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¡Adiós mascarilla, hola síndrome de la cara vacía!

Personas con y sin mascarilla el primer día de la norma que permite no llevarla en exteriores. Alba Villar

El temor al contagio y a mostrar el rostro explica que parte de la población quiera llevar aún protección facial

Y por fin llegó el momento, tras un año y cuatro meses de pandemia por coronavirus, en el que se puede empezar a prescindir de la mascarilla. Con cierta relajación, si bien aún con requisitos, ya que falta todavía gente por vacunar (primera dosis) y por completar el proceso de inmunización con la segunda dosis. Lo que para unos supone un alivio y una liberación, para otros crea cierta angustia, reparo y temor. El conocido como “síndrome de la cara vacía” provoca que mucha gente sea reacia a quitarse, de momento, el cubrebocas.

Se trata de un especial reparo, que en ocasiones puede provocar incluso ansiedad, y es una herencia de todo este tiempo de restricciones, una etapa dura. Es como si se evitara todavía el momento de sacársela, posponiendo la decisión. Incluso para los más tímidos o en la retaguardia a la hora de socializar, puede ser un elemento que ofrece una especial comodidad a modo de escudo.

“Habrá dos posturas, quien desee quitársela de inmediato por comodidad, estética o símbolo de libertad y quien deteste quitarla ya porque le ha servido para evitar mostrarse por timidez, complejos físicos, hermetismo...”, expresa Diana Rodríguez, psicóloga. Raquel Huéscar, también psicóloga, argumenta que dejar ir las mascarillas “simboliza el acercamiento a lo presencial, al contacto de nuevo con los otros, a cierta sensación de libertad” tras las restricciones impuestas por la pandemia y habrá parte de la población que no esté preparada todavía y necesite más tiempo. 

"Hay que respetar los tiempos de cada persona", indican expertos

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El propio Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, expresaba hace unos días que continuar o no con la mascarilla puesta en los espacios al aire libre (siempre y cuando se respete la distancia interpersonal de seguridad) “dependerá de cada uno”. “Si alguien quiere seguir llevando la mascarilla, bienvenido sea”. No es obligatoria pero, evidentemente, se puede llevar. “Si se siente que hay demasiada gente a su alrededor, se pone tranquilamente la mascarilla y no pasa nada”, indicaba Fernando Simón.

Simón: "Bienvenido sea quien quiera seguir llevando la mascarilla"

Simón: "Bienvenido sea quien quiera seguir llevando la mascarilla" Agencia ATLAS | Foto: EFE

Un poco más, por precaución

Según una encuesta elaborada por Appino, plataforma global de investigación de mercados, el 62% de los españoles se declara a favor del fin de la obligación de llevar la mascarilla en exteriores. Ahora bien, un 82% afirma que la seguirá llevando pese a no ser obligatoria. De este porcentaje, un 29% apunta que la seguirá llevando siempre y un 53% la llevará en lugares con mucha gente. Entre la población que seguirá haciendo uso de la misma, según esta encuesta, el porcentaje es ligeramente mayor en mujeres (un 87% frente a un 76%).

“Unos desearán quitársela ya y otros no, por timidez o hermetismo”, explican psicólogos

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Otro estudio elaborado por la Consultoría Ipsos indica que uno de cada cinco entrevistados seguirá usando la mascarilla en espacios abiertos hasta que no se alcance la inmunidad de grupo en España. El 38% de los entrevistados considera que la ‘no obligatoriedad’ es una decisión precipitada. Tras la medida lanzada por el Gobierno central, la Xunta desglosó las características de esta nueva etapa: la mascarilla no es obligatoria en exteriores siempre que pueda mantenerse la distancia de metro y medio. En el caso de convivientes no será tampoco necesaria aunque no se mantenga la distancia social. “Una familia que convive en casa puede pasear sin mascarilla y sin distancia”, indicó hace unos días en comparecencia pública el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Será obligatorio el uso de la mascarilla en las terrazas de hostelería (solo se podrá quitar para consumir). También será obligatoria en los municipios en nivel máximo (incidencia acumulada a 14 días de más de 500 casos). En los eventos, se tendrá en cuenta la normativa del propio evento.

