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graciela cabo | Psiquiatra en la Unidad de atención a personas en riesgo de suicidio (área de Vigo)

“Cuando alguien tenga ideas de suicidio que acuda al médico, que no espere”

“Hablamos de 11 suicidios al día en España en 2020, la cifra más alta hasta ahora. Queremos lanzar un mensaje de esperanza: que pidan ayuda, se puede salir”

José Eduardo Rodríguez (psicólogo) y Graciela Cobo (psiquiatra) en la unidad de prevención del suicidio Marta G. Brea

Cambios de humor. Picos de mucha energía seguidos de situaciones de bajo ánimo. Incluso de aislarse, de desaparecer durante un tiempo. Las personas que están sufriendo mucho tienden a aislarse, cuentan Graciela Cabo y José Eduardo Rodríguez, psiquiatra y psicólogo de la Unidad de prevención del suicidio del área de Vigo, creada recientemente para atender el alto número de personas con problemas de salud mental que necesitan ayuda.

En este caso son personas de alto riesgo, que ya han intentado quitarse la vida o que tienen pensamientos suicidas recurrentes. Los expertos explican en estas entrevistas que hay salida, que pidan ayuda.

En muchos casos son los propios familiares los que deben estar atentos a las señales que envían las personas que están sufriendo y que guardan el secreto. Una carta, un regalo de mucho valor, seguros de vida, el testamento... El caso de la actriz Verónica Forqué, que se suicidó hace unos días, un tiempo después de su participación en un programa de televisión de mucha audiencia en el que llamó la atención de muchos por su comportamiento, ha provocado un intenso debate público. Especialistas gallegos explican que no hay una sola causa, suele ser la unión de muchos factores.

“Hablamos de 11 suicidios al día en España en 2020, la cifra más alta hasta ahora. Queremos lanzar un mensaje de esperanza: que pidan ayuda, se puede salir”

Graciela Cabo - Psiquiatra en la Unidad de atención a personas en riesgo de suicidio (área de Vigo)

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A lo largo de la historia, tras una pandemia o crisis, siempre ha habido un repunte de las enfermedades mentales,según explica Graciela Cabo, psiquiatra en la Unidad de prevención del suicidio creada recientemente en Vigo (y en otras ciudades de Galicia: son seis en total). Los datos preocupan.

Graciela Cobo, psiquiatra en la Unidad de prevención del suicidio. MARTA G. BREA

“Por cada suicidio hay detrás 20 tentativas”

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–La pandemia ha dejado un panorama complicado en salud mental. Los datos sobre suicidios nos dan señales de alarma. ¿Se constata un incremento del número de suicidios?

–Acaban de salir los datos del Instituto Nacional de Estadística del año 2020. Y en ese año, el de la pandemia, hay un récord histórico del suicidio en España desde que se tiene conocimiento estadístico, desde 1906. Han aumentado un 7,4% los suicidios en España: casi 4.000 el año pasado. Y por cada suicidio hay detrás 20 tentativas, es tremendo.

–Es una cifra muy elevada...

–Hablamos de 11 suicidios al día en España, uno cada dos horas en el país. Vemos en el día a día en las consultas cómo en los servicios de urgencias hay un incremento elevadísimo de gente con tendencia suicida o conductas autolesivas.

“Tratamos de estar con la máxima disponibilidad para las personas en riesgo, depresión, ansiedad, trastornos mentales...”

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–La creación de las unidades específicas para tratar este tema, como en la que trabajan ustedes en Vigo, era súper necesaria...

–Galicia ha determinado establecer las unidades de prevención, y así estamos, somos un equipo multidisciplinar y estamos tratando de disminuir el número de casos. Somos el área más grande; tratamos de ayudar a la gente y estar con la máxima disponibilidad para las personas que estén en riesgo, que estén con depresión, con ansiedad, con trastornos mentales.

–Se habla mucho estos días tras el caso de la actriz Verónica Forqué, que falleció por esta causa. Poco antes había salido en un programa de televisión con un comportamiento que había llamado la atención. De todos modos, el suicidio suele ser por el cúmulo de varios factores...

