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Un aprendizaje casi a ciegas

Una madre coloca a su hijo una mascarilla. Iñaki Berasaluce

Los humanos percibimos el habla a través del oído y a través de los ojos. Pero el uso de la mascarilla, arma imprescindible en la lucha contra la propagación del COVID-19, podría ser un obstáculo en el aprendizaje, ya que se convierte en una barrera importante en el desarrollo del lenguaje, donde son vitales tanto la audición como la observación. “Los humanos aprendemos por imitación y el lenguaje actúa de la misma manera”, dicen los expertos. Pero, ¿qué pasa si se pierde esa referencia visual? Vocalizar más y mejor o gesticular mucho son algunas de las estrategias para salvar dicha barrera.

El uso de las mascarillas tanto en los niños como en los adultos con los que interactúan podría dar lugar a dificultades en el desarrollo del lenguaje. “Si no tienes la información de la boca es como si tu cerebro fuera más a ciegas”, expone Núria Esteve-Gibert, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigadora del Grup de Recerca en Cognició i Llenguatge (GRECIL).

El uso de las mascarillas tanto en los niños como en los adultos con los que interactúan podría crear dificultades en el desarrollo del lenguaje

La investigadora está recopilando artículos científicos internacionales que traten el posible impacto de las mascarillas en el desarrollo del habla de los menores y toda esa información -y sus conclusiones- serán publicadas en la revista “Frontiers in Psychology”.

“Los humanos aprendemos por imitación y el lenguaje funciona de la misma manera. Hay varios aspectos que son necesarios para la adquisición del lenguaje pero los más importantes son la audición y la observación. Cuando aprendemos a hablar nos apoyamos por supuesto en lo que oímos, pero también en lo que vemos: cómo mueven la boca las personas de nuestro entorno, dónde apoyan la lengua e incluso cuándo hacen las pausas para respirar. También nos fijamos en los gestos y en la expresión facial, la cual, además de en los ojos o en las cejas, la podemos observar en la boca, por ejemplo al sonreír. Así que, con las mascarillas, los niños se pierden mucha información”, constata Beatriz Chimeno Pérez, logopeda del Gabinete de Psicología Arca.

Con el uso de la mascarilla, indica, “la principal dificultad es la pérdida de información a nivel visual”. “Los bebés saben qué quieren transmitirles sus padres antes incluso de comprenderlos auditivamente. Se apoyan en la expresión facial y en la sonrisa social para jugar y empezar la interacción y la imitación. A medida que crecen utilizan esas mismas estrategias para empezar a emitir sonidos, palabras y frases”, explica la logopeda.

“Los niños actúan por imitación y el habla no solo es sonido”

Mª Esther Bas Pérez - Psicopedagoga

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Mª Esther Bas Pérez - Psicopedagoga

“Los niños, cuando son pequeños, actúan por imitación y el habla no solo es sonido, son los movimientos de la boca, los gestos... El lenguaje es muy amplio, no solo lo que escuchas a través del oído”, apunta María Esther Bas Pérez, psicopedagoga y maestra especialista en Educación Infantil. “También hay niños con problemas a nivel de discriminación auditiva, por ejemplo, que tienen otras dificultades a nivel cognitivo, para los que solo escuchar no es suficiente. Necesitan ver los gestos, poder imitar...”, afirma.

“Cuando hablamos de niños con dificultades en el lenguaje, o con dificultades a nivel emocional, que están apareciendo muchísimo a consecuencia de todo esto, se complica mucho más porque necesitas de todas las herramientas para trabajar esos aspectos y eso actúa en detrimento, es algo que resta”, dice la piscopedagoga de Educa-T.

Según Chimeno, “para los niños que ya hablan pero tienen alguna dificultad a nivel articulatorio el uso de la mascarilla les dificulta poder observar cuál es el punto de articulación y, por tanto, sólo utilizan la vía auditiva. Esto hace que en el tratamiento les cueste más introducir ese sonido que están aprendiendo en su expresión habitual”.

