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La exportación más peligrosa de Bolsonaro

Una paciente de COVID-19 escucha una carta de sus familiares leída por una sanitaria en el Hospital General de Nova Iguaçú, en el área metropolitana de Río de Janeiro. ANTONIO LACERDA

La alerta por la variante brasileña toma forma en España | Es hasta 2,5 veces más transmisible y resiste más a la inmunidad

La variante brasileña P.1, cuyo origen se localizó en enero en la ciudad de Manaos, en el Amazonas brasileño, es una amenaza real de la que se ha hablado poco en España, al menos hasta ahora, cuando se han detectado brotes considerables en Vigo y en Extremadura. Algunos estudios señalan que puede ser hasta 2,5 veces más transmisible que la cepa original, más resistente a las vacunas y a la inmunidad suscitada por la infección, y causante de más hospitalizaciones entre población joven. El habitualmente optimista Fernando Simón ha llegado a afirmar que el hecho de que la variante inglesa (B.1.1.7) sea tan dominante en nuestro país en parte es bueno porque le quita espacio (nicho ecológico) a la brasileña y a la sudafricana, que son aún más preocupantes.

En Europa se sigue con preocupación esta variante brasileña, detectada en al menos 44 países. Nuestros vecinos franceses dieron esta semana una contundente voz de alarma. “La situación en Brasil es absolutamente dramática y la peligrosidad de esta variante nos plantea dificultades reales”, afirmó el pasado martes el primer ministro de Francia, Jean Castex, ante la Asamblea Nacional gala. El Gobierno francés anunció ese día la suspensión “hasta nueva orden” de los vuelos procedentes de Brasil.

Un paciente en Porto Velho, Brasil Médicos Sin Fronteras

El doctor Remi Salomon, presidente de la comisión médica de la Asociación Pública de Hospitales de París, alertó que la variante brasileña es “probablemente más resistente a las vacunas y más contagiosa que la inicial”, y advirtió que la única solución para impedir su crecimiento es “suspender los vuelos con Brasil”.

España canceló el tráfico aéreo con Brasil y Sudáfrica el pasado 2 de febrero, aunque directa o indirectamente –a través de otros medios de transporte y países– siguen llegando casos, como demuestran los focos detectados en Vigo.

Es difícil evaluar el impacto real de la variante P.1, secuenciada por primera vez el pasado 6 de enero en Japón, en viajeros procedentes de Brasil. A su efecto en el país sudamericano se añade el bajo ritmo de vacunación y el caos por la política negacionista del presidente Jair Bolsonaro. “Las medidas de salud pública se han convertido en un campo de batalla político en Brasil”, afirma el doctor Christos Christou, presidente internacional de Médicos Sin Fronteras. La semana pasada, Brasil registró el 11% de las nuevas infecciones por COVID-19 de todo el planeta, así como el 26,2% de las muertes confirmadas por esta enfermedad. El 8 de abril se registraron 4.249 muertes por COVID-19 en solo 24 horas. Ya suma más de 365.000.

Jair Bolsonaro Alan Santo

El 52% de los pacientes de COVID-19 en las ucis brasileñas tenía en marzo 40 años o menos, mientras que entre diciembre y febrero el porcentaje era del 16,5%.

Según ha publicado el diario brasileño “Globo”, la escasez de sedantes en algunos hospitales ha llevado a utilizarlos diluidos o directamente a prescindir de ellos. Tienen que atar a los pacientes a las camas para intubarlos. Y así permanecen, despiertos, soportando una verdadera tortura. “Me imploran constantemente que no quieren morir”, dice una enfermera del Hospital Albert Schweitzer de Realengo, al oeste de Río de Janeiro.

En Brasil el virus sigue mutando y ganando resistencia a los anticuerpos

Vecinos como la pequeña Uruguay (3,5 millones de habitantes), que comparte mil kilómetros de frontera seca con el gigante brasileño (211 millones) ya están pagando las consecuencias de la variante P.1 en su territorio, hasta hace poco un oasis del COVID-19 en Latinoamérica. “Brasil es una fábrica de variantes virales”, señalaba a FARO hace unos días el virólogo uruguayo Gonzalo Moratorio, destacado como una de las 10 personalidades científicas de 2020 por la revista “Nature”. “Nos encontramos con un país de cientos de millones de personas, descontrol absoluto y una vacunación lenta, condiciones que lo hacen favorable para producir nuevas variantes del virus”, afirma el científico del Instituto Pasteur de Montevideo.

Precisamente procedentes de Uruguay son los treinta esquiladores a los que se les vincula con un brote de 23 casos y 137 contactos estrechos que afecta a nueve localidades de Extremadura. Llegaron a través del aeropuerto de Madrid el pasado 1 de abril, contratados por un empresario extremeño, y visitaron hasta 34 explotaciones ganaderas.

La variante P.1, también denominada B.1.1.248 o de Manaos, alberga 17 mutaciones (cambios de aminoácidos), 10 de ellas en la proteína de pico (spike). Las más preocupantes son las N501Y –común a la británica y sudafricana–, la E484K –detectada por primera vez en la sudafricana– y la K417T.

Tuvo un papel en la catastrófica segunda ola de Manaos, ciudad de 2 millones de habitantes que había alcanzado un nivel de seroprevalencia del 70% con la cepa clásica en una ya devastadora primera ola hace un año. Se cree que en enero pasado muchos habitantes de esa ciudad del Amazonas brasileño se reinfectaron con la nueva variante, aunque la cuestión continúa bajo estudio. Algunos científicos creen que en la segunda explosión epidémica tuvieron mucho que ver las condiciones de Manaos, donde gran parte de la población vive hacinada y viaja aglomerada en barcos. Además, se relajaron las medidas confiando en la teórica inmunidad de grupo y se trasladaron a otros hospitales brasileños enfermos acompañados de sus familiares, lo que contribuyó a diseminar el virus.

Lejos de Latinoamérica también se ha propagado la P.1. La provincia de la Columbia Británica (oeste) está especialmente afectada. Se han confirmado alrededor de 900 casos, y los brotes obligaron a cerrar una importante estación de esquí y a paralizar un equipo profesional de hockey, los Vancouver Canucks, con nada menos que 25 positivos. La variante se ha extendido a Alberta, provincia canadiense limítrofe con Columbia Británica, tras detectarse los dos primeros casos en su ciudad más poblada, Calgary.

Los brotes repartidos por varios continentes demuestran que, pese a las restricciones fronterizas, la propagación de ciertas variantes, como la P.1, parece inevitable, y que sigue siendo esencial la vigilancia, rastreo y secuenciación de los casos. Hasta ahora las vacunas han funcionado, mejor o peor, contra esta y otras variantes, pero un incremento de las mutaciones, impulsadas por un alto número de contagios y un bajo nivel de vacunación, podría poner en riesgo esa protección, advierten los expertos.

Es lo que temen los investigadores del instituto de salud pública Fiocruz de Manaos, que han constatado que el virus sigue mutando en Brasil y puede adquirir aún mayor peligrosidad. El estudio ha detectado una nueva variante en el noreste del país con 14 mutaciones definitorias, incluida la E484K. Estos cambios en la proteína espícula podrían convertirla en más resistente a las vacunas. “Creemos que es otro mecanismo de escape que el virus está creando para evadir la respuesta de los anticuerpos”, advierte Felipe Naveca, uno de los autores de la investigación.

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