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Caso cerrado

El hallazgo del cadáver de Otman en una cuneta del Empordà conduce a una captura internacional

sociedad

El ciclista pedaleaba la mañana del domingo 28 de febrero del pasado 2021 junto al arcén de la carretera secundaria que trepa hasta el santuario de la Mare de Déu del Mont, en el municipio de Cabanelles (Alt Empordà). Y de repente dejó atrás lo que parecía un cadáver tirado en la cuneta. Frenó en seco. Retrocedió. Abrió bien los ojos para cerciorarse de que estaba viendo lo que creía que estaba viendo y llamó al 112.

 Al poco rato, y con la carretera estaba cortada, se arremolinaban sobre el asfalto y alrededor del cuerpo localizado por el ciclista agentes de los Mossos d’Esquadra del Àrea de Investigació Criminal (AIC) de Girona, el fiscal Víctor Pillado, el juez de guardia y trabajadores de los servicios funerarios. Ninguno de ellos tenía duda alguna de que se trataba de un crimen: el fallecido, un hombre de unos cuarenta años y vestido con un mono de trabajo, tenía cortes en el cuello. El trabajo para resolver el Caso Voral –‘andén’ en catalán, así lo bautizaron– comenzó por saber quién era.

 La denuncia de la familia

Una familia marroquí instalada desde años en la comarca del Empordà acudió a la comisaría de Figueres poco después del hallazgo de aquel cuerpo y denunció la desaparición de Otman Chaibi, un mecánico marroquí de Vilafant que llevaba varios días en paradero desconocido. Los Mossos dedujeron enseguida que se trataba del hombre abandonado en la cuneta. Por aquel entonces la autopsia ya había finalizado y, además de poseer muestras de ADN que certificarían la identidad de Otman, los policías sabían también gracias al examen forense que el pariente de esa familia había sido brutalmente apaleado. Tenía más de 30 contusiones por todo el cuerpo además de 5 cortes de arma blanca en el cuello. En el cráneo, además, había recibido golpes con un objeto contundente que posiblemente fueron los que provocaron su muerte.

 Los investigadores, tras tener claro quién era la víctima, pasaron a buscar al asesino, o asesinos. Interrogaron al entorno de Otman: familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo. En este caso, hablar de compañeros de trabajo significaba hablar de Valentín, el socio con el que había montado un taller mecánico. Cuando interrogaron a este último testimonio, los Mossos supieron por dónde debían seguir.

 Dos días antes del hallazgo del ciclista, el viernes 26 de febrero, Otman acudió a una barbacoa que Valentín y su mujer, que residen en una vivienda ubicada casi adosada al taller, montaron en su garaje. A esa cena acudieron varios amigos del matrimonio, todas, salvo Otman, eran personas de origen rumano, como Valentín y su esposa. Comieron carne asada y bebieron abundante alcohol. Al final de aquella cena, dos de los invitados, Florin y Kevin, se pelearon con Otman. La discusión llegó a las manos y Florin y Kevin se descontrolaron. Supuestamente, acabaron matándolo. Y, en lugar de avisar al 112, decidieron cargarlo en el maletero de un Peugeot 307 –quizá todavía vivo–, condujeron un buen rato y después lo arrojaron a la cuneta. “No pretendían deshacerse del cuerpo, solo alejarlo del taller”, subrayan fuentes policiales.

La diáspora

Los investigadores pudieron reunir en poco tiempo una lista detallada de cuántos invitados participaron en aquella barbacoa. Y confirmar, a través de sus teléfonos móviles, que todos se encontraban en el garaje cuando Otman presuntamente fue apaleado hasta su muerte. Gracias a los seguimientos que hicieron los agentes fueron localizando a cada uno de los sospechosos. De aquellas pesquisas, los Mossos y la fiscalía dedujeron lo que había pasado: había dos autores materiales —Florin y Kevin– y el resto habían cometido delitos de encubrimiento, en el mejor de los casos, o con su presencia se habían comportado como cooperadores necesarios del homicidio. El juzgado de Figueres acordó arrestarlos a todos. Sin embargo, existía un problema: Florin y Kevin ya no se encontraban en España.

 Florin se había refugiado con familiares que residían en Holanda y Kevin había huido a Rumanía, a casa de su novia. El juzgado de Figueres emitió dos Órdenes Europeas de Investigación (OEI) y el juez y el fiscal negociaron con sus homólogos en Holanda y Rumania para que investigaran a Florin y a Kevin, respectivamente. Paralelamente, los Mossos contactaron con los agregados del Ministerio de Interior en las embajadas de los dos países, inspectores de la Policía Nacional que ejercen de enlaces entre los cuerpos de seguridad españoles y los extranjeros. A través de esos inspectores, y con el beneplácito de las autoridades judiciales, se activaron las unidades de fugados holandesa y rumana. Estaba todo a punto. Pero Florin, según informó la policía holandesa que lo había estado siguiendo, abandonó inesperadamente el país para instalarse en Amberes (Bélgica). Hubo que reiniciar el proceso burocrático con los belgas. "Los dos –Florin y Kevin– se ganan la vida trapicheando con marihuana y no son grandes narcos pero tienen una gran movilidad por Europa", los describen agentes de Girona.

 A mediados de diciembre, los ocho volvieron a estar quietos y localizados: seis en España, uno en Bélgica y otro en Rumanía. “Teníamos que actuar todos a la vez porque sino se avisarían entre ellos y existía riesgo de fuga, sobre todo por parte de los que ya estaban en el extranjero”. Los Mossos arrestaron a seis sospechosos en el Empordà y a Florin en Amberes. Pero Kevin se escabullí. La policía rumana informó de que se había marchado de viaje justo entonces. Hace pocos días, la unidad de fugados de ese país informó a los Mossos de que había regresado al domicilio de su novia, en Bucarest, y fue detenido finalmente detenido. Será extraditado en breve. Florin ya está encarcelado preventivamente en la prisión de Figueres. Ha confesado que atacó a Otman pero ha declarado que la víctima lo había atacado antes a él. También ha detallado que la discusión se originó porque Otman quiso cobrar demasiado por una dosis de cocaína de baja calidad.  

Casi un año después, la instrucción del Caso Voral está a punto de cerrarse para ser juzgada. Las hermanas de Otman han contratado los servicios del letrado Sergio Noguero. "Fue un asesinato. Hubo encarnizamiento como muestra la autopsia y abuso de superioridad, porque eran varios contra uno. Otman, además, había estado bebiendo y no estaba en plenas facultades para defenderse", explica el abogado. "Para la familia, la noticia del hallazgo del cadáver abandonado en la cuneta supuso un plus de dolor y pide que reciban las penas más duras".

 

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