estas variantes surgen de individuos infectados de forma crónica. Si aceleras la propagación de una variante creas más interconectividad. Debido a la dinámica de la transmisión en una ola, se infectará más gente, y se contagiarán más personas inmunocomprometidas. Y cuantas más personas se infecten, más probabilidades habrá de replicación y de una variante nueva. La deriva antigénica que crea nuevas variantes no es necesariamente una función de tiempo únicamente. Es una función del número de personas, especialmente las inmunocomprometidas, que resultan infectadas.

–Entiendo.   

–Se debería evitar la infección. Las personas inmunocomprometidas deberían ser identificadas y se les debería administrar anticuerpos u otros medios profilácticos para asegurarnos de que no alberguen infecciones que causen una rápida evolución del virus.

–Usted ha recordado el llamado experimento RMA15 [realizado por científicos del NIH y CDC, organismos oficiales de referencia de enfermedades infecciosas de Estados Unidos, en 2007], por el que ratones fueron infectados con el coronavirus del SARS y tras 15 generaciones la letalidad aumentó en un 50-100%. Ha alertado de que, en lugar de alcanzar la endemicidad, podría ocurrir un fenómeno similar con el SARS-CoV-2.

–Como esto ocurrió en un laboratorio, no creo que podamos excluir esa posibilidad. Tenemos que preparar algún mecanismo para que la sociedad siga funcionando en caso de que ocurra. No creo que sea algo seguro ni una moneda al aire, pero la posibilidad tiene que ponerse sobre la mesa, porque ómicron puede recombinar, puede surgir otra variante... No tenemos ni idea de cómo va a evolucionar esto. Además, la proteína de espícula puede evolucionar para tener una superafinidad con el [receptor celular] ACE2. No podemos garantizar ninguna trayectoria.

–La Agencia Europea del Medicamento ha mostrado su preocupación por la estrategia de administrar dosis de recuerdo de forma continua. Algunos inmunólogos avisan de que se podría producir un efecto no deseado de tolerancia, como el que se busca con las vacunas contra las alergias. Un estudio de 2019 alertó sobre este efecto con las vacunas de la gripe en EE UU. ¿Cree que esto podría ocurrir con las vacunas contra el COVID-19?   

–Un inmunólogo llamado E. John Wherry, de la Universidad de Pensilvania, cree que el agotamiento inmune y de las células T no será un problema con las dosis de recuerdo que se están programando hasta ahora en Estados Unidos. En cuanto a Europa, si estáis considerando seguir la estrategia de Israel [donde ya se administran cuartas dosis a población vulnerable], con refuerzos cada 4 o 6 meses, mi opinión es que no veréis un agotamiento de las células T, y que estas células serán capaces de responder y liberar los anticuerpos. Hay una situación teórica de anergia de las células T [estado de los linfocitos en el cual estos, pese a estar presentes, no son activos], pero no creo que sea un problema en absoluto para la vacunación. Personalmente creo que la infección cada 6 meses o un año sería el problema, no la vacunación. De momento no hay problema con la generación de anticuerpos postvacunación. En mi opinión los anticuerpos están haciendo la mayor parte del trabajo en las infecciones leves y moderadas y previniendo las severas. Depende de los reguladores de la UE. Puede que prefieran la vacuna para la variante ómicron para el futuro, pero vacunar cada 6 meses no será un problema.

–¿Qué le gustaría añadir de cara al futuro?

–Habrá otra ola después de esta de ómicron, y será mejor prepararse con políticas de mascarillas, suministros y medicación que está saliendo ahora, como el Paxlovid [de Pfizer] y anticuerpos como el Sotrovimab. Le haremos frente con una tecnología mejor.

“Apostaría por una ola invernal, pero tendremos fármacos para afrontarla”

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–¿Cuándo ocurrirá?

–Es una pregunta difícil. Por dinámicas de comportamiento, por festivos y la por la meteorología, apostaría por una ola invernal. En invierno hace frío, nos juntamos y viajamos mucho. Pero para entonces tendremos fármacos y tecnología muy buena. Veremos qué ocurre.

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