Dominic Cummings, exasesor del primer ministro británico, Boris Johnson, sostuvo ayer que “la estrategia inicial del Gobierno” para encarar la pandemia se apoyó en lograr la “inmunidad de grupo”, al verse entonces como una opción “inevitable”, algo que el Ejecutivo niega tajantemente. El que fuera “mano derecha” del líder ‘tory’ –entre julio de 2019 y noviembre de 2020– prestó declaración ante dos comisiones parlamentarias –de Sanidad y Cuidado Social y la de Ciencia y Tecnología–, que indagan sobre la gestión de la crisis sanitaria del COVID-19 tras estallar, el pasado año.

“No es que nadie pensara que fuera algo bueno y que lo quisiéramos de forma activa; se veía como algo completamente inevitable y la única pregunta que se formulaba era relativa a cuándo, si bien se logra inmunidad grupal para septiembre (2020) o para enero (2021) después del segundo brote. Esa fue la asunción hasta el 13 de marzo”, recordó el exasesor, que se declaró “completamente desconcertado” porque el Gobierno esté intentado negarlo.

"Se veía como algo inevitable"

El antiguo asesor añadió que el propio Johnson subestimó la importancia del coronavirus y dijo que era como “una nueva gripe aviar”. Las palabras de Johnson habrían tenido lugar en febrero, justo un mes antes de que se registraran unas 3.000 muertes en el mundo.

Cummings pidió perdón por los “errores” cometidos por el Gobierno y por él mismo tras el estallido de la pandemia y consideró que el Ejecutivo “fracasó” en su gestión. “Cuando los ciudadanos más nos necesitaron, el Gobierno fracasó. Me gustaría decirles a todas las familias de los que fallecieron innecesariamente lo mucho que lo siento por los errores cometidos y por mis propios errores”, apuntó. En este sentido, criticó especialmente al ministro de Sanidad, Matt Hancock, del que ha insistido en que “debió ser despedido en varias ocasiones”. “Mintió a todo el mundo”, recalcó.

Boris Johnson se defendió ayer en la sesión semanal de preguntas al primer ministro en la Cámara de los Comunes de estas demoledoras críticas afirmando que trató de “minimizar la pérdida de vidas” al estallar la pandemia. “La gestión de la pandemia fue una de las cosas más difíciles que este país tuvo que hacer y ninguna decisión fue fácil”, respondió el primer ministro al ser interpelado por el líder laborista, Keith Starmer.