El pediatra Fernando Moraga-Llop (Barcelona, 1946) avanza que este otoño, de momento, la población se vacunará “simultáneamente” contra el coronavirus (aquellos que requieran una dosis de refuerzo) y la gripe.

–¿Qué ha supuesto el fármaco contra el covid-19 en la historia de las vacunas?

–Yo destacaría dos cosas. Primero, que ha irrumpido una nueva tecnología de fabricación de vacunas, la de ARN mensajero [Pfizer y Moderna]. Esta tecnología, en un futuro, va a dar lugar a muchas otras vacunas, por ejemplo, la combinada de la gripe y el COVID que está preparando Moderna. También vacunas frente a otros virus respiratorios, en el terreno de las enfermedades infecciosas. Por no hablar de que también la están investigando para el cáncer y otras enfermedades raras. En segundo lugar, todo esto ha demostrado que, cuando hay una urgencia epidemiológica, como una pandemia, y se ponen medios humanos y económicos, y las administraciones y agencias reguladoras son más ágiles, se pueden obtener vacunas en muy poco tiempo.

–¿Con qué otra vacuna de la historia se podría comparar?

–Es que es la primera vez que ocurre algo así en el mundo de las vacunas. Cuando hubo la gripe española, las vacunas estaban en pañales. Otra cosa, con la vacuna del COVID, la plataforma de los vectores virales -AstraZeneca, Janssen y las vacunas rusa y china- se ha visto reafirmada, igual que la plataforma de las proteínas recombinantes -Novavax e Hipra, que está en investigación.

–¿Cómo ve la tercera dosis?

–No me gusta hablar de tercera dosis, sino de dosis adicional, porque, en el caso de Janssen, será la segunda. La dosis adicional, para los inmunodeprimidos graves, va a formar parte de su primovacunación. Es decir, si ahora aparece un inmunodeprimido grave sin ninguna dosis, su pauta vacunal ya será de tres. Después hay otro concepto, que es el de la dosis de refuerzo, en el caso de aquellas personas que pierdan inmunidad con el tiempo, como podría ocurrir en los ancianos. Pero no hay aún suficiente evidencia científica para decir que la población general requiera una dosis de refuerzo. Esta dosis hay que ponerla en las residencias geriátricas, porque ahí se dan dos circunstancias: la edad y las condiciones, pues el contagio es más fácil. También hay que darle esta dosis a los enfermos de cáncer, a los de hemodiálisis, a los que están sometidos a tratamientos inmunosupresores en general.

–¿No deberíamos invertir estas dosis adicionales en las personas de países sin siquiera una dosis?

–Esto es el abecé. Israel la ha aprobado para los mayores de 12 años; Reino Unido, a los mayores de 50. Es una falta de solidaridad, de ética... Y una ignorancia, porque si no solucionamos la pandemia a nivel mundial en cualquier momento puede aparecer una variante que se escape a las vacunas.

–¿Cómo se convence a quienes todavía no están vacunados?

–La pedagogía mayor es lo que ha pasado en los geriátricos. Y que, aun así, haya gente que no se vacune... Siempre he sido partidario de la obligatoriedad de la vacuna en ciertos trabajos: personal sanitario, residencias... Y estoy a favor de la exigencia del certificado COVID para ciertas actividades y para acudir a ciertos eventos.

–¿Se acabará utilizando el pasaporte COVID dentro de España?

–Se exigirá en determinadas circunstancias, no sé en cuáles. En Galicia se ha aceptado el recurso y lo van a empezar a exigir. El tema es en qué situaciones se va a pedir. En muchos países de Europa ya se exige.

–¿Qué lección nos ha enseñado el COVID-19 sobre las vacunas?

–Yo creo que el COVID-19 ha dado un espaldarazo destacado a la importancia de las vacunas.

–¿Esto se ha acabado?

–No, pero estamos en una situación mucho mejor. Todo lo que pueda venir nos pillará en una situación muy ventajosa. Pero hay que seguir cuidando las medidas de prevención.