Siempre había querido ser periodista de moda. Para sacarse esa espinita decidió comenzar un blog en el que hablaba sobre sus prendas favoritas. “Las personas que me leían comenzaron a pedirme que subiera fotos de mis ‘looks’. Decidí probar”.

Así recuerda sus comienzos Verónica Díaz, conocida como Just Coco en las redes sociales, y asegura que detrás hay mucho trabajo, esfuerzo y dedicación. “Mi trabajo se basa en crear contenido orgánico para mis redes sociales y contenido promocional para marcas. Algunos días son fotos, otros vídeos, a veces contestar preguntas o conectarme en directo para hablar con la gente que está ahí día tras día”, explica la influencer, que suma más de un millón de suscriptores entre sus dos canales de Youtube.

Donde sí se están dando cuenta de la repercusión, tanto social como económica, de esta nueva actividad laboral es en el sector educativo y un ejemplo de ello es el máster que ofrecen desde hace cuatro años desde la Cámara de Comercio de Sevilla. Por aquel entonces era la única opción que formaba a alumnos para ser futuros influencers. “Nos llamaban locos”, asegura José Pablo García, director académico de la formación. A este le siguió el curso universitario para ser influencer profesional de la Universidad Autónoma de Madrid y otros centros de educación superior, como el Centro de Estudios Universitarios CEUFP a través de un máster. Esneca Business School, el Grupo IOE o el European Quality Business School son otros de los centros que ofrecen formación específica para aprender las labores de esta nueva profesión.

“Muchos influencers lo son gracias a que tienen una actividad principal que les da una gran exposición, como son los futbolistas o artistas, pero para ser un profesional de este sector hace falta formación”, opina Óscar Fuente, director general del IEBS, escuela de negocios en la que también cuentan con un posgrado de este tipo y cone l que los alumnos aprenderán materias como el posicionamiento de marca, monetización y relación con las marcas; o producción de contenidos audiovisuales y edición; además de ver en detalle las distintas redes sociales.

Por su parte, Blanca Formáriz, presidenta de la Comisión de Influencers de IAB Spain y directora de Operaciones de 2btube, asegura que la afluencia y el interés por esta actividad cada vez es mayor en el sector educativo. “The Valley Talent, IE Business School, la Universidad de Navarra... Me llaman de muchos centros para dar sesiones sobre este tema”.

Sin ir más lejos, es la directora académica del curso experto centrado en redes sociales e influencers que lanza esta semana la escuela a la que pertenece.

Esta tendencia formativa se debe a que, como Verónica, en España hay más de 7.500 influencers, es decir, con más de 100.000 seguidores en las distintas redes sociales, como YouTube, Instagram, TikTok o Twitch; que viven de la creación de contenidos, según un estudio de 2btube.

Alcance social y económico

Paula Gonu, reconocida youtuber de nuestro país, fue una de las pocas que confesó en uno de sus vídeos sus ingresos y sólo con la monetización de Youtube había llegado a cobrar 15.062 dólares en un mes (12.389 euros).

Para Formáriz esta es de las profesiones “más demandantes” porque exige estar conectado todos los días de la semana. “La gente que te sigue espera algo de ti continuamente y si desconectas en algún momento pones en riesgo esta audiencia. Algo que es oro para las marcas a la hora de contratarte para una campaña”.

Y es que una de las partes de los ingresos de estos profesionales proviene de la publicidad, cuya recompensa económica “depende de muchos factores”, explica Formáriz. Uno de ellos es el número de seguidores. Según la plataforma de análisis digital Metricool, el precio de un contenido patrocinado puede variar desde los 100 dólares (82 euros) por cada 10.000 seguidores hasta los 10.000 dólares (8.237 euros) por cada millón de followers.

Según un estudio de Infoadex, en los últimos tres años el marketing de influencers ha crecido un 700% y la inversión en este tipo de publicidad llegó a los 75,6 millones de euros en España durante 2020. Debido a este auge , el pasado mes de enero entró en vigor el código de conducta, aprobado por el Gobierno y elaborado por Autocontrol y la Asociación Española de Anunciantes, por el que los creadores de contenido deben especificar qué contenido es publicidad.

Esto es un ejemplo de que, lo que hasta ahora era un hobby para muchos, se ha convertido en una profesión aunque sí es cierto que en lo que respecta a Hacienda las cosas siguen como hasta ahora, trabajando como autónomos pero sin ninguna casilla específica para ellos.

“Se les mete en el mismo saco que a todos los artistas, pero lo más importante es que la sociedad lo está empezando a reconocer como una profesión. Hemos visto una gran evolución desde el momento de 2014 hasta la actualidad”, asegura la experta en influencers. La presidenta de IAB Spain añade que antes la gente pensaba que eran “chicos jóvenes que ganaban dinero por grabarse, ahora hay más respeto por lo que hacen, más que nada porque se le está poniendo precio y valor a ese poder de prescripción que tienen”.

Toda esta evolución de una profesión que está empezando a ser reconocida por la sociedad y el mundo educativo hace que los profesionales del sector no pierdan la esperanza en lo referente a la fiscalidad. “La legislación siempre va por detrás de la innovación, por lo que no descartemos que se siga regulando esta actividad”, concluye el director general del IEBS.