El suicidio es algo muy complejo, no depende de un único factor. Hay dos fundamentales, uno de ellos es la depresión, el trastorno mental en sí… Todos los trastornos mentales tienen un incremento del riesgo de suicidio. Y luego está el tema de lo que está ocurriendo en la actualidad. Los problemas económicos, la violencia a nivel social, intrafamiliar, el consumo de drogas... El consumo de cannabis, alcohol, cocaína en adolescentes está aumentando mucho, lo que implica un deterioro constante del cerebro y de todo lo que afecte a la salud mental en todas las áreas. Afecta a nivel cognitivo, conductual, afectivo... Si hay una enfermedad mental empeora y si no la hay la desencadena. Es una situación que esperemos que en las familias se den cuenta del riesgo elevadísimo que se alcanza con el consumo de cannabis, de marihuana o de hachís con alcohol. O_el consumo con cocaína o éxtasis. Estamos viendo un consumo generalizado de drogas, con estado de ánimo depresivo. Esto se incrementa con el consumo de drogas. Y esto se percibe en franjas de edad bajas, empiezan muy jóvenes.

–Habla de violencia intrafamiliar. ¿Está también vinculado a la pandemia?

–Hay mucha violencia intrafamiliar. Y en los colegios, suicidios por bullying. Esto podemos extenderlo a toda la sociedad, la violencia es un factor de riesgo, la pérdida de empleo es un factor de riesgo, los problemas de pareja son un factor de riesgo, y el consumo de drogas es un factor de riesgo. Y los trastornos mentales. Es un problema multifactorial. El conjunto de todo esto puede llevar a un cuadro depresivo con un sufrimiento intensísimo que puede llevar tanto a un adulto como a un adolescente o anciano a cometer suicidio.

–¿Cuándo hay que preocuparse y pedir ayuda?

–En Galicia se han lanzado muchas unidades de atención a este tipo de pacientes. Somos equipos multidisciplinares. Tenemos la esperanza de que la gente contacte. Cuando se sienten mal, cuando tengan ideas de suicidio, es importante que no esperen, no dar tiempo a la depresión a que se forje. Cuando empiecen a encontrarse mal que vayan al médico de cabecera, al PAC, al servicio de urgencias del hospital de referencia: porque a través de profesionales pueden contactar con psiquiatría, psicología clínica, ponerse en contacto con la unidad de prevención del suicidio como la nuestra.

–Para ello tienen que ser conscientes del problema y dar ese paso...   

–Es que hay salida. Hay solución. Hay ayudas; siempre hay opciones de salir adelante. Es necesario tratar lo que esa persona tenga, en profundidad. Hay que tratar de entender ese sufrimiento y ahondar en lo que cada caso, de forma individualizada, necesita. Para poder abordarlo desde un punto de vista médico, farmacológico, como desde un punto de vista terapéutico o de trabajo social. Como es un problema multifactorial debemos tener un equipo multidisciplinar como el que tenemos ahora aquí en Vigo.

–Se empiezan a ver también ideas suicidas en los más pequeños. ¿En qué situaciones se llega a estos casos?   

–La mayor parte de los trastornos mentales empiezan en la infancia. En la adolescencia brotan: entre ellos la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia.... Y también hay que tener en cuenta que como el suicidio es multifactorial hay situaciones de riesgo que los niños callan, por vergüenza, como pueden ser abusos sexuales o psicológicos o acoso escolar. Temas que suelen mantener en silencio. Otras veces lo dicen. Se les ve deprimidos y van a consulta. Estos casos se tratan en las unidades de salud infanto-juveniles. Muchos adultos dicen que ya empezaron a estar tristes en su infancia. Más que tristes, deprimidos.

–A lo largo de la historia, tras una pandemia o una crisis, ¿siempre ha habido un repunte en salud mental y suicidios?   

–Sí. Siempre ha habido un incremento de las enfermedades mentales, como la depresión, la ansiedad. Es una situación de estrés; un estrés mantenido en el tiempo y esto afecta muchísimo al ser humano: psicológicamente y físicamente.

“La persona que está sufriendo mucho tiende a aislarse, a pensar que es una carga”

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–¿Es posible que no muestren ningún síntoma?   

