Las autoridades australianas extendieron ayer el confinamiento de su capital, Camberra, hasta el 15 de octubre para frenar la transmisión de la COVID-19, mientras mantienen las órdenes de permanecer en casa en Sídney y Melbourne, donde reside casi la mitad de la población del país.

La extensión del confinamiento, que comenzó a mediados de agosto sobre sus 425.000 habitantes, se da cuando esta jurisdicción registró ayer 22 nuevas infecciones.