“Durante la Gran Guerra se produjo una serie de cambios y de avances para la mujer que, aunque una vez finalizada muchos no se mantuvieron, sí fueron el inicio del movimiento feminista y de la lucha de las sufragistas”. Así lo aseguró ayer la escritora Virginia Gasull (Irún, 1974) durante la presentación en el Club FARO de “Nicole” (Suma de Letras), en la que novela la vida de Nicole Mangin (París 1878-1919), la primera médica del Ejército francés. Teresa Cendón, médica, diplomada en Historia, presentó esta charla en el MARCO.

Mangin, especialista en enfermedades infecciosas y profesora en la Universidad de la Sorbona, es llamada a filas cuando estalla la Primera Guerra Mundial (1914-1918) por una confusión con su apellido de casada. Durante su periplo por algunas de las batallas más terribles y sangrientas de la Gran Guerra, Mangin no solo tiene que sortear la muerte, sino con la misoginia. “¡Pido un oficial médico y me mandan a una mujer!”, es una frase que escucha en casi todos los destinos donde la envían sus superiores, al que ella siempre contesta: “Doctora Nicole-Girard-Mangin, médico teniente del servicio de sanidad del ejército francés”.

“Nicole Mangin demostró ser igual de válida que cualquiera de sus compañeros médicos varones en el frente. Sin embargo, en cada destino al que era enviada era tratada al principio como un médico de segunda y al final de la guerra no recibió ningún tipo de reconocimiento; fue obviada totalmente”, opinó.

Gasull entrelaza la historia de esta pionera con la de otras mujeres que participaron activamente en el frente, y que, como Nicole, fueron olvidadas. “La contribución de las mujeres en la Gran Guerra ha sido injustamente olvidada”, se lamentó la autora de “Nicole”.

Gasull escuchó por primera vez el nombre de Nicole Mangin en un documental en un canal francés, apenas una referencia de treinta segundos que captó poderosamente su atención. “Enseguida intuí que esa médica que iba siempre acompañada por una perra pastor alemán para defenderse de los soldados tenía una historia que contar”; explicó. Lo que nunca imaginó es que investigando descubriera otras tantas historias de mujeres que decidieron acudir al frente, como Elsie Knocker y Mari Chisholm, dos conductoras de ambulancias que crearon puestos de socorro en el frente para poder estabilizar a los pacientes antes de trasladarlos y evitar así que murieran durante al trayecto al hospital.

En “Nicole” aparecen también Marie Curie, amiga de Mangin, y su hija Irène, con quien recorre el frente con su ambulancia de rayos X, la cantante de ópera Nelly Martyl, que cambia los escenarios por la enfermería de quirófano y Yolande de Baye, hija de la baronesa de Baye, que junto con su madre se presenta voluntaria en el hospital que se montó en el Gran Hotel.

Dos años y medio le llevó documentara esta novela, para lo que tuvo que viajar al Reino Unido, Francia y Estados Unidos en busca de los diarios personales de médicos y enfermeras en el frente y para la que contó con el testimonio del único familiar vivo de Mangin, su sobrino-nieto. Aunque finalizó el libro en 2019, curiosamente, enlaza de forma perfectamente con el periodo actual, ya que habla también de la llegada de la vacuna de la fiebre tifoidea y de la llamada gripe española. “La censura fue una constante. Los estragos de la gripe en las trincheras se silenció. Pero España no estaba en guerra y aquí sí se hablaba de ello. Fue un periodista del Times quien empleó por primera vez este término, aunque el paciente cero fue un soldado estadounidense en el frente francés y ya trajo el virus de EE UU”, explicó.

La escritora aseguró que crisis sanitaria guarda cierta similitud con el que vivió Mangin. “El momento actual se parece a principios del siglo XX porque también es convulso con esta pandemia que estamos viviendo”, opinó.

Gasull ha creado, además, una web (www.virginiagasull.com/nicole) en la que pone rostro a la doctora Mangin y a su inseparable perra “Dun”, con fotografías, algunas de ellas inéditas, y ofrece más información sobre la batallas donde estuvo destinada Mangin.

Marie Curie y sus rayos X móviles

“Nicole” no solo saca del olvido la figura de la doctora Nicole Mangin, la primera médica del ejército francés durante la Primera Guerra Mundial, sino que rescata la historia de otras mujeres que compartieron con ella algún momento durante los años de la contienda y que Gasull fue conociendo a medida que avanzaba en su investigación. Entre estas mujeres se encuentra Marie Curie, que recorrió el frente con los “Petit Curie”, coches que la dos veces premio Nobel transformó en puestos radiológicos móviles. Cuando en septiembre de 1914, París sufría la cercana amenaza de la invasión alemana, madame Curie metió el gramo de radio de su laboratorio en una caja pesada forrada de plomo y cargó con ella hasta el primer tren con destino a Burdeos para depositarlo en un banco y evitar así que pudiera caer en manos del agresor. Cuando estalló la contienda, el ejército desechó, sin embargo, sus aparatos de rayos X, así que se presentó con el proyecto en la Unión de Mujeres de Francia. Con los fondos de esta asociación, construyó el primer vehículo dotado con un aparato completo Roentgen y una dinamo conectada al motor para producir la electricidad necesaria. Consciente de que uno no sería suficiente, pidió a varias mujeres de la nobleza y la burguesía para pedirles prestados sus automóviles. Su hija Iréne, premio Nobel de Química en 1935, la acompaña en sus desplazamientos como operadora radiológica, dirigiendo el desarrollo de los dispositivos de diagnóstico de rayos X en las instalaciones de hospitales militares de Bélgica y Francia.