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Los expertos consideran que el brote balear prueba la dificultad de controlar el ocio nocturno

Un grupo de jóvenes, consumiendo en una calle de Barcelona. Marta Pérez

El brote masivo de contagios relacionado con varios viajes de fin de curso a Mallorca, que mantiene a miles de jóvenes en cuarentena en ocho comunidades de toda España, incluida Galicia, es un claro toque de atención de la importancia de no bajar la guardia ante el coronavirus, según los expertos gallegos. “Lo que ha pasado viene en un buen momento para recordarnos que esto no ha acabado ni mucho menos. Tenemos, además, las variantes alfa (británica) y delta (india), que son mucho más contagiosas”, afirma Juan Gestal, profesor emérito de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago de Compostela (USC). Para el especialista, es un ejemplo de que hay que seguir manteniendo las medidas de seguridad, especialmente la distancia social y el uso de la mascarilla, para evitar la propagación del virus.

Alertan de que los eventos que reúnen a mucha gente, en especial en espacios cerrados, son un caldo de cultivo para la transmisión

“Llevamos un año y medio de pandemia y todo el mundo sabe cómo tiene que comportarse. Otra cosa, como reconocen los chicos cuando los entrevistan, es que se haga o no. Ellos dicen que eran conscientes de que algunas de las cosas que hicieron no eran las correctas”, añade el epidemiólogo.

El brote de Mallorca suma más de 900 contagiados de 10 comunidades

El brote de Mallorca suma más de 900 contagiados de 10 comunidades Agencia ATLAS | EFE

Este macrobrote, originado en un concierto de reguetón en la plaza de toros de Palma y en fiestas en barcos y hoteles, constata el alto riesgo de contagio que entrañan los eventos sociales multitudinarios sin mascarilla ni distancia, sobre todo en espacios cerrados y en colectivos no vacunados.

A unos días de que el ocio nocturno comience su desescalada en Galicia, tras más de un año cerrado, y en pleno verano, lo que facilita prácticas como el botellón, la pregunta es si el ambiente de fiesta es compatible con el control de la pandemia. Los especialistas se muestran bastante escépticos, a pesar de las pruebas piloto desarrolladas para diseñar los protocolos sanitarios.

“El virus sigue circulando y, por tanto, si no cumplimos las medidas de seguridad lo lógico es que se produzcan contagios y más teniendo en cuenta que la gente joven no está vacunada y que las variantes actuales son mucho más contagiosas”

África González, catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo (UVigo)

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África González

“El problema es que se exponen ellos y a sus familias porque pueden contagiar a sus padres, muchos de ellos sin vacunar aún por la edad, y a otras personas que puedan estar inmunodeprimidas o que estén en tratamiento inmunodepresor en quienes las vacunas no son tan eficaces”, advierte la especialista, que aboga por campañas dirigidas a la población más joven. “La información no está calando en los jóvenes. Tenemos que hacerles llegar que forman parte de la solución de esta pandemia, que los necesitamos”, afirma la experta, quien aboga por “agilizar la vacunación hasta los 18 años”.

“Un macrobrote como el de Mallorca puede reproducirse en cualquier sitio donde haya aglomeraciones de gente. Hay que tener en cuenta, además, que hay una buena parte de la población que aún no está vacunada y otra buena parte solo ha recibido una parte, por lo que es susceptible de desarrollar la infección e incluso de presentar síntomas”, explica Alberto Ruano, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de la USC, para quien una cosa son los experimentos que se llevan a cabo en una situación ideal y otra la realidad.

“Se da, además, lo que denominamos el sesgo del observador. Todos los participantes en estos estudios piloto eran plenamente conscientes de que su comportamiento iba a ser analizado, por lo tanto, es mucho más probable que tuviesen mucho más cuidado en no quitarse la mascarilla en ningún momento y en mantener las distancias. Sin embargo, en el momento en que uno sabe que no está siendo observado, su comportamiento puede variar enormemente y, por lo tanto, facilitar la transmisión del virus”, explica el experto, a quien le preocupa el impacto en los datos de la pandemia que pueda tener la reapertura del ocio nocturno.

“Me preocupa porque pueden reproducirse brotes como el de Mallorca. Va a tener mucho que ver también la incidencia de base de coronavirus en la zona concreta donde se vayan a celebrar este tipo de eventos, pero también es verdad que en julio va a haber una mayor movilidad poblacional y, por lo tanto, habrá más probabilidades de que puedan ocurrir este tipo de brotes”, explica Ruano, quien reconoce que aunque la vacunación es una ventaja, advierte de que el número de casos activos de COVID-19 que hay en estos momentos es cinco o seis veces mayor que el que había en las mismas fechas del verano anterior.

Ignacio López Goñi, catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra y divulgador en el blog MicroBIO, uno de los mejores del mundo en microbiología, se expresa en idénticos términos que los expertos gallegos. “No quiero ir en contra del ocio nocturno, ni de los pubs, y les entiendo, pero hay que tener en cuenta que un sitio cerrado, mal ventilado, con mucha gente, muy junta, sin mascarilla, durante mucho tiempo, cantando, saltando y bailando, es una bomba de relojería. Uno se tiene que imaginar el coronavirus como si fuera una nube de humo cuando uno está fumando. Si tienes a un tío al lado fumando acabas respirando su humo, aunque estés en una plaza de toros. Ese es el problema, no el que pasees por la playa sin gente alrededor. El problema son los interiores o cuando hay mucha gente muy junta. Hay que ser conscientes de ello”, afirma.

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