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Literatura
José Manuel Otero Lastres Escritor y jurista

“Soy muy formal, mis personajes hacen cosas que yo no haría jamás”

“Me preocupa mucho la muerte, la voy amansando a base de escribir sobre ella”

José Manuel Otero Lastres. | // VÍCTOR ECHAVE

El abogado y escritor José Manuel Otero Lastres, articulista de este diario, se hace con el galardón de la 21º edición del Premio Fernando Arenas de Ensayo y Literatura.

–¿Cómo acoge este reconocimiento que le brinda el jurado del premio Fernando Arenas Quintela?

–La verdad, estoy muy contento. A pesar de vivir fuera de Galicia desde 1981, me siento gallego, todas mis novelas son muy gallegas, aunque estén en castellano. Toda mi literatura está muy impregnada de Galicia, mi gran satisfacción es que por fin recibo un premio aquí.

–Su personaje principal lleva el nombre de Ovidio Tenreiro. Los Tenreiro son una conocida estirpe de artistas y arquitectos coruñeses. ¿Se inspiró en ella?

–No, en absoluto. Los personajes no tienen nada que ver con la realidad, todos son de ficción, eso me gustaría destacarlo. He tenido que ir eligiendo apellidos a propósito para que fuesen apellidos gallegos, como Tenreiro o Cervigón, pero no tiene nada que ver con esas familias. Elijo los nombres que a mí me vienen bien, aunque a veces sí que me baso en perfiles de algunos amigos.

–Reside desde hace años en Madrid. ¿Usa la escritura para acercarse a su tierra?

–Creo que los seres humanos somos poliédricos, tenemos varios aspectos en nuestra vida. Vivo en Madrid por razones profesionales, pero tengo una cara de ese poliedro que es gallega, de la provincia de A Coruña y de Cee, que es donde nací. A través de la novela hago una cosa: yo soy una persona excesivamente formal y responsable. A veces, en mis novelas, los personajes hacen cosas que yo no haría jamás, pero es como que si lo hacen ellos, me quedo tranquilo. Luego hay otra cosa. Me suelen preguntar: “¿Cómo es que una persona tan alegre como usted hace unas novelas en las que todo el mundo muere?”. No es mi intención que eso pase, pero pasa.

–Lo mata por el camino.

–Sí, debe ser que me preocupa mucho la muerte, y la voy amansando a base de escribir sobre ella. En mis novelas dialogo con mis varios yos: uno es el que vive, un hombre responsable. Jamás he cometido ninguna acción que adivinara que iba a tener consecuencias negativas. En las novelas está mi otro yo libertino, que hace cosas que yo no haría.

–Será su quinta novela, esta vez, con un marcado tono de intriga y misterio, lo que la aleja de las anteriores.

–Es algo que busco y me sale: que una novela no tenga nada que ver con la anterior. En Campo de bucéfalo imaginé un personaje que se llama Alejandro Pereira, que es un abogado muy exitoso. Me dijeron, “has encontrado un filón, sigue por ahí”, y no quise. A partir de que se publica, la novela no es mía, es de los lectores. Creo que estilísticamente he ido mejorando, es un oficio del que se va aprendiendo a partir de que lo vas ejercitando. En esta novela hay un estudio de un personaje que es incapaz de tener sentimientos frente a nadie, padece una enfermedad que se llama alexitimia. Eso le marca toda la vida. Este personaje no tiene sentido de culpa con respecto a sus acciones. Esa es la gran novedad de esta novela. Debido a las religiones, estamos acostumbrados a saber que toda acción reprochable tiene que producirte culpa.

–Usted era abogado antes que escritor, y lo sigue siendo. ¿Conviven ambas facetas?

–Tengo dos partes en mi vida que todos destacan, profesor y jurista. Me cuesta mucho abandonar el tono profesoral. En la novela estoy consiguiendo desprenderme de la carga jurídica. Los juristas tenemos por misión fundamental precisar. Decía Ortega y Gasset que o se hace precisión, o se hace literatura, o se calla uno. No casan bien. Los juristas tienden a precisar. Es una lucha contra mí mismo y contra las facetas de mi personalidad. Como jurista tengo que precisar y ser riguroso. Como literato, tengo que desembarazarme de esa precisión que tengo desde que estudié Derecho.

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