Más de la mitad de los 25 millones de habitantes de Australia permanecen confinados por los brotes de COVID-19 en el país. Nueva Gales del Sur, su estado más poblado, declaró ayer la “emergencia nacional” tras registrar un fallecido.

Australia destaca por su política de “cero COVID”, manteniendo a raya los casos y contagios gracias a confinamientos rápidos y localizados, así como numerosos planes de apoyo e incentivos económicos. Las reaperturas en Reino Unido y Estados Unidos, aliados históricos de Australia, han aumentado el descontento de un sector de la población, que además registra un índice de vacunación muy bajo.

El primer ministro de Australia, Scott Morrison, reconoció esta semana un retraso de dos meses en el cronograma oficial de vacunación. Las autoridades pretendían vacunar a toda la población antes de final de octubre, pero los datos muestran que solo el 14% de los mayores de 16 años han recibido la pauta completa, a la altura de países en desarrollo como Belice o Surinam, según los datos del periódico “The New York Times”. Es el peor índice de los países de la OCDE.

El confinamiento está vigente en los estados de Australia Meridional, Victoria y Nueva Gales del Sur, cuya capital es Sídney, foco del principal brote de variante delta y que lleva cuatro semanas de confinamiento.

Con el fallecido reportado en las últimas horas, Australia registra 916 decesos por COVID-19 desde el inicio de la pandemia. Actualmente hay 1.929 casos activos y el último dato diario de contagios es de 162.