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¿Medida justa o desmadre a la americana?

Harris y Biden, sin mascarillas en la Casa Blanca. TASOS KATOPODIS

Se dice que, si EE UU estornuda, Europa se contagia, aunque esta analogía no resulte muy pertinente hablando de un virus de transmisión respiratoria. El caso es que la decisión de liberar ya del uso de la mascarilla a los vacunados con pauta completa, apoyada en un dictamen de los Centros de Control de Enfermedades (CDC), ha avivado el debate internacional sobre la conveniencia de seguir los pasos de Biden y quitar este elemento de protección antes de llegar a la inmunidad de grupo

En Estados Unidos ya hay 119 millones de personas totalmente vacunadas, el 57% de la población mayor de 18 años. ¿Debería España imitar a EE UU y retirar la mascarilla cuando lleguemos al mismo nivel de inmunización? El debate está servido.

En los propios EE UU, la decisión ha causado cierta sorpresa. “Me sorprendió el anuncio de los CDC –ha dicho Linsey Marr, la científica experta en aerosoles que advirtió en marzo de 2020 sobre la probable transmisión aérea del coronavirus–. Tengo sentimientos encontrados. Una buena ventilación y filtración siguen siendo muy importantes”, advirtió.

Los vacunados de EEUU podrán ir sin mascarilla hasta interiores

Los vacunados de EEUU podrán ir sin mascarilla hasta interiores Agencia ATLAS | Foto: EFE

Otro científico estadounidense de referencia en esta pandemia, Eric Feigl-Ding, pone el dedo en la llaga en Twitter: “¿Cómo verificarían los supermercados que alguien está vacunado? Ya sabemos que los grupos de no vacunados dicen que mentirían o falsificarían tarjetas vacunales. ¿Las tiendas de comestibles pedirán las tarjetas de vacunación a la entrada? Es dudoso”, opina el epidemiólogo experto de Harvard, conocido por sus tempranas advertencias sobre la gravedad del SARS-CoV-2, por las que fue tachado de alarmista.

La decisión de los CDC ha sido respaldada por el célebre virólogo estadounidense Anthony Fauci, asesor de Trump y de Biden. “¿Cree que lugares como supermercados y farmacias deberían permitir que las personas vacunadas entren y compren sin mascarilla?”, le preguntó el periodista de la CNN Jake Tapper. “Oh, sí, absolutamente –respondió Fauci–. Esa es realmente la finalidad de lo que estamos hablando”.

Personal de la Casa Blanca sin mascarillas TASOS KATOPODIS

El propio presidente de EE UU, Joe Biden, que compareció sin mascarilla en los jardines de la Casa Blanca junto a la vicepresidenta Kamala Harris, anunció exultante la decisión. “Hoy es un gran día para EE UU y para nuestra batalla contra el coronavirus”, dijo el jueves. “Habrá gente que se sienta más cómoda con una mascarilla. Así que, si ven a alguien con ella, por favor, trátenles con amabilidad y respeto”, rogó Biden al dirigirse a unos ciudadanos que, al menos en parte, han considerado la mascarilla o su ausencia un elemento de división partidista.

“Habrá gente que se sienta más cómoda con una mascarilla. Así que, si ven a alguien con ella, por favor, trátenles con amabilidad y respeto”

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¿Por qué esta decisión ahora? Hay quien la explica como incentivo a la vacunación en un país al que, pasado ya el 50% de vacunados, le está costando llegar al umbral del 70%, por lo que ha ofrecido desde cigarrillos de marihuana hasta un millón de dólares –que se sortearán en Ohio– para animar a pincharse.

El científico estadounidense Eric Topol apunta que la medida se toma al haberse demostrado que, al menos con las vacunas de ARNm, mayoritarias en EE UU, la transmisión del virus es rara. En Israel se ha demostrado en el “mundo real”: allí se han reducido en un 99% tanto las muertes como los casos con la vacuna de Pfizer. Allí, al igual que en Gribraltar, se ha retirado la obligación de la mascarilla, pero solo en exteriores.

