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¿Pandemia hasta el año 2023?

La lenta vacunación en África podría retrasar el fin de la epidemia

Mujer en Nigeria ayer en la despedida a un famoso teleevangelista muerto. | //REUTERS

Vivimos en un mundo interconectado más de lo que somos conscientes o podemos imaginar. Se comprobó en el estallido de la pandemia del SARS-CoV-2, lo seguimos verificando ahora y, si no se resuelve la vacunación en los países más pobres africanos lo seguiremos viendo en los próximos dos años. OMS y distintos expertos han alertado –el grupo de la americana Andrea Taylor del Duke Global Health Innovation Center en Carolina del Norte– de que las vacunas antiCOVID no llegarán a los estados más pauperizados de dicho continente hasta 2023. Las consecuencias no solo las sufrirán ellos, sino todo el globo porque significará que no se podrá poner un fin temprano a la epidemia global. Mientras el virus continúe activo en alguna parte del planeta, el riesgo de nuevas variantes seguirá en pie.

¿Pandemia hasta el año 2023?

Esta semana, preguntado por FARO, el genetista de la Universidade de Santiago Antonio Salas advertía de que solamente la vacunación masiva dentro y fuera de España “nos sacaría de esto”. No obstante, hacía hincapié en que “la vacunación debe de llegar a un porcentaje más amplio para frenar la circulación del virus. Me preocupa especialmente la vacunación en países con escasos o nulos recursos”.

Días atrás, la OMS alertaba de que el 4 de julio pasado “África había conocido la peor semana de la historia de las pandemias sobre el continente al sobrepasar el pico (en casos) que se había registrado en su segunda ola”.

La Organización Mundial de la Salud añadía que “el recrudecimiento de la enfermedad es una realidad en 16 países africanos porque Malawi y Senegal se sumaron a la lista de países en escalada de positivos. La variante delta (de origen indio) ha sido detectada en diez de esos estados africanos”.

El organismo internacional, desde Brazzaville (ciudad de República del Congo ) añadía: “Lo peor está por venir porque la tercera ola no para de extenderse de manera acelerada y de ganar terreno. La directora general de la OMS para África, la doctora Matshidiso Moeti, informaba de que “el número de casos se multiplica por dos cada 18 días”.

Los positivos aumentan y la vacunación avanza “débil”, reconocía la OMS en un comunicado. Si entre mayo y junio la vacunacón se había ralentizado, en estos días la distribución a través de COVAX se había retomado con velocidad. Desde Estados Unidos, Noruega y Suecia llegaron donaciones.

Pero no es suficiente, hasta esta semana, se pusieron a disposición de África 66 millones de dosis siendo administrados 50 millones, lo que supone el 1,6% de las dosis inyectadas en todo el mundo. Otro dato para esclarecer la proporción: han sido vacunados 16 millones de africanos, menos del 2% de la población de dicho continente.

El analista gallego sobre política internacional –del Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional– David Alvarado coincide en que el fin de la pandemia no será inminente. En España, recuerda, “no se llegará a obtener la total vacunación de la población hasta el primer trimestre de 2022 y eso si no es precisa una tercera dosis”.

Respecto a África, recuerda que “el COVID no es una prioridad para muchos de estos estados, que tienen problemas mucho mayores ya sean económicos o incluso sanitarios, sin olvidar la inestabilidad política y los conflictos armados, haciendo frente a epidemias de enfermedades que en Occidente se han erradicado o que no tienen impacto y que cada año se cobran cientos de miles de vidas”.

Respecto al envío de vacunas, Alvarado cree que hay que ser cautos ante unos regímenes “en su gran parte poco sospechosos de democráticos, abiertos, transparentes y eficaces; con corrupción y acaparamiento de recursos”.

También remarca que “no es posible un proceso de vacunación a gran escala si no existen unas mínimas infraestructuras y capacidades logísticas. La República Democrática del Congo acaba de reconocer que fue incapaz de utilizar la mayoría de los 1,7 millones de dosis que de Oxford-Astra Zeneca recibió en el marco del programa Covax, destinado a los países más pobres. Lo mismo pasó en Malawi que acaba de desaprovechar 16.400 dosis y Sudán del Sur, 59.000 porque caducaron antes de ser dispensadas”.

Como conclusión, el analista y politólogo del IGADI señala –desde Bruselas donde trabaja– que “está muy bien hacer presión sobre Occidente que de una manera interesada está obligado a ayudar al resto del planeta, pero quizás es una buena ocasión para incitar cambios más profundos en el planeta, en los países concernidos que privilegian su rol de víctimas para justificar el mantenimiento de un estatus que solo beneficia a una élite en detrimento del grueso de sus poblaciones”.

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