–Casi siempre hay señales. Es bueno estar pendiente: un mensaje, una carta, un quiero estar solo... ¿Qué ocurre? Que a veces esas señales son muy vagas, que es muy difícil para los familiares distinguirlas. Si alguien percibe o sospecha... vale la pena prevenir. ¿Es posible que no haya ningún tipo de señal? Puede ser. Pero, por ejemplo, una persona que está sufriendo muchísimo tiende a aislarse, a pensar que molesta, que es una carga. Ese aislamiento silencioso es indicativo de algo, pero es un aislamiento. Para la persona: si pasa una semana o dos y está muy hundida y no se comunica con nadie, no habla con nadie y tiende a aislarse... hay que pedir ayuda. Realmente pueden suceder todos los escenarios: el que lo dice continuamente, el que lo insinúa de vez en cuando, el que da señales no verbales...

–¿Puede haber detalles que llevan a pensar en una despedida?   

–Sí. Una carta, regalos con mucha carga sentimental o empezar a hacer testamentos, seguros de vida... son detalles a los que hay que estar atentos, aunque la persona no diga nada.

–¿Las redes sociales pueden influir negativamente?   

–Pueden ser positivas para relacionarse con amigos pero si entramos en relaciones que no son sanas y para las que los jóvenes no están preparados pueden ser una bomba de relojería.

“Hay un aluvión de jóvenes con problemas de ansiedad que buscan ayuda en consulta”

José Eduardo Rodríguez - Psicólogo en la unidad de prevención del suicidio

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Cuando empezó la pandemia muchos facultativos pensaron que habría muchos pacientes agobiados por la situación. Sin embargo, la primera reacción fue aparentemente buena. Pasado un tiempo llegó el aluvión de pacientes con problemas, según cuenta José Eduardo Rodríguez, psicólogo clínico en la Unidad de prevención de suicidios (área de Vigo).

José Eduardo Rodríguez - Psicólogo en la unidad de prevención del suicidio MARTA G. BREA

–¿Qué síntomas deben alertarnos de que existe un problema mayor?

–La gente que se quiere suicidar no se quiere morir, lo que quiere es dejar de sufrir. Hay muchos factores pero lo que une a todos los factores es que hay un sufrimiento intenso; un sufrimiento intenso al que no se le ve salida; uno lo ve como insoportable o interminable. Se puede estar pasando fatal por un problema laboral, por un problema de pareja, un problema familiar... la persona puede pensar si lo que queda de vida es así, con ese sufrimiento, pues que no quiere eso. Es un sufrimiento terrible. Hay dos patrones: el que se va instaurando poco a poco y el que se instala de manera rápida. En el primer caso es más fácil intervenir.

–¿La pandemia provocó en muchas personas un termómetro para su capacidad de resistencia o resiliencia?

–Para ciertas personas la capacidad de resistir llegó a su límite. Cuando empezó todo esto pensamos que iba a haber un aluvión pero esto no pasó, al contrario, la gente se quedó encerrada en casa, reaccionó razonablemente bien. Pero como en toda situación de estrés es como un método de resistencia y la resistencia se agota. Desaparece la interacción social. Y después, en muchos casos, también aparecen los problemas económicos. 

–¿Problemas económicos o familiares suelen ser factores fundamentales?   

–Las personas que tienen esos problemas, económicos o familiares, por ejemplo, son más vulnerables. Esto es como cuando te sientes con el agua al cuello. La gente que tiene todos esos condicionantes tiene más facilidad para sufrir y tener un problema de salud mental. Sufres en ese contexto.

–Por citar uno de los temas de los que más se ha hablado en los últimos días, el suicidio de Verónica Forqué. Muchas personas que la conocían afirmaron públicamente que jamás imaginarían un final así...  

–Una cosa es la presentación externa y otra cosa es la vivencia. Algunas personas muestran cambios de ánimo llamativos, también situaciones de mucha energía y eso tiene un coste posterior que es pasar de esos picos hiperenergéticos a periodos de muy baja energía. Hasta el punto de que en estos momentos bajos esta gente desaparece del mundo, tiende a aislarse... Aparece el sufrimiento, la desesperación. Si aparece de forma rápida, y con las dificultades que hay de relacionarse en crisis, hay que tener cuidado. Estar atentos.

–¿Cuántos pacientes tienen en la unidad de Vigo?  

–Entre 80 y 90 pacientes activos. Y_es un programa de seis meses con psiquiatra, psicólogos, trabajadora social, enfermeras... Es un número controlado, si fuesen más no podríamos atenderlos bien. El Sergas nos aporta los recursos necesarios para atenderlos bien. Nos llegan pacientes a consulta en situaciones de crisis o de muy alto riesgo.

