Los cambios de temperatura del mes de junio han contribuido a que muchas personas jóvenes que tienen mocos y dolor de cabeza crean que tienen un resfriado, cuando en realidad es COVID-19. Sin embargo, especialistas de Reino Unido, donde la variante delta es dominante al 90%, señalan que estos síntomas se han asociado a casos con el tipo viral detectado por primera vez en la India.
La tos seca, la fiebre y la pérdida de olfato o de gusto se consideran los principales síntomas “clásicos” de COVID-19, y así los clasifica el NHS, el sistema sanitario público británico.
El profesor Tim Spector, que dirige el proyecto Zoe sobre síntomas del COVID, ha señalado a la BBC que muchos pacientes infectados con la variante delta del SARS-CoV-2 sienten que tienen “un mal resfriado” y no sospechan que se han infectado con el coronavirus.
El proyecto Zoe, supervisado por el King’s College de Londres, utiliza una app en la que los pacientes introducen sus síntomas. Según Spector, los síntomas principales cambiaron desde inicios de mayo.
“La fiebre sigue siendo bastante común, pero la pérdida del olfato ya no aparece entre los 10 síntomas principales”
En Galicia, donde la variante delta está avanzando –se habla de un 20%–, se percibe también este cambio. “Mucha gente dice que tiene ‘un resfriado, un catarrito’ y no le da importancia, lo atribuyen a los cambios de temperatura que tuvimos en junio. Y al final es COVID”, explica Miguel Álvarez Deza, médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y jefe del Servicio de Alertas Epidemiológicas de Pontevedra.
Médicos que han supervisado casos de COVID-19 con variante delta también ven estos síntomas en las historias clínicas. “La mayoría de la gente viene con dolor de cabeza, rinorrea (secreción nasal) y algo de mialgia [dolor muscular], aunque no tan acusada –refiere un doctor que prefiere permanecer en el anonimato–. Los síntomas respiratorios –expectoración, foco neumónico, pérdida del olfato, diarrea...– no los estamos viendo en gente joven”.
Este especialista atribuye esta diferente sintomatología al hecho de que, gracias a la vacunación, el coronavirus afecta ahora a personas más jóvenes que desarrollan síntomas más leves.
“Al afectar a un grupo más joven de gente, la sintomatología es más larvada –explica–. No es tanto por causa de la variante delta, sino producto de la edad de las personas que se están infectando. Al ser más jóvenes, el cuadro es más banal, porque inmunológicamente se defienden mejor”.
Este médico que trabaja en Galicia señala que el año pasado por estas mismas fechas, al inicio del verano, también fueron frecuentes los cuadros clínicos mucho más leves. Respecto a la variante alfa (británica), indica que tanto la carga viral como la duración de la infección (14 días) son las mismas para la delta.
No está claro si la secreción nasal por el coronavirus se deba a una característica de la variante delta o que simplemente, gracias a la vacunación, afecta principalmente a jóvenes. En cualquier caso, estos síntomas “catarrales” llevar a muchos a confiarse. “La gente puede pensar que acaba de coger un resfriado e ir todavía a fiestas y contagiar a otras seis personas. Esto está alimentando gran parte del problema”, lamenta el profesor Tim Spector desde Reino Unido, donde no dejan de aumentar los casos.
Además, en España siguen sin aprobarse los autotest de antígenos, que se compran por menos de 3 euros en supermercados de Portugal y otros países europeos y servirían para despejar dudas sobre si se padece COVID-19 o un simple catarro.
Lo que está claro es que las vacunas funcionan para esta y las otras variantes. “De momento, parece que todas las vacunas aprobadas en la UE (Pfizer/BioNTech, Moderna, AstraZeneca y Janssen) protegen contra todas las variantes que están circulando en Europa”, insistió ayer Marco Cavaleri, director de Estrategia de Vacunas de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA).