“Llevarla es voluntario; el que quiera seguir con ella, puede”

Daniel Novoa - Psicólogo

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Daniel Novoa, psicólogo

Es normal que tras tantos meses de control y restricciones en una situación tan desconocida y complicada como ha sido la pandemia por COVID-19, exista todavía preocupación, desconfianza y respeto en una parte de la población. “En general yo diría que hay ganas de volver a la normalidad”, apunta Daniel Novoa, psicólogo. Pero buena parte de población se muestra aún prudente: con pies de plomo.

–¿Le parece correcto que no sea obligatorio llevar mascarilla al aire libre en verano o lo ve precipitado?   

–Siempre que haya garantías sanitarias amparadas en la ciencia me parece una gran noticia. Es un símbolo de que podemos relajarnos con todo lo positivo que ello tiene para personas que sufren ansiedad, estrés u otros síntomas asociados al miedo. Desde el punto de vista de la salud mental, poder quitarnos la mascarilla y otras medidas que nos hagan volver a una sana normalidad, cuanto antes mejor.

–Existe temor a quitarla en parte de la población, ¿por qué?   

–En términos de miedo al contagio entiendo que puede no ayudar. Por suerte, llevarla es algo voluntario y el que quiera seguir con ella, puede. También hay cierta población con vergüenza o timidez: ocultarse detrás de una mascarilla les da seguridad y ellos también puede que inicialmente la echen un poco de menos.

–Por un lado están las salidas de los más jóvenes. Por otro lado, ¿puede ser que exista también, en ciertos círculos sociales, una especie de reparo a volver a disfrutar en grupo? 

–El miedo no es una emoción que desaparezca rápidamente, por lo que es normal que haya cierto poso durante un tiempo.

–¿Tiene una explicación psicológica vinculada al confinamiento?   

–La política de utilizar el miedo para que las personas sigan las medidas de higiene y seguridad ha calado. Hay que esperar el tiempo necesario a que este miedo vaya desapareciendo. Tener miedo no es malo per se, es necesario para la supervivencia y en este caso lo ha sido.

“El miedo no es una emoción que desaparezca rápido, por lo que es normal que haya cierto poso durante un tiempo”

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–¿Es más común en ciertos tramos de edad?   

–Los adolescentes son menos miedosos, de media, que el resto. Pero también es cierto que después de las personas mayores, ha sido la población más perjudicada. Con todo ello me atrevería a decir que adolescentes y personas mayores pueden haber sido los más perjudicados del confinamiento y las medidas. Respecto a la mascarilla exclusivamente, no sabría decirte.

–¿Cree que puede haber cambios en el concepto de salir y ocio entendido como hasta antes de la pandemia?   

–El tipo de ocio en nuestra cultura está muy asociado a la música y el alcohol, no creo que esto vaya a cambiar.

–¿Qué aconsejaría a una persona que se haya quedado con esta sensación de temor pandémico?   

–Normalizar cierto miedo inicial, dada la campaña de miedo que ha habido, me parece fundamental. Ir poco a poco y de menos a más enfrentándose a los miedos suele ser lo más recomendable. Y si con este pequeño consejo no se va mejorando poco a poco, pues buscar ayuda profesional.

–¿Es comparable este tipo de temor tras la pandemia a las sensaciones tras superar una situación complicada?   

–El estrés postraumático de cualquier catástrofe tiene también el miedo como protagonista, pero este es más intenso con consecuencias diferentes, por lo que no sería comparable. Este hecho histórico no tiene parangón en la sociedad que nos ha tocado vivir, por lo que no se pueden hacer predicciones con exactitud.

–Y, por otro lado, ¿pueden darse escenarios con la situación contraria, de gente que opte por quitarse la mascarilla desde el primer momento incluso sin estar vacunado/a?   

–Una persona que no tiene miedo ni conciencia del peligro a nivel colectivo puede optar por quitársela desde el primer minuto. No me sorprendería en absoluto, aunque supongo que esto será una minoría. 

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