–¿Es habitual ordenar un ingreso? 

–Sí. Incluso a veces el propio paciente te lo pide; sabe que tiene riesgo, que tiene pensamientos suicidas recurrentes.

“Hay que medir la intensidad del sufrimiento y la duración, ver si se prolonga mucho”

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–¿Cómo medir el riesgo?

–Hay dos parámetros. No es fácil pero para medir el sufrimiento hay que medir la intensidad del mismo. Es decir, intentar saber qué mal lo está pasando la persona. ¿Cuánto? Si ese sufrimiento es demasiado agudo, demasiado intenso... Y después también hay que tener en cuenta si es muy prolongado en el tiempo. Por ejemplo, si se pasa por una ruptura de pareja pues es normal pasarlo mal durante un tiempo. O un duelo. Pero si eso se prolonga mucho pues hay que pedir ayuda.

–¿Y si la persona no se da cuenta?

–Si hay una atrofia mental es posible que la propia persona no sea consciente de la dificultad que está pasando. En otros casos es la propia persona la que demanda ayuda.

–¿Sorprende la cantidad de trastornos mentales en niños?

–Nosotros atendemos a mayores de 16 años. Pero sí, estamos en contacto con nuestros compañeros de infantil y es un aluvión de chicos con problemas. Con ansiedad. Hay listas de espera. Partimos de una franja de edad especialmente mala. De mucho sufrimiento. Los chavales lo pasan muy mal: muchas ansiedades.

–La Organización Save the children acaba de alertar de pensamientos suicidas en niños?

–Llama mucho la atención, sí. Son ideas como más pasivas: ‘Si me duermo y no me despierto tampoco pasa nada’ o ‘estaría descansando ocho días’. En muchos casos no hay un plan para llegar ni una idea concreta de suicidio pero hay como una sensación de hartazgo. Y es muy llamativo.

  • Las lesiones medulares por intentos de suicidio se cuadruplican

–¿Los pacientes que tratáis en la unidad pasan por una consulta previa?

–Sí. Suele ser gente que ha ha hecho tentativas, algunas con un método letal y otras veces se trata de ideaciones muy intensas y recurrentes. Con ideas de quitarse la vida o estar planificando eso y no haberlo hecho aún. En todo caso son pacientes graves. Normalmente llegan derivados de otros lugares porque ya ha habido una tentativa, por ejemplo, derivados desde el hospital. Normalmente llegan desde tres sitios: desde hospitalización psiquiátrica, de las urgencias y de las líneas de salud mental. Ya había muchos casos antes de la pandemia pero después de la misma hay más, una oleada tremenda. Hasta el punto de saturarse los servicios públicos. De hecho esta unidad se ha creado recientemente, en febrero de 2021 y los primeros pacientes llegaron en marzo. Es para pacientes graves, con tentativas autolíticas previas o pensamientos suicidas.

“El que piensa en suicidarse quiere dejar de sufrir tanto y no ve otra salida”

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–El control del sufrimiento es una parte clave. Muchas veces, cuando se habla de suicidio, se transmite una visión muy simple de este tema. Las causas son muy variadas.

“A veces es el propio paciente el que pide ayuda al tener pensamientos suicidas recurrentes”

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–Lo ideal son los pacientes que son conscientes del riesgo...

–Muchas veces es el propio paciente el que busca ayuda: esta idea la tengo muy presente y me agobia y estoy buscando ayuda porque este pensamiento me mata. El que piensa en suicidarse quiere dejar de sufrir tanto y no ve otra salida.

“Hay muchos factores que dan lugar a un suicidio pero lo que une a todos ellos es un sufrimiento intenso, insoportable e interminable”

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–Por un lado suele evolucionar, poco a poco... Pero, ¿puede ocurrir que aparezca de modo repentino?

–Cuando los pensamientos suicidas se van instalando poco a poco tenemos momentos en los que alguien puede detectarlos y podemos intervenir. Pero cuando una persona aparentemente está bien y le pasa algo y todo esto se desarrolla en horas, en días...es más complicado. Cuando aparece el sufrimiento o desesperación de forma rápida puede sorprender a la gente. Alguien aparentemente en un estado normal pero con una dificultad de reacción en crisis pues puede llegar a un punto así. Por eso la intervención en crisis es muy importante.

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