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Alberto Corsín Antropólogo urbano del CSIC

“El diseño urbano influye sobre patologías crónicas”

Alberto Corsín, antropólogo del CSIC. A.C.

¿Han influido las desigualdades sociales y económicas a la hora de contagiarse y contraer el COVID-19? Para un equipo del CSIC capitaneado por el antropólogo Alberto Corsín la respuesta es positiva. Tras el verano, empezarán la primera investigación que se realiza en España sobre este asunto. Lo centrarán en Madrid, aunque opina que cada comunidad debería realizar el suyo para superar mejor la crisis.

–Ustedes señalan que no en todos los barrios la gente se contagia por igual de COVID. ¿En qué medida afecta la geografía de la ciudad a la hora de viajar el virus?

–En salud pública es sabido, no solo esta pandemia sino en general, que las desigualdades socioeconómicas tienen efectos sobre la salud de las personas. En una ciudad con barrios con pocos parques o zonas verdes o donde no es fácil tener acceso a cierto tipo de comercios como fruterías, ese tipo de diseño urbano tiene cierta incidencia sobre patologías crónicas como las cardiovasculares, diabetes, hipertensión. No puedes salir a correr porque tu barrio es muy denso, presenta calles muy estrechas con muchos coches sin un parque cerca. Ese tipo de diseño de barrios se concentra normalmente en poblaciones más marginales y eso tiene incidencia en patologías crónicas. Las desigualdades socioeconómicas tienen consecuencias en la salud; es lo que se conoce como injusticias de salud. Era de esperar que ocurriese en esta pandemia. Sucede también con la gripe y otras patologías que se ceban con población mal alimentada o desfavorecida, con recursos vulnerables.

“En esta pandemia las desigualdades socioeconómicas tienen efecto en la salud de las personas"

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–Pero al principio de esta macroepidemia murió gente con alto poder adquisitivo, incluso famosos.

–Hay casos puntuales que todos conocemos de personas de recursos que han fallecido pero estadística e históricamente se sabe que las desigualdades tienen una dimensión de salud. Lo que no sabíamos era cómo iba a incidir esta pandemia, qué clase de factores socioeconómicos iban a ser los que iban a tener más protagonismo en esta ocasión. Eso es lo que vamos a averiguar con nuestro estudio. Yo no soy sanitario sino antropólogo urbano. Nuestro proyecto para el CSIC es interdisciplinar: mezcla ciencias sociales y salud pública.

–¿Se analizó en el extranjero?

–Tan pronto como llegó la pandemia se empezó a estudiar la incidencia de la condición socioeconómica, pero no se estudió aquí en España porque a penas se financió. Los estudios realizados fuera, en Estados Unidos, por ejemplo, confirman esto, que afecta más a poblaciones de menos recursos, pero versan sobre otras poblaciones. Aquí no tenemos esos estudios y aunque las conclusiones a grandes rasgos serían aplicables aquí no terminan de serlo. Una ciudad como Los Ángeles no tiene nada que ver con Palencia o Jaén. No tienen ni la misma arquitectura, ni tamaño, ni los mismos espacios públicos.

–¿Sería idóneo que cada comunidad ejecutase su estudio?

–Creo que lo ideal sería que se hiciese un estudio in situ en cada comunidad. La relación con el medio rural, el tipo de demografía urbana de las ciudades gallegas es muy distinta del de Madrid, por ejemplo. Lo poco que sé del medio gallego es que hay gente que trabaja en A Coruña pero vive en Santiago o viceversa. Hay un tipo de movilidad distinta, un tipo de relación con el medio rural distinto. A Coruña, Vigo o Ferrol son más parecidos a Madrid que Los Ángeles a la capital, pero tienen sus peculiaridades. Creo que es importante que esos estudios se financien.

–Señalan que el COVID ha impactado nuestra relación con la ciudad, ¿considera que la odiamos más?

–Buena pregunta, no sabría qué decir. Creo que la transformación que está habiendo ahora es un cambio muy lento al que a veces no damos importancia: por ejemplo, cambios en los hábitos de consumo, las horas a las que vamos a comprar o el tiempo que pasamos con nuestros hijos en los parques o cuidando a nuestros mayores. En ciencias sociales sabemos que las transformaciones grandes son la suma de cambios pequeños, a veces imperceptibles, salvo grandes catástrofes. No sé si el efecto neto de todo esto será que acabaremos odiando a nuestras ciudades. Pero hay procesos de transformación en marcha a los que no les estamos prestando atención.

"No sé si acabaremos odiando a nuestras ciudades. Pero hay procesos de transformación en marcha a los que no les estamos prestando atención"

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–¿Qué ejemplo destacable da?

–Ahora, nos encontramos con que compramos de otra manera. Ciertos productos los compramos en otras tiendas o a otras horas. En vez de concentrar la compra el fin de semana en el hipermercado, se busca hacer compras más distanciadas y pequeñas en tiendas de barrio. Es el tipo de cosas que cuando las miramos en detalle vemos qué hábitos están mudando. Veremos que no afecta a todas las poblaciones por igual.

–¿Podría ayudar esto a sobrevivir al comercio local?

–Es difícil ratificar eso porque tuvieron que aguantar tres meses durísimos de cierre con el confinamiento. Dependerá de cómo vayan acompañados de políticas públicas. Se habla de volver a lo de antes pero lo de antes no existe. Ha habido muchos cambios espaciotemporales que podrían servir de apoyo al comercio local; pero hay que diseñar políticas que los acompañen para aprovechar esa circunstancia. Con políticas municipales, se puede mirar de distintas maneras a los diferentes barrios.

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