El área sanitaria de Vigo vive turbulencias en cuanto a la incidencia del COVID-19 desde el pasado 19 de marzo. La contundente y sostenida tendencia a la baja desde finales de enero y principios de febrero (cuando se alcanzó el pico de la tercera ola) tuvo su punto de inflexión tras San José: los casos activos volvieron a crecer, eso sí, ligeramente. En tres semanas y media, la demarcación sanitaria ha pasado de 500 a 615 infectados, dato este último actualizado hoy.

Durante ese tiempo la curva de casos activos muestra un perfil ondulante y abrupto, con subidas y bajadas que elevaron el total de personas con el virus por encima de las 600 en la víspera de los festivos de la Semana Santa. La "montaña rusa" continúa y tras el descenso notificado el lunes han venido dos jornadas al alza. El Sergas contabiliza 615 positivos, once más que ayer, pero la presión hospitalaria se mantiene en 35 ingresados. Es la tercera jornada consecutiva de contención, frente a las turbulencias en los casos activos.

Aunque la cifra global de internados continúa invariable, sí ha cambiado su composición, ya que los pacientes críticos han descendido de 6 a 4, mientras que los estables han aumentado de 29 a 31.

Solo dos concellos en nivel medio

Casi todos los ayuntamientos del área sanitaria se hallan en el nivel más bajo de restricciones. Solo dos localidades se encuentran en el medio: As Neves y Gondomar. La situación epidemiológica en la demarcación es muy positiva, ya que ninguno de sus territorios se tiñe de naranja (nivel alto) o rojo (nivel alto).

A pesar de que los datos mueven al optimismo, todavía restan unos días para que se cumpla la quincena tras los festivos, por lo que todavía podrían aflorar nuevos contagios. Sin embargo, la vacunación y el cierre perimetral alejan, por ahora, el fantasma de un súbito repunte como el producido tras la Navidad.