El 64% de los españoles se declaran gravemente afectados por la pandemia, ya sea por dificultades económicas, luto por un allegado o problemas de salud. Así lo indica una encuesta elaborada por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), que recaba datos de 12 países de la Unión Europea en los que viven más de 300 millones de personas. Solo Hungría –con una de las mayores mortalidades por COVID por millón de habitantes de Europa–, con un 65%, supera a España en este indicador. Los resultados apuntan a una clara brecha entre el sur y el este de la UE y el norte y el oeste. Así, en países como Francia, Alemania y Dinamarca, dos tercios o más de los encuestados aseguraron que la crisis del COVID-19 no les ha producido impacto alguno. Los europeos que se declararon más afectados son los húngaros, españoles, portugueses, polacos y búlgaros.

El estudio, liderado por los investigadores Ivan Krastev y Mark Leonard, y realizado entre más de 16.000 personas, concluye que algunas personas se vieron afectadas directamente por la enfermedad; algunas solo experimentaron consecuencias económicas, mientras que otras no se sienten afectadas por el COVID-19. Las víctimas “económicas” son más propensas que otras a decir que las restricciones han sido demasiado severas y tienden a ser más escépticas sobre las intenciones de sus gobiernos para decretar confinamientos, cierres y otras restricciones.

En términos generales, más de la mitad (el 54%) de los europeos dicen que no se han visto afectados por la pandemia. El 30% se declara afectado por la enfermedad, mientras que el 16% dice que solo ha sufrido un impacto económico. Sin embargo, la distribución de los resultados es desigual: en Suecia, Dinamarca, Francia, los Países Bajos, Austria y Alemania, la mayoría de los encuestados afirma que ellos, o sus familiares y amigos cercanos, no se han visto afectados personalmente por enfermedades graves, duelo o dificultades económicas. Sin embargo, la mayoría de los interrogados en Bulgaria, Hungría, Polonia, España y Portugal se han visto personalmente afectados por la crisis.

“Estas divisiones en la experiencia se transformarán de una división silenciosa en un cisma mayor –deducen los investigadores–. Esto podría tener profundas implicaciones para algunos de los proyectos más importantes de Europa: la idea de la libertad de movimiento, el futuro del plan de recuperación de la UE y las relaciones de Europa con el resto del mundo a través de la diplomacia de las vacunas, la ayuda exterior y más”.

Brecha generacional

El estudio apunta que los jóvenes, que apenas han sufrido mortalidad por COVID-19, sienten que han sido las principales víctimas de la pandemia, porque ha amenazado su modo de vida. En cambio, la mayoría de los mayores señalan que no les ha afectado. Paradójicamente, el 37% de los menores de 30 años dicen haber sido afectados por la enfermedad, mientras que ese porcentaje se reduce al 26% en los mayores de 60. En cuanto al impacto económico, lo acusan un 20% de los jóvenes y solo un 9% de los mayores. Refieren no haber sido afectados en absoluto el 43% de los jóvenes europeos frente a un 65% de los mayores.

Los jóvenes son también más escépticos sobre los motivos de sus gobiernos para dictar restricciones: un 43% desconfía de ellos, porcentaje que se reduce al 28% entre los mayores de 60 años.

En cuanto a los países, en todos ellos, excepto Polonia y Bulgaria, la mayoría de los ciudadanos confía en la motivación de las autoridades para dictar restricciones.