La “independencia” americana de las mascarillas, con todo, no será completa: los vacunados deberán seguir utilizándola en instalaciones médicas y residencias de mayores y discapacitados, así como en los transportes públicos.

El epidemiólogo gallego Juan Gestal la considera de difícil aplicación en España

El epidemiólogo gallego Juan Jesús Gestal, profesor emérito de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago, considera que la medida tomada en EE UU es “acertada”, aunque recuerda que allí el uso de la mascarilla “es una recomendación discrecional” por parte de los CDC y no un mandato legal. Son los estados los que deciden sobre el uso de este elemento de protección. Considera que aquí una medida similar sería problemática por la dificultad de discernir quién está o no vacunado.

Recuerda Gestal que, para España y el resto de la UE, el Centro de Control de Enfermedades europeo (ECDC) publicó el 21 de abril unas directrices para orientar a los gobiernos sobre cómo ir dejando medidas de distanciamiento social y de uso de mascarilla a medida que se vaya incrementando el porcentaje de población vacunada, teniendo en cuenta la situación epidemiológica. “Confío que pronto, cuando la incidencia sea más baja y la cobertura vacunal aumente –seguramente ya a partir de un 45-50% de población con al menos una dosis–, ya se empiecen a tomar medidas de abandono de distancia y mascarilla en determinadas circunstancias, como cuando se encuentren personas que han recibido la vacunación completa y han pasado ya un par de semanas desde la segunda dosis o de la vacuna si es de una sola dosis; o en presencia de vacunados no especialmente vulnerables con personas no vacunadas de la misma unidad familiar o burbuja”, propone el científico gallego.

"Seguramente ya a partir de un 45-50% de población con al menos una dosis, se empiecen a tomar medidas de abandono de distancia y mascarilla en determinadas circunstancias"

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Juan Jesús Gestal - Profesor Emérito de Medicina Preventiva y Salud Pública

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió ayer que la decisión de eliminar la obligatoriedad del uso de las mascarillas en un país no sólo depende del nivel de vacunación contra la COVID-19 que se haya alcanzado en ese territorio. “Con altos porcentajes de vacunación se deberían tener bajos niveles de transmisión comunitaria, pero hay un periodo de transición mientras aumentan las inmunizaciones y se reduce la transmisión”, señaló en rueda de prensa el director de Emergencias Sanitarias de la OMS, Mike Ryan, en una velada crítica a Estados Unidos.

El epidemiólogo irlandés subrayó que “mantener medidas de seguridad pública mientras se vacuna lo más posible coloca a los países en mejor posición de que puedan decir a sus ciudadanos que ya no tienen que llevar mascarilla”.

Feijóo matiza: sin mascarillas solo en exteriores no masificados

Feijóo sigue defendiendo que se retire la obligación de llevar mascarilla en exteriores en julio o agosto, una decisión a la que emplazó al Gobierno a tomar, pero introduce un matiz importante: debería permitirse circular sin mascarilla solo en aquellos entornos exteriores no masificados.

En una entrevista emitida ayer en Radio Euskadi, el presidente de la Xunta reiteró que “hay que pensar ya en el abandono de la mascarilla en exteriores, en lugares no masificados” porque, a pesar de que el porcentaje de vacunación no es “el que nos gustaría”, espera que “para julio o agosto podamos estar en condiciones de poder sacarnos la mascarilla cuando paseamos al aire libre, salvo en calles urbanas muy céntricas y muy masificadas”.

Alberto Núñez Feijóo insistió en que no es “razonable” eliminar el uso de mascarillas en interiores, donde probablemente se tendrá que utilizar durante “bastante tiempo”.

La posición del presidente gallego contrasta en cierta medida con la del Gobierno, que para el próximo curso plantea que se siga manteniendo la mascarilla y la distancia social –aunque reducida en 30 centímetros, hasta 1,20 metros– dentro de las aulas, aun cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, repite hasta la saciedad que tendremos inmunidad de grupo en España el 18 de agosto, antes del comienzo de las clases.

Además, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, advirtió el pasado miércoles que dejar de usar la mascarilla antes de que haya más de un 70 por ciento de población vacunada supondría “dar un paso atrás”. 

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