Meses después de que se completase la vacunación contra el coronavirus entre sus usuarios y trabajadores, las residencias se habían convertido en territorios vedados para el COVID-19. En los últimos tiempos apenas se detectaron algunos casos, la mayoría de ellos acabaron negativizando sin mayores problemas sanitarios, con la excepción de un brote que a finales de marzo afectó al geriátrico de Silleda y dejó dos fallecidos. Hoy hay que añadir un nuevo deceso a la trágica lista: la de una mujer de 100 años que se encontraba en el centro García Hermanos de Betanzos, en el que se detectaron varios contagios el sábado pasado. Otra mujer, de 88 años, perdió la vida en el Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol; estos dos óbitos —los primeros en siete días— elevan a 2.441 el total desde que comenzó la pandemia.

Según ha informado el Sergas esta tarde-noche, ambas mujeres padecían patologías previas. Se desconoce si habían sido vacunadas —las estadísticas hacen pensar que sí—; hay que recordar que la efectividad de los antígenos disponibles, aunque se le acerca, no es del 100%, sobre todo en las personas más vulnerables.

El último fallecimiento registrado hasta esta jornada fue notificado el pasado miércoles 7. Se trataba de una mujer de 38 años que estaba ingresada en el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), y era víctima de la pandemia en Galicia con menos de 40 años.