Un operario de limpieza desidioso que coloca a China en aprietos es el corolario de que la variante delta encuentra la grieta en la armadura más robusta. China suma ya más de 170 casos relacionados con el foco de Nanjing, capital de la provincia oriental de Jiangsu, en la que es su peor crisis en meses. Hay casos desperdigados en media docena de provincias y también en Pekín, que ha roto su racha de 180 días inmaculados.

El rebrote es un aparente atentado contra la lógica: ¿Cómo puede surgir el virus en un país donde no existía y que somete a los llegados del extranjero a tres o cuatro semanas de cuarentena y abundantes test antes de dejarles pisar la calle? La grieta quedó al descubierto cuando nueve trabajadores del personal de limpieza del aeropuerto internacional Lukou de Nanjing dieron positivo en unos análisis rutinarios del 20 de julio.

Las investigaciones sentaron que fue ignorado el estricto protocolo de seguridad que obliga a contar con equipos diferentes para adecentar los aviones llegados del extranjero y los domésticos y la prensa local descubrió después que la gestión de los servicios de limpieza había empeorado desde que el aeropuerto los externalizó para abaratar costes.

Es dudoso que los responsables del aeropuerto sigan en sus puestos la semana próxima. El episodio ha merecido la atención de la Comisión Central de Disciplina e Inspección, el principal órgano fiscalizador de las corruptelas del país, que les ha acusado en una nota pública de negligencia, gestión poco profesional y ningún celo en la aplicación de las medidas contra la prevención de la pandemia.