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Lucha contra el cáncer

La última lección de Marta, fallecida de cáncer a los 23 años: “Baila y déjate de historias”

“Es la vida, no es para tanto”, cuentan sus amigos que respondía cuando alguien le mostraba compasión

Marta Fernández Serrano, con pañuelo, junto a sus amigas –desde la izquierda– Teresa Enríquez, Alejandra de la Lastra y Julia Ybarra. Debajo, Marta Fernández.

A Marta Fernández Serrano, a mediados de marzo de 2018, un médico le dijo “osteosarcoma parostal”, solo dos palabras que cambiarían su vida. Le quedaban menos de dos meses para cumplir 20 años. A Marta le dieron un golpe de los que uno no sale y ella respondió con una fe inquebrantable. “Baila y déjate de historias”, diría años después ante una cámara en una reflexión sobre el cáncer de huesos que terminó apagando la vida de la joven ovetense el pasado sábado a los 23 años. Esas palabras, pronunciadas con entereza y una sonrisa bajo el pañuelo que le cubría la cabeza, sacuden ahora el país y las redes sociales, y cuelgan de templos y centros educativos de toda España en forma de carteles. Marta se fue, pero Hakuna, la organización de jóvenes cristianos a la que pertenecía, no ha dejado que su voz se apague.

“Es la vida, no es para tanto”, cuentan sus amigos que respondía cuando alguien le mostraba compasión, cuando veía que su sufrimiento se filtraba a los demás. Marta Fernández Serrano, dice su hermano Ignacio, “siempre fue especial”. Aclara que no lo hace por presumir, sino porque ella “nunca perdió el ánimo”. Era, sin embargo, una chica corriente, que hacía “de lo corriente algo extraordinario”. Durante los últimos años fue ejemplo para muchos dentro de la organización, pero también para su familia y sus amigos. Marta era la mayor de cuatro hermanos. Su familia siente el dolor natural de una pérdida que no lo es –porque claro que Marta no tenía que haberse ido con solo 23 años–, pero dicen estar “en paz”.

Este lunes, San Juan el Real se convirtió en una celebración de su vida. Hasta la catedral del Ensanche llegaron jóvenes de Madrid, Sevilla, Bilbao... de todas las ciudades en las que la joven ovetense había hecho amigos. El párroco de San Juan, Javier Suárez, aseguró haber oficiado el funeral más emocionante de su vida. Los amigos de Fernández Serrano y miembros de Hakuna llenaron la basílica de cánticos. No será la única celebración por Marta, también habrá funerales en Pamplona y en Madrid.

La joven, que antes había pasado por el Meres y el Peñamayor, estaba estudiando en Pamplona Economía bilingüe cuando le diagnosticaron un extraño cáncer de huesos especialmente agresivo. El primer tratamiento funcionó y Marta se curó al tiempo que superaba la carrera año por año. Pero la enfermedad no tardó mucho en volver, en reproducirse y en convertirse en imparable en forma de metástasis. A pesar de los fuertes dolores que le ocasionaban los tumores y la serie de operaciones a las que tuvo que someterse, la joven ovetense siguió haciendo sus pequeños milagros.

Este año tenía programado un viaje a Roma con Hakuna, una visita al Vaticano y, por probar y con fe ciega, decidió mandarle una carta al Papa Francisco. El 4 de mayo de 2013, el día que cumplía 15 años, había coincidido con él en la Ciudad Santa casi por casualidad. Entonces cuentan que el recién nombrado Pontífice le dijo: “Reza por mí y yo rezaré por vos”. Marta le recordó aquella anécdota a Francisco en su misiva. Estando en el hospital recibió una llamada desde el Vaticano para ofrecerle una audiencia con el Papa, pero, a los pocos días, Marta tenía que ser operada de urgencia del corazón. “Le dieron el alta a las seis del martes y el miércoles por la mañana estaba reunida con el Papa en Roma”, recuerda el segundo de los hermanos de la joven. El Pontífice y la joven ovetense se emplazaron con la misma promesa, cada uno cuidaría del otro “en la oración” y ella le dejó como recuerdo una Virgen de Hakuna. “Esa visita fue un empujón de fe para ella, la ayudó mucho a seguir fuerte”, resumían desde la asociación.

Los últimos meses de su vida fueron un frenesí. Marta se trasladó a vivir a una casa de la organización religiosa en Madrid y se volcó en alguno de los proyectos al tiempo que “servía de inspiración para los demás”, como afirmaba ayer el colectivo de jóvenes cristianos. Este domingo se celebrarán una misa y una fiesta en su honor en el convento de Cifuentes, una de las propiedades que la organización religiosa estaba reformando como sede y en la que la joven ovetense estaba especialmente comprometida.

Cuando empeoró se trasladó al HUCA, donde pasó las últimas semanas junto a su familia. Los numerosos amigos de Marta en Oviedo arroparon tanto a la joven como a sus hermanos durante los últimos días. Pese al dolor siempre estuvo “entera” y confiada. “Nunca he visto nada como la fe de mi hermana”, resumía su hermano Ignacio. “Nos duele, pero tenemos una paz brutal, nos sentimos respaldados, sabemos que está en el cielo, sabemos que está bien”, añadía.

“Nunca tendremos un control absoluto sobre nuestras situaciones. Bailas y te dejas llevar, te dejas hacer y ya está. Baila y déjate de todas esas tonterías que no son importantes”, ese era el análisis de Marta sobre lo que es una enfermedad terminal a los 20 años. Esa era su lección para el mundo.

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