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“Antivacunas” a su pesar

Carla Vidal muestra el certificado en papel y un SMS del Sergas.

Probablemente figure en los resgistros de Sanidade como uno de los más de 140.000 ciudadanos que no han completado su pauta de vacunación sin motivo justificado. Pero la gallega Carla Vidal, residente desde hace unos meses en Castilla y León, no es uno de ellos. Pese a que ya completó la pauta de vacunación contra el COVID-19 hace dos meses y medio, sigue recibiendo mensajes SMS del Sergas en los que le dan cita para vacunarse en Galicia. La deficiente comunicación entre comunidades provoca que, a ojos de la administración gallega, aparezca como presunta “antivacunas”... a su pesar.

“En León tengo la pauta completa, pero fuera de Castilla y León soy negacionista”, comenta con retranca esta autónoma que ha movido Roma con Santiago para intentar resolver este desaguisado burocrático. Ha llamado a 7 teléfonos diferentes de la Xunta; ha hablado con su médica de cabecera en A Coruña –tuvo que esperar 12 días para la consulta telefónica– y ha enviardo varios correos electrónicos explicando su situación. Pero sigue recibiendo SMS en los que le piden sentido común. Su sensación es que se pasan la pelota entre los distintos departamentos.

“Estoy realmente indignada con la administración de este país –relata–. Me puse la primera dosis en A Coruña el 9 de junio y la segunda en La Bañeza (León) el 30 de junio. Tengo el certificado de vacunación. Pero desde Galicia me siguen citando y pidiéndome sentidiño para que me vacune”, explica.

Su médica de cabecera del Sergas le facilitó dos números de teléfono que al llamar daban error. Un email al que le dirigieron resultó ser el del centro de seguimiento de contagiados, donde le dijeron que nada tenían que ver con el embrollo.

Pese a que lleva algunos años residendo en Castilla y León, Carla permanece en el Sergas para no perder un tratamiento contra las migrañas, a base de toxina botulímica, que le costó años conseguir. Quien la citó para la vacuna fue siempre el Sergas, pero en las fechas de la segunda dosis debía estar en Alija del Infantado (León). Habló con la enfermera de León y le dijeron que no había problema para ponérsela allí. “Me hizo la tarjeta de desplazada y con ella me puse la segunda dosis en La Bañeza el 30 de junio”, explica.

Tras muchas gestiones ha logrado que la segunda dosis figure “excepcionalmente” –eso le dijeron– en su certificado del Sergas como administrada “en otra comunidad”. Pero sigue recibiendo citas para vacunarse. La última era para el pasado sábado en el recinto ferial Expocoruña.

“No entiendo que nos estén vendiendo un certificado europeo y digital, cuando dos comunidades autónomas que están pegadas no son capaces de coordinarse, escanear un código de barras o un QR y que automáticamente aparezca que estoy vacunada en el sistema”, lamenta esta profesional que trabaja precisamente en entornos digitales, de comunicación corporativa y redes sociales, donde –paradójicamente– ha defendido vehementemente las bondades de la vacunación. “Que esto que cuento sirva para que no le pase a nadie más”, ruega.

Una falta de comunicación que puede costar vidas

Que no exista una tarjeta sanitaria única y que los historiales médicos de los ciudadanos no sean accesibles desde otras comunidades autónomas es algo más que un problema burocrático. Puede costar vidas, como muestra lo que le ocurrió a esta gallega afincada en León cuando acudió al hospital de Benavente aquejada de una tos que no la dejaba respirar. Le dieron oxígeno, pero como la tos no remitía iban a ponerle una inyección. “Se me ocurrió preguntar y me dijeron que era codeína. Les dije que no lo hicieran, que soy alérgica. Si hubiese entrado en el hospital inconsciente me hubieran podido pinchar cualquier cosa”, explica. Ahora Carla Vidal se cambiará al sistema de salud de Castilla y León, y para ello su médica de A Coruña le preparará un informe. El traslado del historial clínico tampoco parece propio del siglo XXI: tardará como mínimo dos meses.

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