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La paternidad en la era COVID

La pandemia está permitiendo a los padres pasar más tiempo con sus hijos en un momento en que cada vez más hombres reivindican su derecho a conciliar vida familiar y laboral

Julio Picatoste, con su hijo Mauro y su nieta Lola, en la Alameda de Vigo. Marta G. Brea

No todo en la pandemia ha sido negativo. La crisis sanitaria ha permitido a muchos padres recuperar el tiempo con sus hijos. Durante el confinamiento, pasaron de verlos después de salir del trabajo, y de llevarlos y/o traerlos al colegio o a la actividad extraescolar, a convivir las 24 horas del día con ellos, algo que en muchos casos se mantiene ahora gracias al teletrabajo. Para algunos padres, la crisis sanitaria ha supuesto un punto de inflexión, ha cambiado rutinas e incluso la forma de relacionarse con sus hijos.

Su primer Día del Padre le sorprendió en pleno confinamiento. Entonces su hija, Lola, tenía cuatro meses. Y hoy celebra por segunda vez esta efeméride en medio de un nuevo estado de alarma, aunque, sin duda, mucho más laxo. Sin embargo, el periodista deportivo y abogado vigués Mauro Picatoste asegura que la pandemia también su parte positiva y es poder disfrutar de su reciente paternidad y ver crecer a la pequeña.

"Vivimos 24 horas al día con ella y notamos cada cambio. Dentro de todo lo malo que ha habido, esta fue la parte positiva”

Mauro Picatoste - Abogado y periodista deportivo

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Mauro Picatoste, su pequeña Lola y su padre Julio Picatoste en la Alameda de Vigo. Marta G. Brea

“Yo me reincorporé en enero a trabajar tras mi baja de paternidad y echaba de menos todo el tiempo que había estado con Lola. Además, el confinamiento nos pilló en una etapa en la que los bebés evolucionan día a día y que no podemos seguir de una forma tan clara por el trabajo. De esta forma, vivimos 24 horas al día con ella y notamos cada cambio. Dentro de todo lo malo que ha habido, esta fue la parte positiva”, afirma. Lo peor, cuando cogió el coronavirus, en noviembre, y tuvo que mantenerse alejado de la niña.

Hasta se hicieron virales con sus versiones musicales de temas de Maná, Sabina y Calamaro sobre el coronavirus, una iniciativa que hicieron para romper con la rutina y animar a sus familiares”.

“A mí me gusta tocar la guitarra y a Carmen cantar, por lo que nos dio por versionar canciones en plan broma y grabarnos, los tres, para compartir los vídeos con la familia y amigos”

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El confinamiento llegó en una época llena de cambios para el periodista, ya que coincidió con su nuevo trabajo como consultor de comunicación, en el que prácticamente se estrenó teletrabajando. Sin embargo, conciliar el trabajo en casa con los cuidados de Lola no supuso un problema. “Es una niña muy tranquila. También es cierto que, durante esos primeros meses, los bebés reclaman más la atención con la madre, con la que desarrollan un vínculo muy estrecho. Sin embargo, yo creé el mío propio, de modo que Carmen le daba de comer y yo le cambiaba el pañal”, comenta.

Hace apenas unos días que Lola ha comenzado a andar y hay que estar muy pendiente de ella porque se está convirtiendo en una “pequeña escapista” a la caza de cualquier cosa que le llame la atención. Ahora, Mauro realiza más actividades relacionadas con la niña que antes, entre otros motivos, porque el trabajo de Carmen es más absorbente y porque está de nuevo embarazada. La pareja tendrá su segundo hijo a finales del próximo mes de agosto.

Lola vive en un mundo lleno de rostros con mascarillas. Solo en casa ve las caras descubiertas. Aun así, reconoce a su abuelo y parece intuir su amplia sonrisa bajo el tapabocas azul y se lanza a sus brazos. Julio Picatoste, magistrado jubilado y académico de número de la Real Academia Gallega de Jurisprudencia y Legislación, reconoce estar disfrutando más de la infancia de sus tres nietos –además de a Lola tiene a Eire, de 6 años, y a Amaro, de 3, vástagos de su hija Victoria–, por quienes confiesa “estar loco”.

“Solo espero poder vivir los suficientes años para saber cómo son de mayores y poder hablar con ellos de adultos”

Julio Picatoste - Abuelo y juez

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Julio Picatoste , con una de sus nietas Lola y su hijo Mauro Marta G. Brea

En su opinión, disponer de más tiempo y también el propio momento vital en que se encuentra explican por qué la etapa como abuelo está siendo tan gratificante. “Un amigo mío dice que los nietos son el postre de la vida y tiene razón”, comenta.

Padre e hijo coindicen en que la paternidad no se entiende igual hoy que hace cuarenta años. “Cada generación tiene su momento”,

afirma el juez. En este sentido, Mauro habla de consciencia. “Ahora los padres tenemos mucha más implicación. También porque antes las mujeres no tenían tanto acceso al trabajo o sí lo tenían, pero estaba muy condicionado por la maternidad, algo que aún hoy sigue siendo un problema evidente, pero yo creo que los hombres de mi generación somos muy conscientes de que la paternidad es una cosa de dos”, afirma.

La faceta laboral también pesa en los padres. El magistrado asegura que en la judicatura es muy complicada la conciliación. “La gente piensa que los jueces solo trabajamos por las mañanas en los juzgados, pero los casos los estudiamos por las tardes y las sentencias las redactamos por las tardes”, explica este juez, que recuerda estar con la puerta abierta de su despacho, entre papeles y libros, viendo a sus hijos merendar delante del televisor.

