La niebla y la llovizna caída ayer en muchos lugares de Galicia no frenó el ánimo de los cazadores en el primer día de la temporada de caza menor, cuyo arranque cabe calificarse como esperanzador.

Los cazadores esperaban con ansia la oportunidad de salir al monte con sus perros y sus escopetas. Algunos apenas pudieron conciliar el sueño durante toda la noche, pensando en cómo iba a resultar la jornada. “Estaba nervioso, como si fuera un niño, y tenía mucho miedo a quedarme dormido, por lo que apenas pude conciliar el sueño y me desperté continuamente durante toda la madrugada, y eso que, para que nada fallara, tenía puestas dos alarmas”, explica Juan Javier Doce Pérez, un cazador de Cambados que ayer empezó la temporada por la que llevaba tanto tiempo esperando y que lo hizo, no cabe duda, por todo lo alto, ya que consiguió abatir dos faisanes, dos patos y dos palomas torcaces.

“No está nada mal para empezar, por eso puedo decir que ha sido un inicio de campaña francamente bueno, sobre todo para los que cazamos pluma, ya que con el conejo está la situación mucho más complicada”, añadía este cazador cambadés mientras recorría zonas de cultivo próximas al río Umia, a la altura de Sisán (Ribadumia).

El cambadés Juan Javier Doce Pérez, con una hembra de faisán cazada en los maizales situados a orillas del Umia, a la altura de Sisán (Ribadumia).

El cambadés Juan Javier Doce Pérez, con una hembra de faisán cazada en los maizales situados a orillas del Umia, a la altura de Sisán (Ribadumia). Noé Parga

Perros que aún parecen estar en pretemporada, abundancia de pluma, poco conejo, mejores capturas de las que suelen ser habituales en una jornada inaugural y una inesperada ausencia de precipitaciones que dio mayor brillantez de la esperada al arranque de la campaña. Así puede resumirse la vuelta de las escopetas a montes arousanos como Xiabre, Siradella y Castrove, así como a humedales y maizales próximos a los ríos Ulla, Umia, Valga y Catoira.

La lluvia caída el sábado, a última hora de la tarde y por la noche, hacía presagiar que el arranque de la temporada de caza menor iba a ser excelente en la comarca del Deza y Tabeirós. Y fue bueno, pero con matices.

Un grupo de cazadores, ayer en O Morrazo. FdV

El viento solano “no ayudó al rastro durante las primeras horas”, apunta el presidente de la Sociedade de Caza e Pesca de Lalín, José Luis Montoto. En el Tecor vecino de Dozón, no fue el viento, sino la niebla, la que impidió cazar durante las primeras horas en la que pasa por ser la mejor zona de conejo, localizada en los montes de Amear, San Martiño y los lindes con el concello ourensano de Piñor.

La Ley de Caza de Galicia impide cazar con niebla, nieve o humos que reduzcan la visibilidad. Sin embargo, una vez que los cielos quedaron despejados, sí hubo un buen balance. Al final del día “los cazadores me comentaron que tarde volvían a tener uno tan bueno como este”, señala el presidente del Tecor, José Rodríguez.

En el territorio cinegético de Cerdedo no fue la meteorología, sino la hemorragia vírica, la que marcó la primera jornada de caza. El presidente del colectivo, Javier Santos, explica que desde hace un par de semanas comenzaron a verse ejemplares muertos de conejo en los montes, por lo que esperan que haya varias bajas entre la población que sembraron meses atrás. Hasta ahora, esta circunstancia no se está dando en los montes dezanos.

Lo peor, en el caso de Cerdedo, es que la plaga afecta a conejos ya vacunados, debido a la existencia de varias cepas del virus. De momento, esta mortandad no se extendió a a la liebre, una especie que se ha recuperado mucho durante el último año gracias a los confinamientos de la primavera de 2020 por el COVID. Al menos, en este territorio el rastro ayer fue también bueno y permitió a los cazadores llevarse alguna que otra alegría en perdiz.

Un cazador recoge una pieza con sus dos perros en Monte Carrio, Lalín. Bernabé / Ana Agra

En O Morrazo, los cazadores de Moaña, como también los de Cangas, acudieron muy temprano al monte, pero la jornada acabó pronto para los cangueses, mientras que los moañeses no pudieron soltar los perros hasta las once. La intensa niebla hizo que la primera jornada de la temporada fuera “desapacible”, asegura el presidente de la Sociedad de caza de Moaña, José maría Costa Pena. Su cuadrilla acudió a la caza de conejo, aunque también se podía ir al jabalí, pero en su coto lo dejan para los sábados. La jornada concluyó con pocas capturas, como ya se presagiaba.