La catedrática de Historia Rosa Pascual, en un momento del streaming en Club FARO. | // MARTA G. BREA

“La guerra civil no fue inevitable”, sostiene el historiador, economista y diplomático Ángel Viñas, que contestó al interrogante “¿la República pudo pararla?”. “Mi tesis es que el Gobierno de la República ignoraba que la conspiración militar llegaba a los órganos de poder. No hubiera podido pensar en la penetración a nivel militar de la conspiración con la Italia fascista. Quizás sí hubieran podido parar la sublevación de ciertas unidades militares”, reconoce el experto. “He llegado a la conclusión provisional de que la República no pudo o no supo detener el golpe, que tampoco era fácil de parar”, analizó el catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid, ayer en Club FARO. En un diálogo con la catedrática de Historia, Rosa Pascual, vía streaming, el investigador desveló la baza de algunas de sus averiguaciones.

La más sorprendente, los contratos que se habían firmado con la Italia de Mussolini para proveer de armamento. “El 1 de julio se firmaron en Roma unos contratos para el suministro inmediato en el mes de julio de 12 aviones de bombardeo muy modernos y luego en agosto, hidroaviones y cazas. No fui el primero en ver esos contratos, pero quizás sí en investigar qué había detrás y, al tirar de la cuerda, salió el ovillo: había toda una conspiración italiana fascista detrás”, resume el investigador. Más tarde, en la conversación, Ángel Viñas tildó de “gansterismo internacional” lo sucedido. “Ayudar a una sublevación con armas en un país amigo es un acto de piratería, pero esas cosas no suelen quedar escritas”, lamentó.

Sin embargó negó ‘compromisos’ o acuerdos con los nazis alemanes. También que “la sublevación no se hizo para poner a Franco en el poder”. El que sería el caudillo cuarenta años en España, ocupó una especie de ‘vacío de poder’. De hecho, uno de los nombres que apareció en la conferencia fue el del gallego Calvo Sotelo. “Calvo Sotelo podría ser la cabeza pensante de la sublevación, que entra en una deriva profascista. Y la cabeza política era el general Sanjurjo, exiliado en Estoril”. Ambos morirían.

No hace mucho se estudiaba que la guerra civil no se pudo evitar. Un determinismo trágico que se fijó en la mente de al menos tres generaciones de españoles. Dos Españas, una brecha insalvable y una confrontación que provocaron esos supuestos polos de la sociedad de los años 30. Nada más lejos de lo que postula Ángel Viñas, erigido como uno de los historiadores de cabecera del estudio de la Segunda República. El experto defiende que se trató de una conspiración monárquica, fascista y militar. “Me quedé sorprendido al descubrir una carta de Goicoechea que advertía de una sublevación si la izquierda ganaba las elecciones”, añadió.

En lo que respecta a los porqués del levantamiento del 18 de julio, Viñas lo tiene claro: “Fue un golpe de Estado para restaurar la monarquía. Pero para que ocurriera una guerra, tenía que haber militares y monárquicos fascistizados”. “El Gobierno republicano tenía constancia de la agitación militar y de la conspiración, era un secreto a voces, desde 1934”, asegura. Hay un espía, Manrique, que en 1935 ya informó de esa posibilidad, de los movimientos de la UME –Unión Militar Española– que eran ilegales. Hay octavillas de subversión del ejército que lo demuestran –de hecho, algunas se reflejan en el libro–. “Se tomaron medidas, pero no las suficientes”, abundó Viñas a la pregunta de Rosa Pascual. “Fallaron hasta cierto punto los servicios de información, pero también falló el Gobierno”, ataja.

Otro de los episodios anecdóticos consultados por Pascual fue la mentira que se teje en Vigo con el cónsul Harold Oxley, –que había sido del servicio de inteligencia naval tras la I Guerra mundial y luego diplomático en Vigo, un punto geoestratégico–. “Vigo, dice Viñas, era uno de los puntos de donde arrancaban los cables submarinos que servían de conexión con diversos puntos del imperio. “Al parecer, Harold Oxley envió un documento en el que advertía de que los comunistas tenían un plan para dar un golpe revolucionario en España”, reflexiona. “Es algo de tebeo. Pero él lo mandó a la embajada y de ahí, se mandó a Londres”, relata. Quizás así fuentes militares españolas, vinculadas a la conspiración contra la República, buscasen la simpatía del Reino Unido, explica el historiador.

Años de investigación desde Madrid a Roma y una decena de libros sobre el levantamiento

Ángel Viñas (Madrid, 1941) ha firmado una decena de libros en los que ha ido poniendo el foco, utilizando a menudo documentación inédita, sobre los momentos claves de la guerra civil en los últimos 15 años. A “Los mitos del 18 de julio” (2013) y “¿Quién quiso la guerra civil?” (2019) sigue ahora “El gran error de la República” (Crítica). Se trata de una rotunda investigación de casi 500 páginas con inéditos anexos en cuya elaboración el historiador invirtió –aseguró a FARO– cuatro años. En busca de documentación movió archivos de Madrid a Roma. Viñas es catedrático emérito de la UCM con larga trayectoria diplomática: es ex embajador de la Unión Europea ante Naciones Unidas y director jubilado de la Comisión Europea. Entre sus méritos se encuentran la Gran cruz de la Orden del Mérito civil y otras condecoraciones españolas y extranjeras. Técnico comercial y economista del Estado con el número uno de su promoción, también fue premio extraordinario en la licenciatura y el doctorado en Ciencias económicas. En terreno político, ex asesor de los ministros Fernando Morán y Francisco Fernández Ordóñez. También fue director general de Ordenación Universitaria y profesorado y premio Gernika por la paz y la reconciliación, así como doctor Honoris causa por la Universidad de Alicante.