Dieciséis meses de pandemia y tres confinamientos después, Inglaterra amaneció ayer un paso más cerca de la normalidad tras eliminar casi todas las medidas legales contra la COVID, como llevar mascarilla o mantener la distancia social, a pesar del auge de contagios de coronavirus.

Después de semanas copando titulares y discursos políticos, llegó el “Freedom day” (“Día de la libertad”) y con él el fin de la desescalada en Inglaterra, inicialmente previsto para la última semana de junio y aplazado tres semanas por el avance de la variante delta.

La nueva ola de casos, que rondan los 50.000 diarios y alcanzarán como mínimo los 100.000, no impidió que algunos ingleses se asomaran a esta supuesta nueva normalidad, sin límites de aforo en interiores o al aire libre y con el ocio nocturno de vuelta tras 16 meses de cerrojazo.

La noche regresó al corazón de Londres, donde centenares de personas hicieron largas colas para celebrar, cuenta atrás incluida, la reapertura de las discotecas, ajenas a pruebas negativas de COVID-19, mascarillas, distancia social o certificado de vacunación, que será obligatorio a partir de finales de septiembre para asistir a eventos masificados.