Buscas las llaves en el bolso. Miras una vez, vuelves a mirar y nada. Lo mismo con lo que necesitas en la estantería del super. Hacer un rastreo minucioso de las estanterías y no hay manera, por mucho que te paseas siguen sin encontrar lo que buscas aunque estés segurx que por narices tiene que estar ahí. Y lo peor de todo es que las llaves sí estaban en el bolso y que, cuando por fin te rendiste y preguntaste en el supermercado, lo que estabas buscando aparece mágicamente en la estantería de al lado tuyo haciéndote quedar fatal con el/la dependiente. Pues bien, esto que nos pasa a todxs pero que en algunas personas es algo realmente heavy se conoce como ceguera por inatención.

En un interesante artículo de la web La Mente es Maravillosa, explican que la ceguera por inatención no tiene nada que ver con usar gafas o un defecto en la visión, más bien se explica como un problema de percepción: no es que no veas, es que no procesas lo que ves. Los primeros en hacerse eco de este fenómeno de la percepción fueron los psicólogos Arien Mack e Irvin Rock en los años 90. En sus experimentos detectaron que bajo determinadas situaciones las personas no percibimos los estímulos. Por ejemplo, mientras conducimos no somos capaces de procesar lo que hace un coche en otro carril y, sin embargo, está visible en nuestro campo de visión. Lo mismo ocurra mientras vamos con el móvil por la calle, etc.

Precisamente, uno de los experimentos más conocidos sobre la ceguera por inatención es la del “gorila invisible” en la que se mostró un vídeo de jugadores de baloncesto con camisetas blancas y negras a un grupo de personas. El objetivo del mismo era contar el número de pases que realizaban entre ellos. Al finalizar el vídeo, el entrevistador preguntaba por el gorila y, aproximadamente, la mitad de los espectadores pensaban que se trataba de una broma. Pero no: en mitad de la escena un gorila negro se pasea entre los jugadores sin que muchos sean capaz de detectar su presencia. La explicación a este fenómeno es que nuestro cerebro es extremadamente eficiente y no necesita trabajar siempre al 100%.

El experimento de seguir la pelota

Durante el experimento las personas emplearon su atención de una manera limitada: seguir la pelota. Por tanto, todo lo que queda fuera de ese punto de interés se da por supuesto y carece de importancia. Simplemente no se procesa y con ello el cerebro consigue un ahorro de energía, no se satura. Este fenómeno podría parecer un fallo de la evolución pero en realidad es una herramienta muy útil en términos de descanso. Nos guste o no, la concentración plena y las actividades multitarea consumen mucha energía y por eso solo pueden ser realizadas durante cortos periodos de tiempo. Por tanto, una manera de evitar que nos pase es intentar ponernos pequeños pasos mentales en los que concentrarnos para luego poder descansar.

Sin embargo, evitar este fenómeno al completo es imposible ya que hagas lo que hagas tu capacidad de procesamiento es limitada y para centrarte en algún aspecto necesariamente tendrás que pasar por encima de otro. El ejemplo de un cuadro es perfecto para ilustrar este concepto: por mucho que quieras interpretar el cuadro sí o sí tendrás que ir analizando los elementos uno a uno. Sencillamente resulta imposible analizar todos los detalles al mismo tiempo. Pues en las tareas de la vida real ocurre lo mismo, no podemos concentrarnos en todo de manera continua pero intentar ser más conscientes de las tareas y fraccionarlas puede ayudar a no caer en estos momentos de empane máximo. Aunque repetimos, es inevitable.