Un total de 98 mujeres renunciaron a sus hijos recién nacidos y los dieron en adopción en la comunidad gallega durante los últimos siete años, once de ellas en 2020, según los datos de la Consellería de Política Social, donde recuerdan que suele tratarse de personas en una situación de gran “vulnerabilidad” y que tomar esta decisión es algo excepcional ya que se registran poco más de una decena de casos al año entre los más de 15.000 nacimientos que se producen en Galicia.

El perfil es diverso aunque con un denominador común: todas consideran que su actual situación vital es incompatible con ejercer como madres. Entre ellas hay mujeres con falta de recursos económicos, de familias desestructuradas, inmigrantes sin apoyo familiar en el país o jóvenes que han ocultado su embarazo al entorno. Los datos de Política Social revelan que la cifra varía cada año pero no suele sobrepasar la quincena de casos. Si en 2020 fueron once las madres que dieron a sus hijos en adopción nada más nacer, un año antes lo hicieron 15 mientras que en 2018 fueron 18, catorce en 2017, 16 en 2016, diez en 2015 y otras catorce en 2014.

Así funciona el proceso

La renuncia puede comunicarse durante el embarazo –aunque hay que ratificarla una vez se haya dado a luz– o justo al llegar al hospital. En el primer caso hay que informar en el centro de salud, donde el trabajador social y la matrona activarán el protocolo establecido para estos casos que es similar se comunique en el mismo momento del parto que meses antes. Estos profesionales informarán a la futura madre –de forma verbal y mediante un documento escrito que se traducirá al idioma que sea necesario en el caso de que se trate de una embarazada extranjera– de los trámites a realizar en el caso de seguir adelante con el deseo de renunciar al pequeño, pero también de todas las opciones que existen para que no tenga que tomar esta decisión. Ahí se engloban desde las diferentes ayudas de tipo económico o sociales que ofrecen hoy en día las distintas administraciones como la posibilidad de que el niño vaya a vivir con una familia de acogida (meses o incluso años) hasta que los padres biológicos mejoren su situación y puedan hacerse cargo de él.

Si la madre decide seguir adelante con su voluntad de no quedarse al niño, tras el parto debe firmar un documento de renuncia y consentimiento de adopción que se trasladará al servicio de Familia y Menores de la Xunta. Pero la renuncia no es algo inmediato. Estas madres tienen seis semanas para pensarlo mejor y dar marcha atrás. El protocolo de la Xunta que se active en estos casos es claro, pese a que una mujer haya firmado la renuncia a su hijo recién nacido, esta renuncia debe validarse 45 días después y en ese periodo de tiempo ella puede cambiar de opinión y quedarse finalmente al niño sin ningún tipo de problema. Eso sí, los trabajadores sociales realizarán un informe socio-familiar para ver si corresponde cerrar el caso o debido a la situación de “vulnerabilidad” de esta familia conviene derivar el caso a los servicios sociales para que realicen un seguimiento periódico.

Ese mes y medio que la madre tiene para reafirmarse o rectificar su decisión, el bebé pasará a vivir con una familia de acogida. Se trata de lo que se denomina un acogimiento de urgencia –ya que debe hacerse de forma inmediata sin el periodo previo de adaptación, algo habitual cuando se trata de niños de más edad– y tanto Cruz Roja (que gestiona el programa de Acollemento Familiar) como la Xunta ya cuentan con familias dispuestas a este tipo de acogida que obliga no solo a tener disponibilidad de tiempo sino a ciertos recursos para el cuidado de un niño tan pequeño (cuna, biberones, etc...). Si pasadas las seis semanas, la madre se reafirma en su decisión de renunciar al pequeño, el niño entrará dentro del programa de adopción para buscarle una familia. La familia de acogida se encargará de su cuidado hasta que finalicen todos los trámites pero no tiene derecho a adoptar a este niño.

Confidencialidad

El protocolo de la Xunta para los casos de renuncia a hijos recién nacidos garantiza la confidencialidad e intimidad de la madre en todo momento. Se trata de un proceso regulado y totalmente legal que no tiene ninguna consecuencia sobre la madre —no ocurre así si abandona al pequeño en la calle o en cualquier otro lugar, un delito que está penado con cárcel por el Código Penal— y que busca que la embarazada pueda tomar la decisión con plena libertad y conocimiento de todas las alternativas que tiene antes de abandonar al niño y en el que caso de seguir adelante, realizar la renuncia con plena garantías para ella y el bebé.

Los bebés recién nacidos que van a ser dados en adopción –o al menos esa es la primera intención de la madre– no son los únicos menores que pueden beneficiarse del acogimiento de urgencia. Este modelo, pensado para niños que precisan una familia de acogida de forma inmediata, se aplica a menores de 6 años y tiene una duración máxima de seis meses, según explica Cruz Roja en su web. Cruz Roja gestiona el programa de Acollemento Familiar en Galicia en colaboración con la Xunta.