Aun así, no se perdía los festivales del colegio y los llevaba a sus actividades extraescolares. “Hasta me llevaba a los partidos de fútbol, y eso que no le gusta nada –añade su hijo–. Yo por mí tendría siete hijos. La gente dice que ser padre te cambia la vida, que te limita, pero a mí ser padre no me resulta un impedimento; puede que porque en mi casa nunca se vio como nada dificultoso”.

" La pandemia lo cambió todo y trajo unos hábitos nuevos. Durante los meses de confinamiento yo recuperé el tiempo con mis hijos, algo que creo que nos pasó a muchos padres"

Diego Giráldez - Escritor

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Diego Giráldez, sus hijos, Hugo y Xulia, y su padre, Modesto.

Para el escritor Diego Giráldez, la crisis sanitaria ha supuesto un giro de 180 grados en su vida laboral y familiar. “Siempre he intentado no restarles tiempo a mis hijos, a veces es muy complicado. La pandemia lo cambió todo y trajo unos hábitos nuevos. Durante los meses de confinamiento yo recuperé el tiempo con mis hijos, algo que creo que nos pasó a muchos padres”, asegura el autor de “Hotel para coleccionistas discretos”, padre de dos niños: Hugo, de 12 años y Xulia, de 4.

Muchos de esos nuevos hábitos se han quedado en casa del escritor porriñés, como los juegos de mesa, que se suman ahora al cine.

“En casa siempre hemos visto mucho cine. Durante el confinamiento, mi padre hizo una pantalla de cine y reconvertimos un antiguo almacén que tenemos en el jardín en sala de juegos y cine”

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Tras la experiencia durante el confinamiento, Diego dejar la oficina y apostar por el teletrabajo. “Me he dado cuenta de que me he perdido cosas de Hugo que ahora estoy disfrutando con Xulia, entre otras cosas porque entonces tenía 32 años y estaba en otro momento, pero también porque siempre he estado muy ocupado. Ahora he descubierto que puedo trabajar igual desde casa porque ellos, además, son muy respetuosos, han aprendido a medir los tiempos”, afirma. Hasta ha acabado su nueva novela, en gallego, que editará Galaxia. “La mejor que he escrito hasta el momento”, dice. Los lectores podrán juzgarlo en octubre.

Tras meses de parón, Hugo ha reanudado el fútbol –juega en el Porriño Industrial CF–, por lo que padre e hijo vuelven a madrugar los fines de semanas y “a viajar”, como dice el pequeño futbolista. Y si con el mayor comparte su afición por el fútbol, con Xulia, una entusiasta de la música, monta coreografías.

“Antes también andaba ideando cosas que hacer, pero no tenía tanto tiempo”,

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Diego opina que los padres de antes no dedicaban tanto tiempo a sus hijos como los de ahora. “Tampoco tenían tantas herramientas como tenemos nosotros ahora”, dice. Su padre, Modesto, a quien siempre ha tenido como referente, cumplirá mañana 71 años, “con sus dos nietos como primera pasión”. Este año podrán pasar juntos el Día del Padre. El pasado año, Diego le dejó su regalo –una botella de vino que tenía en su bodega– en un banco del jardín. “Fue todo un poco triste”, reconoce.

“Hasta cierto punto el confinamiento fue como unas vacaciones”

Isaac González - Cofundador de Elemental Chef

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Isaac González, con su hijo Mati de 5 años

Para Isaac González, cofundador de Elemental Chefs, agencia de comunicación y marketing con oficinas en Vigo, Madrid y Barcelona y director de marketing de Rei Zentolo, la pandemia llegó en un momento en el que viajaba mucho, lo que le impedía estar todo el tiempo que hubiera deseado con Matías, Mati, por lo que agradeció el poder echar el freno. “Hasta cierto punto el confinamiento fue como unas vacaciones”, dice.

Afirma que cuando regresaba de algún viaje, notaba los cambios en el niño. “Le encontraba cambiado, mayor que unos días antes y me daba la impresión de que me hablaba de otra manera”, afirma.

Durante el confinamiento y a lo largo de este año de pandemia, Isaac ha disfrutado del pequeño Mati, de cinco años, que “dirigía” las reuniones de trabajo online.

“Desde muy pequeño está acostumbrado a venir conmigo a festivales y conciertos, y en casa juega a montar festivales, así que nos decía cómo teníamos que hacer los conciertos en la era COVID”

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Isaac González, con su hijo Mati de 5 años

Isaac tiene en Mati a uno de sus asesores más valiosos. Cuando le llegan propuestas de nuevos grupos para incluir en el cartel de algún festival, prueba con el niño y según sea su reacción, decide. “Le encanta la música y tiene muy buen oído”, asegura.

Durante el confinamiento, padre e hijo aprendieron a hacer pan en casa y a tocar el ukelele. “Yo soy muy patán musical y nunca he aprendido a tocar ningún instrumento, Pero durante el encierro fui aprendiendo a tocar el ukelele e iba enseñándole”, explica. Unos meses después, se pasaron a la guitarra eléctrica, con la que juegan a montar conciertos.

Aunque Isaac reconoce que siempre fue muy consciente de lo que tenía con su hijo, la crisis sanitaria le permitió pasar mucho más tiempo con él y disfrutar más de su paternidad. “Me di cuenta de la suerte que tenía de poder estar con él las 24 horas del día y de disfrutar de su amor constante todos los días. Muchas veces se habla de lo que te cambia la vida ser padre en el sentido de lo que no puedes hacer cuando en realidad es lo contrario porque lo que te cambia es que ahora tienes una cosa que es más importante que nada, a alguien que te da un abrazo y que hace que te olvides de todo”, afirma.

Isaac asegura que su hijo ha influido en él en todos los sentidos. “Mati me enseña muchas cosas, entre otras, a ser mejor persona”, afirma.

Isaac González, con su hijo Mati, de cinco años. | // FDV

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