“Nos está llegando ya una primera marea de enfermedad mental; una corriente continua que no sabemos cuándo nos va a inundar”, reconoce el presidente de la Asociación Gallega de Psiquiatría, José Ramón Silveira, sobre el aumento de consultas de pacientes en las unidades psiquiátricas, cuyo despunte estima en hasta el 25%. La pandemia ya pasa factura, casi un año después de confinamientos, restricciones y de muchos duelos por la enfermedad. Ha cambiado la mente de la población, reconoce. “El flujo de pacientes empieza a ser sobrecargante pero en los primeros meses de la pandemia, por la contención y el miedo, el paciente llegaba en un estado peor”.
Psicólogos consultados coinciden en estimar la subida de consultas en un 20% y, también, en las principales manifestaciones: estrés, ansiedad generalizada que desemboca en depresión –como confirma el doctor en Psicología Vicente Suárez– o en cuadros psiquiátricos más graves, como fobias, episodios maniáticos y pánico. Peor parte se han llevado, precisamente, los pacientes más graves.
“Hemos tenido que reajustar la medicación de muchos crónicos, porque llegan con la medicación “descompensada”. y lo han sufrido muchísimo”
También, ingresos de pacientes con patología mental que perdieron su estructura de vida y la normalidad en su día a día y que, en algunos casos, acabaron en episodios maníacos. “Hubo muchos ingresos agudos y casos que obligaron a regular la medicación; es una lucha sin cuartel en la que prácticamente tenemos siempre la Unidad llena”, reconoce el también psiquiatra en el Complejo Hospitalario de A Coruña (CHUAC), Silveira. Esta situación es similar en todas las áreas sanitarias.
También alude a este hecho el doctor en Psicología y profesor de la Escuela de Enfermería de Povisa, Vicente Suárez.
Pequeños ‘parches’ que evitaron que algunos casos fueran a más. Este profesional conoce además, episodios que afectan a los más jóvenes: problemas de conducta (también los psicólogos de centros educativos están desbordados), ansiedad y problemas de sueño. Para los adultos, Suárez reseña la complicación de los que no han podido despedirse de los seres queridos. A nivel psicológico, “los trastornos de ansiedad, depresión e insomnio” son los mayoritarios, y que tienen una incidencia dos veces más alta entre el personal sanitario, recuerda el Doctor en Psicología. “La pandemia está haciendo estragos; unos lo verbalizan, otros lo reprimen y somatizan”, asegura Vicente Suárez, “hay una repercusión en la salud mental, no solo por la incertidumbre, si no por la crisis económica”. Ahí, este profesional recuerda que existe un plan del Sergas –presupuestado en 83 millones de euros–, bautizado como “Plan de salud mental post COVID-19” y cuyo desarrollo llegará al horizonte de 2024.
El estrés afecta a la mayor parte de la ciudadanía, sin patologías psiquiátricas previas y como respuesta al estrés: “Vemos un estrés masivo, en intensidad y alcance”, reconoce Silveira. ¿Cómo se distingue? Por el nerviosismo. Y ahí distinguen entre la situación de estrés que afecta de forma general a la población –un 55% de la población encuestada lo reconoce, según el CIS– y otra, la enfermedad. “En cuanto al estrés, lo llevamos soportando casi todo un año no solo el personal sanitario, sino las familias con crisis económica, el cuidado de los niños, la pérdida o la enfermedad”, resume. Múltiples factores que son habituales en la vida cotidiana de cualquiera. La mayoría de sanitarios perciben una demanda farmacológica: “Dame algo que me permita descansar”.