“Necesitamos más apoyos extra para una intervención de calidad”

Alba Romero - Logopeda

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Alba Romero - Logopeda

“Las dificultades ya no se dan solamente en el lenguaje, sino a nivel de intervención, que no es tan eficaz como era antes. Hay muchas carencias y necesitamos muchos apoyos extra para poder llevar adelante una intervención de calidad”, afirma la logopeda Alba Romero. “Con la mascarilla se elimina todo apoyo gestual, sobre todo la lectura labial”, prosigue.

“Cuando tratamos a niños con problemas de articulación del lenguaje siempre apoyamos de forma visual cómo hacemos los fonemas y, ahora mismo, ese apoyo no lo tenemos”, lamenta. Los bits de apoyo o los pictogramas son los recursos que ella emplea para paliar esta carencia: “Es una manera de mostrar ese punto de articulación, pero de forma artificial, no natural. También tienen imágenes de mi boca, para saber el punto de articulación”.

“La principal dificultad es la pérdida de información a nivel visual”

Beatriz Chimeno - Logopeda

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Beatriz Chimeno - Logopeda

Beatriz Chimeno considera que “el rango de edad más afectado en relación al desarrollo del lenguaje sería desde que los niños nacen hasta que se adquieren los últimos fonemas, alrededor de los 5 o 6 años”. Antes de los dos años, “toda la experiencia imitativa con su entorno es imprescindible para poder expresarse oralmente”.

Por su parte, Romero cree que también los adultos se ven afectados por el uso de la mascarilla y prevé más consecuencias en el futuro: “El uso de mascarillas va a aumentar un montón la demanda de logopedas porque aparecerán muchas patologías relacionadas con el lenguaje”.

Las consecuencias van más allá del contexto del aprendizaje de la lengua materna. “Hay estudios que indican las dificultades que se encuentra también la gente para adquirir un nuevo idioma porque la distorsión que nos produde la mascarilla a nivel fonológico y a nivel articulatorio es tal que hay una distorsión tremeda”, advierte.

Desarrollo de estrategias y alternativas

La logopeda del Gabinete de Psicología Arca, Beatriz Chimeno, apunta que utilizan las mascarillas transparentes para salvar, de algún modo, la barrera visual: “Están homologadas por la Federación de Asociaciones Sordas y las empleamos, sobre todo, con los niños más pequeños con los que trabajamos la estimulación del lenguaje; con los niños que tienen alguna dificultad añadida, por ejemplo, pérdida auditiva; y con aquellos que tienen alteraciones en la articulación (por ejemplo, que no sepan decir la /rr/). También utilizamos pantallas de metacrilato en la mesa y pantallas faciales”. También emplean otras estrategias como “hablar más despacio, vocalizando más y apoyarnos en nuestra expresión corporal y en gestos”. Aquí, Romero subraya la importancia de la “pauta que le damos a los padres”: “Es fundamental, desde bebés, que apoyen mucho más el lenguaje con gestos; y también, tener una función conjunta, es decir, cuando le estás explicando algo, que el objeto o la situación esté acorde a lo que le estás explicando, para que haya más apoyos visuales del entorno”.

Un impacto emocional que preocupa

"Todo está teniendo repercusión a muchos niveles y ya estamos empezando a percibirlo en el día a día, más allá del uso de la mascarilla”, advierte Mª Esther Bas, que destaca factores como “el aislamiento o las cuarentenas” y su influencia “en el aprendizaje de muchos niños”. La psicolpedagoga pone el foco, sobre todo, en el “aislamiento social”: “Hay una barrera y, de hecho, lo notamos mucho con los niños nuevos; los otros ya te conocen, tienen una imagen anterior que salva un poco esa barrera, pero cuando estás empezando con un niño y no sabes cómo es su cara se pierde mucha información porque no ves sus gestos y el vínculo afectivo no es igual”, se lamenta. Para ella, el “impacto emocional” es la consecuencia más fuerte que seguirá habiendo con el tiempo, sobre todo en los adolescentes: “Para mí, son el grupo que más está sufriendo todo este tema de las limitaciones sociales”.

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